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No se puede aprender en el infierno: las escuelas de Canarias lo saben

La ola de calor que atraviesa el archipiélago es ya la más larga en un mes de octubre y ha obligado a suspender las clases. Las altas temperaturas y la calima hacen mella en un sector educativo que reclama recursos y medidas de adaptación para soportar este tipo de eventos extremos.
No se puede aprender en el infierno: las escuelas de Canarias lo saben
Trabajador de un colegio de Gran Canaria cerrado por las altas temperaturas. Foto: REUTERS/Borja Suárez.

Lo que está pasando en Canarias no tiene precedentes. Nunca antes las islas habían vivido un comienzo de octubre con temperaturas tan altas durante tantos días. La situación es tan extraordinaria como insostenible. Calor asfixiante por el día, calor insoportable por la noche. El mundo está entrando en una nueva realidad climática y el archipiélago (y su gente) ya lo sabe.

No es normal esto. Es lo que más se repite en las últimas semanas en las conversaciones de trabajo, amigos y familiares. Y es que no lo es. En un contexto de cambio climático, se están empezando a vivir muchas primeras veces. A principios de mes, la Agencia Estatal de Meteorología puso a Gran Canaria en aviso naranja por calor, siendo la primera vez que ocurre en España en un mes de octubre. Este miércoles, el Gobierno regional suspendió las clases lo que resta de semana, siendo la primera vez que se hace como consecuencia de las altas temperaturas.

El sector educativo, expuesto

Se suele ver el cambio climático y sus impactos como un hecho que afectará a generaciones venideras. Pero el grado de calentamiento actual ya es lo suficientemente preocupante como para tomar medidas ahora. Quienes están en serio peligro hoy día son las personas que habitan el planeta en 2023 o lo harán a corto plazo, no las que lo harán en 2050, 2070 o 2100. Y lo están, sobre todo, porque no están preparadas.

Fatiga, desmayos, deshidratación, falta de concentración… No son síntomas de alguien que acaba de terminar una maratón por medio del desierto, sino de muchos alumnos y alumnas de las islas Canarias, que llevan soportando desde la semana pasada temperaturas extremas sin medidas de protección.

«Esto ha sido un cuadro«, cuenta María Antonieta, docente en un instituto de Gran Canaria. La profesora explica que el jueves pasado «comenzó el calor insoportable» pero que al día siguiente «la sensación fue otra completamente diferente«. Recuerda que “el calor era seco” y que «el alumnado comenzaba a manifestar síntomas de fatiga y agotamiento«.

En un colegio de Lanzarote, el equipo directivo dio la orden de no permitir al alumnado salir al patio durante el recreo para no exponerlos al calor. Yeray H., profesor de educación física en ese centro, confiesa que lo han pasado mal estos días: «Hoy (martes) fue demasiado duro«. Ese día, el último antes de la cancelación de las actividad lectiva, sus clases pasaron a ser opcionales. «Los colegios no están preparados. No tenemos nada», se queja el docente, que reclama medidas de protección como toldos.

«La eficacia de enseñanza-aprendizaje en nuestro centro ha disminuido drásticamente», explica María Candelaria Rodríguez, profesora de secundaria en Tenerife. Y no es un caso aislado: el mismo día que el consejero de Educación, Poli Suárez, anunciaba la suspensión de clases para este miércoles y viernes, varios “alumnos trabajadores” de María Antonieta se durmieron en clase a primera hora por falta de sueño. Al igual que los centros educativos, muchas casas (y cuerpos) no están preparadas para afrontar noches con temperaturas que no bajan de los 30 ºC

Donde más han notado las docentes los efectos del bochorno es en la falta de atención de su alumnado. No hay concentración ni motivación para aprender «teniendo su mente en modo alerta por el intenso calor que sienten», explica María Candelaria. Estos días, había dos objetos imprescindibles en las manos de jóvenes y profesores: en una, el boli; en la otra, el abanico –muchos, de fabricación casera. Sí, la mayor herramienta con la que cuentan gran parte de los centros es un simple abanico. Algún docente, harto, ha llegado a comprar de su propio bolsillo ventiladores para él y sus alumnos. 

En las aulas tampoco es habitual que haya cortinas ni persianas. Los patios donde se juega y se hace deporte son espacios duros, sin ningún tipo de cobijo, sombra o elemento que ayude a reducir la temperatura. En general, como denuncia de forma unánime el personal docente, sindicatos y asociaciones de familiares, las infraestructuras educativas están obsoletas y su eficiencia energética es nula.

La adaptación, prioridad absoluta

«Cuando hablamos de adaptación en centros educativos tenemos que pensar en que estos funcionen como auténticos refugios climáticos para afrontar la nueva realidad climática«, detalla Abel López, investigador de la cátedra de Reducción de Riesgos de la Universidad de La Laguna, en Tenerife. El experto cree que en Canarias, hasta la suspensión por calor de las clases, no se había planteado seriamente el debate de adaptar los centros educativos ante estos eventos extremos: «Este hecho insólito [suspender las clases] se volverá recurrente en los próximos años si no se hace una adaptación urgente», avisa.

Las medidas en materia de adaptación son diversas. La más importante es la que implica atajar el problema de raíz: reformar (o construir) los centros con un diseño bioclimático, es decir, que el edificio proporcione confort térmico por sí mismo. Luego, hay acciones sencillas pero que son imprescindibles implementar desde ya, según la opinión de las profesoras consultadas: grifos de agua potable; zonas exteriores techadas con zonas verdes; cubiertas ajardinadas en techos y fachadas; adaptar los horarios y clases; descansos que permitan que el alumnado se refresque; o ventiladores y aire acondicionado en las aulas.

Mientras, otra de las proclamas más repetidas estos días es la falta de un protocolo que indique cómo actuar ante las altas temperaturas. Desde la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias confirman que ya están trabajando en uno. Lo están haciendo junto a la Consejería de Sanidad y la Dirección General de Emergencias y Seguridad. La idea, explican, es tenerlo «en unas semanas» para poder aplicarlo «en episodios de calor que puedan producirse a final de curso o en posteriores».

«Al hablar de cambio climático, muchas veces no se nos cree a la comunidad científica cuando decimos que urge diseñar medidas de adaptación. Evidentemente, se ha demostrado que, a día de hoy, no hay un protocolo claro de cómo actuar frente a episodios intensos y prolongados de calor«, se queja el investigador Abel López.

Este protocolo, según la docente María Antonieta, debería incluir aspectos varios como la cancelación de exámenes, exposiciones o actividades que vayan a ser evaluadas y sean importantes para el alumnado, cambios en la dinámica de las clases de educación física, descansos entre clases más largos, detección temprana del cuadro previo al golpe de calor, la posibilidad de que el alumnado con riesgo pueda trabajar desde casa, y dar la potestad a equipos directivos o inspectores para suspender las clases cuando las condiciones sean extremas.

Si se mira fuera de las ocho islas, la situación es similar. En la península, Baleares y las ciudades autónomas se arrastran los mismos problemas de infraestructuras deficientes antes un calor sofocante del que no se libra ningún rincón de España: «Son del siglo pasado», dice Conxi Arlandis al hablar de las instalaciones donde trabaja. Ella es maestra de Educación Infantil en Murcia y miembro del colectivo Profes por el Futuro. Hace dos años, puso una denuncia a la Consejería al superarse en su clase los 30º C de temperatura. Aun así, «no hicieron nada al respecto más allá de adelantar la hora de salida del colegio», lamenta.

En Andalucía, a pesar de soportar temperaturas extremas durante más tiempo al año, «la mayoría de los centros no están preparados para dar clase en esas condiciones», cuenta Soledad Pedraza, quien conoce muy bien la realidad del sistema educativo. Ha trabajado en centros de Huelva, Málaga, Cádiz y Sevilla. «Nadie concibe estar en la oficina sin aire acondicionado. Ni en el dentista, ni en el supermercado, ni en el cine. ¿Por qué tienen que estar nuestros hijos e hijas y nuestros docentes sufriendo esas condiciones durante 6 horas al día?», se queja.

Y como apunta María Candelaria Rodríguez, también integrante de Profes por el Futuro, ninguna medida de adaptación tiene sentido «si no se acompaña de un cambio de modelo de desarrollo que favorezca la descarbonización de nuestra sociedad y frene el avance del cambio climático».

Una ola de calor sin precedentes en Canarias

El episodio de altas temperaturas comenzó el día 30 de septiembre y el 2 de octubre arrancó oficialmente la ola de calor, la cual es probable que dure hasta el domingo 15. Es decir, casi dos semanas de duración. Es, sin duda, algo inaudito. Esta ola de calor es ya la más larga para un mes de octubre y será una de las más largas en términos generales en Canarias, como confirma a Climática David Suárez, delegado territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Canarias. Además, este episodio es especial por la cantidad de récords de temperatura mínima y máxima que se han registrado. Solo en los primeros ocho días del mes se han pulverizado 77, como se puede ver en los mapas de abajo.

Además, a las altas temperaturas se le añade una calima intensa. Ambos eventos hacen que la salud de las personas –sobre todo de las más vulnerables– esté en serio peligro. Explica Suárez que, si bien desde los años 80 se aprecia una disminución de eventos de polvo, en los últimos años se acumulan los episodios severos. En este sentido, explica el meteorólogo que "en octubre no es tan habitual que se produzcan este tipo de episodios en Canarias".

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COMENTARIOS

  1. Pues no es sólo el calor.
    LA EDUCACIÓN CANARIA EN NÚMERO ROJOS: UNA DÉCADA DE RETROCESO ININTERRUMPIDO.
    La inversión en educación en Canarias ha experimentado un declive constante durante más de una década, coincidiendo con una caída en el PIB per cápita y una disminución de los ingresos fiscales. Mientras otras comunidades avanzan, Canarias se encuentra en la cola, afrontando un desafío que amenaza el futuro de su juventud. ¿Cuáles son las causas de este retroceso educativo y qué consecuencias acarrea para la región?.
    En 2002, Canarias contaba con el segundo mayor Presupuesto Inicial Consolidado de Educación per cápita, pero lamentablemente, en 2022, ha caído a la penúltima posición en esta categoría.
    A lo largo de estas dos décadas, el PIB per cápita de Canarias ha descendido desde la media de las CCAA hasta la última posición. Además, nuestros ingresos fiscales en relación con el PIB han experimentado un declive similar, pasando de ocupar el quinto lugar a cerrar la lista.
    Un reciente trabajo del periódico Público ha demostrado que las rebajas fiscales realizadas en Canarias han ocasionado una pérdida de 1.082 millones de euros en ingresos, lo que coloca a la región entre las comunidades con mayores reducciones fiscales, alcanzando el 2,4% del PIB.
    Estas rebajas fiscales injustificadas han colocado a Canarias en la retaguardia en términos de contribución fiscal, lo que ha representado el principal obstáculo para el sostenimiento de los servicios públicos en general, así como para alcanzar el objetivo del 5% del PIB destinado a la educación en 2022, tal como lo estableció la Ley Canaria de Educación en 2014.
    Superar la creciente brecha educativa en Canarias solo será posible mediante una financiación adecuada y sostenida en el tiempo. La Plataforma por el 5% del PIB para Educación ha destacado la importancia de revertir estas tendencias y priorizar la inversión en educación para el futuro de la comunidad.
    Es fundamental que las autoridades y la sociedad canaria trabajen en conjunto para abordar este desafío y promover un sistema educativo sólido que brinde igualdad de oportunidades a todos los ciudadanos de la región
    (Canarias Semanal)

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