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Este artículo fue publicado originalmente en inglés en DeSmog y ha sido traducido para ‘Climática’ por Rita da Costa.
Cuando Royal Dutch Shell perdió un histórico pleito climático en los Países Bajos, los defensores del clima dijeron que la sentencia del tribunal holandés era una advertencia a los contaminadores y a quienes los financian. Ahora, la ONG holandesa que demandó con éxito a la petrolera Shell por sus planes contra la crisis climática, lleva ante los tribunales a esos financiadores en un caso que bien podría ayudar a revertir el apoyo que presta el sector bancario mundial a las empresas de combustibles fósiles y sus actividades.
El pasado 19 de enero, Milieudefensie (Amigos de la Tierra Países Bajos) anunció que va a emprender acciones legales contra ING, el mayor banco de los Países Bajos y uno de los principales financiadores del gas natural licuado (GNL) estadounidense. En una carta dirigida al director general de ING, Steven van Rijswijk, que constituye el primer paso del litigio, Milieudefensie sostiene que el banco incumple el «deber de diligencia» al que está obligado en virtud de la legislación holandesa. «La política climática de ING dista mucho de cumplir los requisitos necesarios para alcanzar el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 °C», afirma la carta en referencia al objetivo climático más ambicioso del Acuerdo de París. Desde la adopción de ese acuerdo en diciembre de 2015, ING ha emitido 83.200 millones de euros en bonos destinados a la industria de los combustibles fósiles, asegura Milieudefensie.
«Hemos emprendido una nueva demanda contra ING, el mayor banco comercial de los Países Bajos, porque está poniendo en peligro nuestro futuro al seguir financiando y apoyando a empresas que agravan la crisis climática», declaró Nine de Pater, activista de Milieudefensie, a DeSmog por correo electrónico. «Como institución bancaria, ING tiene la responsabilidad de financiar nuestro futuro, no la crisis climática».
En este caso, Milieudefensie ha adoptado un enfoque legal similar al del caso que ganó contra Shell. En mayo de 2021, el tribunal de distrito de La Haya (Países Bajos) dio por bueno el argumento de la ONG de que la legislación neerlandesa obligaba a Shell a alinear su estrategia comercial con los objetivos del Acuerdo de París para cumplir con el «deber de diligencia» al que está obligada por la ley y, en consecuencia, ordenó al gigante petrolero que redujera sus emisiones de CO2 en un 45% hasta el año 2030. Es importante destacar que esta histórica sentencia del tribunal, que la empresa ha recurrido, se aplica no solo a las emisiones directas de Shell derivadas de la extracción de combustibles fósiles en todo el mundo, sino también a las emisiones derivadas del uso de sus productos (tras el veredicto, Royal Dutch Shell trasladó su sede de los Países Bajos al Reino Unido y eliminó «Royal Dutch» de su nombre legal).
En línea con esta demanda, Milieudefensie pretende ahora obligar a ING a reducir sus emisiones de CO2 a cerca de la mitad hasta 2030, así como a alinear su política con el objetivo de 1,5 ºC del Acuerdo de París. El grupo ecologista también quiere que el banco deje de hacer negocios con empresas contaminantes que no hayan demostrado que tienen planes creíbles para combatir el cambio climático. Eso significa cortar lazos con los compradores de petróleo y gas que fomentan una mayor producción de combustibles fósiles, lo que según los científicos dispararía la temperatura media del planeta por encima de los objetivos climáticos de París.
En un comunicado, ING defendió la financiación de las actividades relacionadas con los combustibles fósiles afirmando que es «un mero reflejo de la economía mundial actual». La entidad financiera sostiene que está haciendo progresos en la transición hacia una cartera con menos emisiones de carbono y se muestra convencida de que el trato directo con sus clientes le permite ejercer el máximo impacto en esta materia, algo que no sucedería si se distanciara de determinados clientes o sectores, por más que esta cuestión la haya llevado a cortar vínculos con varias empresas dedicadas a la explotación carbonífera.
«No nos cabe duda de que estamos adoptando medidas eficaces para luchar contra el cambio climático», declaró Arnaud Cohen Stuart, responsable de ética empresarial de ING. «Si es necesario, por descontado, acudiremos a los tribunales».
Para algunos observadores, el hecho de poner a ING en el punto de mira puede resultar sorprendente. El pasado mes de octubre, su consejero delegado pidió a los gobiernos de Europa y Australia que ofrecieran un mayor apoyo a la generación de energías renovables como parte de su estrategia para reducir las emisiones del sector residencial vinculado a sus hipotecas. Asimismo, en el marco de las conversaciones mundiales sobre el clima celebradas el mes pasado, la entidad anunció que en 2040 dejaría de financiar proyectos de extracción de petróleo y gas, al tiempo que se propone triplicar para 2025 la financiación destinada a la generación de energías renovables.
Milieudefensie ha comentado que estas medidas son «tímidos pasos en la buena dirección» y, respecto a la fecha límite de 2040 para la financiación de combustibles fósiles, sostiene que «dentro de 15 años será demasiado tarde».
Según un experto en finanzas sostenibles de los Países Bajos, la actual política climática del banco se queda corta en varios aspectos importantes. «[ING] no ha fijado objetivos para toda su cartera, y la mayoría de los objetivos son de intensidad [y no de reducción de emisiones en términos absolutos]», declaró a DeSmog Rens van Tilburg, director del Laboratorio de Finanzas Sostenibles de la Universidad de Utrecht. «Pero la prueba más clara de que ING no dispone de una estrategia comercial alineada con los objetivos de París es quizá la financiación sostenida de las empresas petroleras y gasísticas que desarrollan nuevos pozos extractivos pese al amplio consenso científico de que dicha actividad no es compatible con la lucha contra el cambio climático.»
Según sus propios informes, ING ha financiado en 2022 61 megatoneladas de emisiones. Eso equivale a más emisiones de las que producen anualmente algunos países como Suecia y Camboya, según la carta de Milieudefensie. Ese mismo año, el banco holandés fue el cuarto mayor financiador de gas natural licuado del mundo y aportó más de 1.200 millones de dólares al sector.
Desde 2016, ING ha repartido casi 3.000 millones de dólares en financiación para el gas natural licuado, según un informe de Rainforest Action Network y sus socios publicado en 2023. Los datos del informe muestran que Venture Global y Cheniere Energy, dos empresas responsables de la producción masiva de gas natural licuado en la costa estadounidense del Golfo de México, fueron los principales clientes vinculados al GNL del banco holandés en 2022. ING proporcionó más de 886 millones de dólares a Venture Global Plaquemines LNG LLC y 220 millones de dólares a Cheniere Corpus Christi Holdings LLC.
Sin embargo, la financiación global del gas licuado estadounidense por parte del banco podría ser aún mayor. Según Pointer, plataforma holandesa de periodismo de investigación, la cantidad asciende a cerca de 7.000 millones de dólares, lo que convierte a ING en el tercer mayor financiador de infraestructuras de gas natural licuado estadounidense, sólo por detrás de dos bancos japoneses.
Milieudefensie sostiene que, al financiar estas actividades, ING «contribuye a la peligrosa dinámica del cambio climático y las violaciones de los derechos humanos cometidas por estos clientes, lo que es ilícito».
«Contra viento y marea: la banca se enfrenta cada vez más a litigios relacionados con el clima»
Milieudefensie afirma que sus acciones legales contra ING se fundamentan en el fallo favorable a la ONG en el caso contra Shell y argumenta que el veredicto de ese tribunal —según el cual la petrolera está obligada por ley a alinear su estrategia de negocio con los objetivos del Acuerdo de París— es aplicable a otras grandes corporaciones. «Las grandes empresas contaminantes deben tomar la iniciativa en la reducción de sus emisiones de CO2 de forma rápida y drástica», afirma en un comunicado Roger Cox, abogado que colabora con Milieudefensie. «Sólo así podremos limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados. Eso significa que los grandes contaminadores como ING y Shell también deben asumir su responsabilidad.» Cox dirigió el pleito contra Shell, que se prevé que llegue al Tribunal de Apelación holandés en abril de este año.
Van Tilburg, experto en finanzas sostenibles, ha manifestado a DeSmog que la sentencia de 2021 por la que Shell tiene el deber legal de velar por el bien de la sociedad «también vale para las instituciones financieras». «Y no sólo en los Países Bajos», recalca este experto, apuntando al creciente volumen de demandas por responsabilidad climática en todo el mundo.
A medida que la crisis climática se intensifica y sus efectos nocivos se multiplican, las comunidades y los activistas recurren cada vez más a los tribunales para exigir responsabilidades a los gobiernos y las empresas contaminantes. A lo largo de los últimos años, estas demandas han empezado a poner el foco no sólo en la industria del petróleo y el gas, sino también en sectores como el transporte, la alimentación y la agricultura, los plásticos y las finanzas.
El año pasado, varios grupos ecologistas franceses demandaron al banco galo BNP Paribas por la financiación continuada de los combustibles fósiles, y sostienen que la suya es la primera demanda climática del mundo contra un banco comercial.
Según los expertos, este caso y la próxima demanda contra ING son señales de que el sector bancario se enfrenta a un riesgo jurídico real relacionado con el clima.
Frank Elderson, integrante del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE), advirtió en un discurso pronunciado en septiembre: «Los litigantes vienen a por los bancos, y van a luchar contra viento y marea». Según un reciente informe del BCE, las carteras del 90% de los bancos europeos analizados no están verdaderamente alineadas con los objetivos climáticos globales, y muchos de estos bancos, escribe Elderson en una entrada de blog, «podrían enfrentarse a un elevado riesgo de litigio».
En marzo del año pasado, la agencia de calificación crediticia estadounidense Fitch Ratings advirtió asimismo del creciente riesgo de litigios climáticos al que se enfrentan los bancos europeos. Según dicha agencia, estos litigios «podrían sentar precedentes e incitar a los bancos a acelerar sus estrategias de neutralidad en materia de carbono, así como la progresiva retirada de la financiación a la industria de los combustibles fósiles», sobre todo si pierden algún litigio climático.
Por eso es tan importante la acción de Milieudefensie contra ING, señala Van Tilburg, porque un veredicto favorable a la causa climática podría condicionar el apoyo del sector financiero a los combustibles fósiles, lo que permitiría a los bancos alinearse con los objetivos de París sin temor a que sus competidores hagan leña del árbol caído.
«Los demás bancos entenderán que tienen que ponerse las pilas o se arriesgarán a ser arrastrados también ante los tribunales», declara Van Tilburg a DeSmog.
Dana Drugmand es periodista medioambiental, especializada en cambio climático y responsabilidad climática. Escribe regularmente para ‘DeSmog’ sobre temas como la oposición de la industria de los combustibles fósiles a la acción climática, las demandas por cambio climático, el greenwashing y las falsas soluciones climáticas o los medios de transporte limpios. El titular original de este artículo es ‘This NGO Won a Climate Case Against Shell. Its Next Target? Dutch Bank ING.’
Hola.
Magnífica información, perfectamente redactada.
Buen trabajo, gracias.
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