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A pesar de las innumerables promesas para reducir las emisiones que impulsan el calentamiento global de la atmósfera, las políticas en materia climática no cumplen con los objetivos del acuerdo climático de París. Así lo concluye un análisis centrado en 19 países elaborado por BloombergNEF en base a 122 métricas relacionadas con el número, solidez y efectividad de las políticas que implementó cada país.
Los países del G20 lograron una puntuación media del 47%. Alemania y Francia encabezan el ranking, pero sus políticas de descarbonización aún no son suficientes, señalan. La mejor puntuación colectiva de los países viene de sus políticas en energía, con un 58%. Pero una vez más, es insuficiente y poco realista. En este sentido, el análisis pone de ejemplo Arabia Saudita, cuyo gobierno ha fijado una meta para la producción de energía renovable que es tan alta que esencialmente no tiene sentido, sostiene este informe. El país apunta a tener 27,3 gigavatios de energía renovable para 2024, pero tenía 0,4 gigavatios instalados a fines de 2019.
«Las promesas de alto nivel durante el último año, en particular, han sido impresionantes con las principales economías como la Unión Europea, Japón, Corea del Sur y China, prometiendo llegar a emisiones ‘netas cero’ o neutralidad de carbono en una fecha futura», afirma Victoria Cuming, jefa de análisis de políticas globales de BNEF. No obstante, «la realidad es que los países simplemente no han hecho lo suficiente en casa con políticas de seguimiento para cumplir incluso las promesas hechas hace más de cinco años».
Volar –y generar emisiones– para admirar la Antártida desde la ventanilla
En Australia, la compañía Antarctica Flights ofrece un viaje de 12 horas en avión para sobrevolar «el último destino prístino en el mundo»: la Antártida. Este ecosistema helado está enormemente amenazado por el calentamiento global, fruto de las emisiones que genera, entre otros, la aviación. Ballena Blanca
La humanidad ha prosperado a costa de destruir la naturaleza
Un estudio independiente sobre la economía de la biodiversidad asegura que «es necesario un cambio fundamental en la forma de pensar y enfocar la economía». Lo contamos aquí.