Avance editorial: ‘Regénesis. Alimentar al mundo sin devorar el planeta’, de George Monbiot

El ecologista denuncia la financiación pública de la agroindustria y la ganadería extensiva, responsables de una descomunal destrucción ambiental. Propone transformar el sistema alimentario y la relación con la naturaleza.
Avance editorial: ‘Regénesis. Alimentar al mundo sin devorar el planeta’, de George Monbiot
Plantación de caña de azúcar Foto: Cícero R. C. Omena

«¿Qué es lo que nos impide ver que algo tiene que cambiar? ¿Por qué ignoramos o toleramos —incluso justificamos— niveles de destrucción ambiental y de exclusión social a los que, de ser infligidos por cualquier otra industria, nos opondríamos con vehemencia? ¿Por qué quienes exigen un cambio en la forma en la que se produce nuestra comida son objeto de ataques tan feroces? Lo cierto es que estas son, por definición, cuestiones viscerales, y la comida y la identidad están fuertemente interrelacionadas. Sin embargo, a lo largo de muchos años de activismo ambiental he llegado paulatinamente a una conclusión atroz. Una de las principales amenazas a la vida en la Tierra es la poesía.

En el siglo VII a. C., el poeta griego Hesíodo escribía sobre una Edad de Oro, desaparecida mucho tiempo antes, en la que los humanos «vivían como dioses», «con el corazón libre de preocupaciones», sanos y fuertes, «sin fatiga ni miseria», y «se recreaban con fiestas», pues la tierra «producía espontáneamente abundantes y excelentes frutos». Otras historias ancestrales similares se narran en distintas regiones del mundo.»

  1. Y ya no te digo cuando encima las máximas subvenciones en este país las reciben los ducados de Alba y similares. Los terratenientes más ricos y ociosos.
    Cuanto más dinero y latifundios tienen más reciben; pero como la gente tragamos con todo, como sólo parece interesar en este país el futbol, pues así nos va con todo.
    Los agricultores de generaciones anteriores eran más vocacionales a pesar de trabajar como esclavos.
    El agricultor y ganadero de hoy no ama su profesión, exprime al máximo a la tierra para sacarle el mayor provecho. Se ha convertido en un agricultor industrial y sólo siembra aquello que está subvencionado por la UE y ésta o no entiende o le importa un pepino el medio ambiente.

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