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La huella de carbono que genera el turismo en las islas Canarias es cada vez mayor. Los vuelos internacionales con origen y destino al archipiélago representan el 31% de las emisiones totales del sector en España, entre el 2% y el 3% de las emisiones totales de Europa, y alrededor del 1% a escala mundial. Del total de emisiones que expulsa Canarias a la atmósfera, más de la mitad –el 54,3%– se corresponden solo a vuelos internacionales. Así lo recoge un estudio realizado por el Grupo de Reducción del Riesgo de Desastres y Ciudades Resilientes de la Universidad de La Laguna.
Cada año, el turismo internacional en Canarias genera más de 6,4 millones de toneladas de CO2. Es tal la magnitud que, según los autores, equivale a más del 50% de la cantidad total producida por la actividad socioeconómica del archipiélago. El impacto medio por cada turista que viaja a las islas Canarias es de 0,48 toneladas, mientras que para Baleares es de 0,26 toneladas. Esto se debe a que los visitantes recorren una distancia promedio de más de 3000 km.
Por países, Rusia, Finlandia y Suecia son los que generan una mayor huella de carbono por persona debido a la distancia del viaje: 0,60 Tn de CO2 en un viaje de ida y vuelta. Le siguen Noruega, Islandia, Dinamarca, Polonia, Austria, República Checa y Hungría, con entre 0,5 y 0,6 Tn. Países como Reino Unido y Alemania, aunque generan menos –entre 0,4 y 0,5 Tn de CO2–, concentran el mayor peso del total, con dos tercios de las emisiones totales.
Los cálculos se han hecho con la calculadora de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). No obstante, el estudio señala que los datos que arroja son hasta un 50% inferiores a los obtenidos con otras calculadoras de huella de carbono.
La investigación también pone en evidencia las enormes desigualdades que existe actualmente. Por ejemplo, un vuelo entre Canarias y Gambia emite más de lo que genera un habitante de este país a lo largo de un año. En cambio, las emisiones de una persona alemana en un vuelo a Canarias equivalen al 5,3% de sus emisiones totales anuales.
«En el caso de las islas es difícil pensar que podremos vivir sin turismo y sin dependencia aérea», apunta Abel López, uno de los autores del estudio. Por eso, señala que una medida interesante para reducir el impacto de la aviación en el clima es «promover que no se opte tanto por un volumen tan ingente de turistas sino por calidad, es decir, que se amplíe el número de días de la estancia, el gasto medio, etc.». Esta estrategia, señala, «es una forma de mitigar, pero también de poder adaptarnos de una forma más sostenible a nuevos escenarios climáticos».
Un sector a contracorriente
La aviación representa a escala global alrededor del 2% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, su impacto en el clima es casi el doble: contribuye cerca del 3,5% si se tiene en cuenta otros factores más allá del CO2, según un estudio publicado el año pasado en la revista Atmospheric Environment.
En esta línea, según recuerda el Grupo de Reducción del Riesgo de Desastres y Ciudades Resilientes, la huella de carbono del turismo a escala mundial equivale aproximadamente al 8% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero. España es el quinto país del mundo con más emisiones por tráfico aéreo: 20,71 Mt de CO2 en 2018.
Mientras otros sectores son conscientes de su impacto negativo en el clima y empiezan reducir su contribución al calentamiento global, el turismo, y en concreto el sector aéreo, no hacen más que aumentar su volumen de negocio y, por consiguiente, sus emisiones de gases de efecto invernadero.
El debate electoral de cara a las elecciones catalanas del 14-F enfrenta los partidos políticos que defienden mayoritariamente continuar con las políticas de ¨crecimiento sostenible¨ y los que plantean transformaciones en el escenario de crisis sistémica actual.
La plataforma Zeroport, organizadora del debate junto con otras entidades, considera que seguir con el oxímoron del ¨crecimiento sostenible¨ con nuevas falsas soluciones como el hidrógeno y el aumento de la eficiencia significa:
Esconder negligentemente la gravedad de las crisis climática y energética (declive de la disponibilidad global de combustibles fósiles).
Negar la realidad de los impactos y la inviabilidad económica, social y ambiental de los sectores aeroportuario y portuario.
Evadir decisiones políticas para la necesaria y urgente transformación del fracasado modelo económico del país, en favor de los capitales financieros y multinacionales, para hacer frente a la crisis sistémica que la pandemia ha acelerado.
Según la plataforma, los retos son urgentes y mayúsculos, y la única vía efectivamente sostenible y justa pasa por el decrecimiento planificado de estos sectores…..
https://www.ecologistasenaccion.org/162360/ports-i-aeroports-enfronten-als-partits-de-cara-a-les-noves-eleccions-catalanes/