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Las últimas semanas en España han estado marcadas por varios incendios forestales, como el de Sierra de la Culebra (Zamora), que se ha convertido en el peor en décadas en cuanto a hectáreas quemadas. La noticia es aún peor si se tiene en cuenta que, a menos de que haya una gran reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, durante los próximos años vendrá un incendio que batirá ese récord, y luego otro, y otro, y otro.
El cambio climático ejerce un control cada vez mayor sobre la meteorología de los incendios y la superficie quemada interanual, y está cambiando progresivamente la actividad de los incendios globales. En el caso de Europa, durante las últimas décadas (1980-2020) se está produciendo un “cambio sin precedentes” en el régimen de incendios en verano y primavera que se relaciona con los efectos del calentamiento global, según concluye un estudio recién publicado en la revista científica Scientific Reports.
El aumento de las olas de calor y la sequía hidrológica, eventos extremos cada vez más habituales y potentes debido al cambio climático, son dos factores claves para desatar esos fuegos devastadores.
Las zonas boscosas y de montaña del sur y centro de Europa son las áreas donde se detectan los aumentos más grandes del riesgo de incendio, pero el cambio es más intenso en el área del Mediterráneo, una zona se calienta un 20% más rápido que la media mundial.
Todas estas zonas “son grandes reservorios de carbono que estarían amenazados por el fuego, como la cordillera de los Pirineos, el sistema Ibérico y Cantábrico en España, los Alpes, el sistema central francés, los Apeninos italianos en la Europa central, las montañas de los Cárpatos, los Balcanes, el Caucas y el sistema Póntico en el sureste de Europa”, apunta Jofre Carnicer, autor principal del estudio y profesor de la Facultad de Biología, el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), y el Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona.
Si bien es cierto, como recoge el estudio, que la tendencia global de las áreas quemadas está disminuyendo debido a factores socioeconómicos, algunas regiones del planeta ya están experimentando incendios más grandes y devastadores. «Este aumento del riesgo extremo es bastante reciente y en momentos críticos supera las capacidades de extinción del fuego de las sociedades europeas, provocando mayores emisiones de CO2 asociadas al fuego en veranos extremadamente cálidos y secos», explica Carnicer, quien ha sido uno de los autores del reciente informe del IPCC sobre los impactos del cambio climático publicado en febrero.
El estudio proporciona también mapas continentales del riesgo de incendios en la actualidad y predice la evolución del riesgo de incendio en Europa hasta final de siglo en base a distintos escenarios de calentamiento y de reducción de las emisiones de CO2. Según las proyecciones, si la temperatura sube 2 ºC, habría 20 días más de riesgo de incendio extremo para 2100. En cambio, con un calentamiento de 4 ºC serían 40 días de riesgo por incendios forestales extremos.
El profesor y líder de la investigación recuerda que los bosques del continente europeo absorben anualmente cerca del 10% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero, lo que se traduce en unas 360 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) por año. Esto es muy relevante pues los incendios dan lugar a ciclos de retroalimentación positiva del cambio climático: a medida que aumentan las temperaturas también lo hace el riesgo de incendios; los incendios liberan CO2, que a su vez causa el aumento de las temperaturas. Mientras, las zonas boscosas arrasadas por el fuego son cada vez menores y la cantidad de gases de efecto invernadero que atrapan disminuye, lo que hace que aumente el calentamiento global. En definitiva, un círculo vicioso del que es muy difícil salir.
Ante esta delicada situación, “reducir las emisiones de CO2 de manera drástica y transformativa en las próximas dos décadas (2030-2040) es clave para conseguir un menor riesgo de incendios en el futuro en Europa y globalmente”, apunta Jofre Carnicer. Y aunque tiene claro que “los riesgos de incendio dependen de la mitigación”, otro aspecto que no se puede dejar de lado es el de la adaptación, que no es otra cosa que la adopción de mecanismos para soportar y amoldarse a cambios ya irreversibles. En este sentido, el ecólogo catalán apuesta por “estrategias adaptadas localmente de gestión forestal y de conservación de los mosaicos agroforestales, relacionadas con usos sostenibles de la madera y nuevas cadenas de valor (materiales de construcción ecológicos), promoción de ganadería extensiva, y promoción de iniciativas en este tipo de actividades multiagente a nivel local y regional”.
Entre los autores y autoras de este análisis figuran especialistas en climatología, en riesgo de incendio forestales y en ecología forestal que forman parte de un consorcio internacional de instituciones de investigación, entre ellas, la Universidad de Barcelona, el CREAF, el IPCC, el Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas (ECMWF), el Instituto de Investigación Ambiental de Atenas, la Agencia Espacial Europea (ESRIN), la Universidad de Salento (Italia), y la Universidad de Patras (Grecia).
Además de los incendios provocados por el cambio climático, hay que tener en cuenta que este sistema capitalista se sustenta de destruir, quemar, ensuciar, ect., son sus «herramientas» para generar ganancias fáciles y abundantes.
La quema de madera para producir biomasa es la mayor fuente de contaminación por partículas de toda la Unión Europea, que provoca decenas de miles de enfermedades y muertes todos los años.
La incineración de madera emite más partículas contaminantes que toda la red de carreteras de la Unión Europea.
Provoca cáncer de pulmón e infartos de miocardio, una larga ristra de enfermedades y casi 400 000 muertes prematuras al año.
Se invierten 12 000 millones de euros de dinero público al año en subsidios para quemar bosques a cambio de energía.
Esos incentivos se han traducido en que se talen más bosques en toda Europa y en el resto del mundo, cuando lo que necesitamos es más árboles que absorban CO2 y nos ayuden a luchar contra el cambio climático.
La UE va a gastar muchísimo dinero en plantar 3000 millones de árboles (que van a tardar décadas en crecer) mientras también se gasta el dinero en quemar otros árboles para obtener energía… y encima lo llama «renovable».
https://act.wemove.eu/campaigns/biomasa?action=mail&utm_campaign=20220630_ES&utm_medium=email&utm_source=civimail-46514