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La expresión «ola de calor» ya resulta demasiado familiar en el continente europeo este verano. En el caso de Asia, la situación es muy similar. De hecho, los episodios de temperaturas extremas han llegado a ser incluso peores, sobre todo en China, donde un calor abrasador lleva 60 días consecutivos arrasando el país.
La ola a la que se enfrenta el territorio chino es la más extensa desde que el país empezó a recoger datos meteorológicos en 1961, superando el récord de 62 días de 2013. La situación obligó ayer lunes a la Administración Meteorológica de China (CMA en inglés) a activar el nivel cuatro de emergencia, la advertencia más severa en su escala, por undécimo día consecutivo.
Concretamente, «el número de días de alta temperatura en las diez provincias (regiones autónomas) de Henan, Jiangsu, Anhui, Zhejiang, Hubei, Jiangxi, Guizhou, Sichuan, Shaanxi y Xinjiang ha sido el más alto en comparación con el mismo período de la historia desde 1961. Y la cifra en las seis provincias (regiones autónomas y municipios) de Hunan, Shandong, Gansu, Ningxia, Yunnan y Shanghai ha sido la segunda más alta», explica el organismo.
El calor ha irrumpido en el país de la mano de la falta de precipitaciones. Los residentes de las regiones alrededor del río Yangtze, el más largo del país y el tercero del mundo, esperaban que el agua no se secara como lo ha hecho. En la provincia de Hubei, por ejemplo, esta sequía ha provocado que la población rural y el ganado tengan dificultades para acceder a agua potable desde el mes de junio. En total, se calcula que la situación ha dañado cerca de 400.000 hectáreas de cultivos.
Conectado al Yangtze se encuentra el mayor lago de agua dulce de China, el Poyang. Situada en la provincia oriental de Jiangxi, la masa de agua descendió a 11,99 metros a principios de agosto. Empezó así la estación seca de forma prematura. Concretamente, 16 días antes que el anterior récord de 2006 y más de dos meses antes que la media de estos últimos 19 años.
Medidas desesperadas
El nivel de agua de los ríos en el país es crucial para la plantas hidroelétricas de las que dependen muchas ciudades. En la provincia suroccidental de Sichuan, la situación es tan crítica que las autoridades han debido tomar medidas drásticas en la zona: numerosas fábricas cerraron la semana pasada para aliviar la escasez de energía, una decisión que chocaba con la demanda de aire acondicionado de la población.
Regiones como Beijing o Shanxi han enviado decenas de vehículos generadores a la zona. Y en otros lugares, las oficinas estaban obligadas a mantener la temperatura del aire acondicionado por encima de los 26 grados centígrados o prohibir el uso de los ascensores hacia ciertas plantas con el fin de conservar electricidad.
También la situación ha llevado al país a adoptar medidas más inusuales. El pasado 17 de agosto, las precipitaciones aliviaban la ciudad de Hubei, cerca del río Yangtze. Pero no fue ni un milagro ni una casualidad oportuna: fue lluvia artificial.
El yoduro de plata es la clave en esta técnica que China lleva utilizando desde la década de 1940. Los aviones disparan varillas de esta sustancia en forma de bala hacia las nubes existentes para formar cristales de hielo, que emulan a las partículas que condensan el agua. Con ello, se pueden crear lluvias, nevadas y suavizar el granizo.
La Administración Meteorológica de China prevé que esta ola de calor disminuya gradualmente a partir del 26 de agosto. Sin embargo, los daños producidos por las altas temperaturas y la falta de precipitaciones han desgastado a muchas ciudades, que pueden tardar en recuperarse teniendo en cuenta que este jueves una nueva amenaza se cierne sobre el territorio: el tifón Ma-on.