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Sería necesario invertir 2,6 billones de dólares de aquí a 2030 para restaurar más de 1.000 millones de hectáreas de tierras degradadas y aumentar la resiliencia a la sequía. Esto se traduce en que se necesitan 1.000 millones de dólares diarios, según el último informe de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD), publicado en el marco de la COP16 sobre desertificación que se celebra actualmente en Riad (Arabia Saudí).
Esa cifra (2,6 billones de dólares) equivale a lo que el mundo despilfarra cada año en subvenciones medioambientales perjudiciales, según otro reciente informe elaborado por Earthtrack. Desde el organismo de la ONU recuerdan que invertir en la restauración de tierras mejorará servicios ecosistémicos como el secuestro de carbono, la conservación de la biodiversidad y la gestión del agua, desempeñando un papel crucial en la mitigación del cambio climático.
«Para proteger vidas y medios de subsistencia, debemos aumentar significativamente las inversiones en restauración de tierras. Los beneficios, tanto económicos como sociales, son innegables. Cada dólar invertido en tierras sanas es un dólar invertido en biodiversidad, clima y seguridad alimentaria. La buena noticia es que el mundo podría ahorrar miles de millones al año y ganar billones más restaurando la salud de las tierras y aumentando la resiliencia a la sequía», señala Ibrahim Thiaw, secretario ejecutivo de la CNULD.
Hasta el 40% de las tierras del mundo están degradadas, lo que afecta a más de 3.200 millones de personas, y los costes más elevados recaen sobre quienes menos pueden permitírselo: las comunidades indígenas, los hogares rurales, los pequeños agricultores y, especialmente, los jóvenes y las mujeres, según el informe titulado Invertir en el futuro de la tierra: evaluación de las necesidades financieras para la CNULD.
La situación se ve agravada por el fuerte aumento de las sequías (un 29% desde 2000) y las previsiones indican que en 2050 tres de cada cuatro personas en todo el mundo podrían verse afectadas.
Sin embargo, a pesar de esta crisis creciente, las inversiones necesarias para alcanzar los objetivos mundiales de recuperación de tierras y resiliencia ante la sequía se quedan cortas. Acorde al documento presentado este martes, las inversiones mundiales para combatir la desertificación y la degradación de la tierra aumentaron de 37.000 millones de dólares en 2016 a 66.000 millones en 2022. Sin embargo, se necesitan 355.000 millones de dólares anuales entre 2025 y 2030 para colmar el déficit de financiación, lo que se traduce en un déficit de 278.000 millones de dólares.
Actualmente, la desertificación, la degradación del suelo y la sequía cuestan a la economía mundial 878.000 millones de dólares al año, mucho más que las inversiones necesarias para hacer frente a estos problemas. Estos costes incluyen la reducción de la productividad agrícola y de los servicios ecosistémicos, los costes sociales de las pérdidas de carbono y los daños causados por la sequía. En este sentido, el informe recuerda que invertir en la restauración genera unos beneficios anuales estimados en 1,8 billones de dólares. Por cada dólar invertido, hay un retorno de hasta 8 dólares en beneficios sociales, medioambientales y económicos. Ello incluye la mejora de la productividad agrícola, el aumento de la resiliencia a la sequía y al clima, y la mejora de los servicios ecosistémicos.
Desde la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) lamentan que el sector privado sólo aporta el 6% de la financiación necesaria para la restauración de tierras y la resiliencia a la sequía. Así, señalan que desbloquear la inversión privada podría acelerar la restauración de la tierra, creando oportunidades económicas y beneficios medioambientales, especialmente en las regiones más afectadas.
El informe pone énfasis en la situación de África, quien se enfrenta al mayor déficit de financiación. Estiman que se necesita 191.000 millones de dólares anuales para restaurar 600 millones de hectáreas de tierras degradadas. «Esta cifra refleja no sólo los importantes retos a los que se enfrenta, sino también los objetivos del continente en materia de restauración de tierras, que son los más ambiciosos del mundo. La pérdida de más de 100 campos de fútbol de tierra sana cada minuto amenaza los medios de subsistencia, la seguridad alimentaria e hídrica y la salud pública, y puede perturbar las economías regionales y el comercio mundial», apunta el documento del organismo de Naciones Unidas.
«Alcanzar los objetivos mundiales de restauración para 2030 exige una colaboración sin precedentes entre los gobiernos, el sector privado y las organizaciones internacionales. Ante las crecientes amenazas del cambio climático y la degradación de la tierra, es esencial aumentar las inversiones, no solo para cumplir los objetivos, sino también para asegurar el futuro del planeta y mejorar el bienestar de miles de millones de personas en todo el mundo», lamenta Louise Baker, directora gerente del Mecanismo Mundial de la CNULD
«La situación se ve agravada por el fuerte aumento de las sequías (un 29% desde 2000) y las previsiones indican que en 2050 tres de cada cuatro personas en todo el mundo podrían verse afectadas».
«Alcanzar los objetivos mundiales de restauración para 2030 exige una colaboración sin precedentes entre los gobiernos, el sector privado y las organizaciones internacionales».
Pero los gobiernos y las organizaciones internacionales son criados del capital y el capital no trabaja para que el mundo vaya mejor sino para sacar la máxima ganancia y la obtienen destruyendo y creando el caos en el mundo.
Como este otoño no ha faltado lluvias, los negacionistas climáticos no se cansan de decir que «son ciclos», que ya lo decían ellos.
A mis padres, que eran modestos agricultores, les oía hablar de manantiales que yo ya no llegué a conocer y los manantiales y barrancos que yo conocí hace décadas que se han secado. La vegetación de ribera también se secó. Hay veranos que incluso algunas encinas, uno de los árboles más resistentes, acaban secándose.
Según Greenpeace, Cada tres segundos, perdemos el equivalente a un campo de fútbol entero de los bosques del mundo.
En el centro y sur de Europa, las grandes empresas están talando los últimos bosques viejos para fabricar cajas de cartón para tiendas online y muebles de baja calidad. Empresas como IKEA. Así que estamos literalmente empacando, cepillando y quemando los últimos bosques viejos en toda Europa.
La destrucción de los bosques también se está produciendo en los países nórdicos, donde incluso los bosques autóctonos que se han desarrollado desde el final de la Edad de Hielo están siendo talados para utilizarlos como combustible para las centrales eléctricas.
Y las grandes corporaciones en la tala de bosques indígenas.
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¿Cederá la Unión Europea a las presiones de quienes quieren seguir deforestando? ¡Firma para protestar!
Un nuevo reglamento de la UE prohíbe la importación de productos fabricados a expensas de la deforestación de los bosques. Será a partir de 2025. Mientras muchas empresas y políticos intentan retrasar esta ley, los bosques tropicales vuelven a arder por doquier en Sudamérica y se expanden los pastos para ganado y el monocultivo de soja.
“La UE no debe ceder a las presiones de quienes se oponen al comienzo de la aplicación de la nueva normativa de la UE para productos libres de deforestación”
https://www.salvalaselva.org/peticion/1295/cedera-la-union-europea-a-las-presiones-de-quienes-quieren-seguir-deforestando-firma-para-protestar
P.D.
Sin contar la bestialidad de agua que consumen las nuevas tecnologías.
Todo para las máquinas y sus milmillonarios beneficiarios, prescindiendo del Planeta y del hombre.
Había vida y con mucha más calidad sin internet.
La necedad del ser humano tiene lo que merece.
Según el informe «Global Cloud Computing Energy and Water Impact» de la Universidad de Nuevo México, un centro de datos promedio puede consumir entre 1.7 y 2.2 millones de litros de agua por día, principalmente para la refrigeración.