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Los ministros de Energía y Medioambiente del G7 se han comprometido a acelerar los esfuerzos para abandonar el uso del carbón y otros combustibles fósiles en la reunión sobre clima, energía y medio ambiente, que se celebró este fin de semana en Sapporo, Japón. «Subrayamos nuestro compromiso, en el contexto de los esfuerzos globales, por acelerar la eliminación gradual de los combustibles fósiles para alcanzar sistemas de energía con emisiones netas cero para 2050», han afirmado en una declaración conjunta. Sin embargo, no han llegado a un acuerdo definitivo en cuanto a los plazos y métodos para conseguirlo. El uso de energía la nuclear supone un punto de desacuerdo entre los integrantes del foro político intergubernamental.
Los integrantes del G7 señalan que es necesario diversificar las fuentes de suministro energético y desarrollar con rapidez «energías limpias, seguras, sostenibles y asequibles» dentro del marco de acción global acordado para 2050 y dirigido a limitar el incremento planetario de temperaturas a 1,5 °C. Pero no han concretado los plazos para acabar con el uso de los combustibles fósiles. El suministro energético del anfitrión de este encuentro, Japón, aún depende en gran medida del carbón y de la importación de gas y petróleo.
Una de las fuentes de suministro eléctrico propuestas por Japón es la energía nuclear. «Los países que optan por utilizar la energía nuclear reconocen su potencial para proporcionar energía baja en carbono asequible que pueda reducir la dependencia de los combustibles fósiles, para abordar la crisis climática y garantizar la seguridad energética mundial», añade en este sentido la declaración del G7.
Steffi Lemke, ministra de Medioambiente de Alemania, ha mostrado su rechazo a esta postura y ha manifestado en una rueda de prensa que «no es un secreto que los diferentes países del G7 tienen diferentes opiniones con respecto a la energía nuclear». De hecho, Alemania cumplió con su promesa de abandonar la energía nuclear y desconectó este fin de semana sus últimos reactores nucleares activos (Isar 2, Neckarwestheim 2 y Emsland).
En contraste, la Agencia EFE apunta que Japón decidió el pasado diciembre extender la vida útil de sus reactores nucleares para que puedan operar más allá de su límite actual de 60 años, en un cambio de política con la meta de reducir las emisiones de CO2 y garantizar su suministro eléctrico.
La Comisión Europea dio luz verde el año pasado a etiquetar la nuclear como ‘verde’ de cara a las inversiones del sector privado. El papel de la energía nuclear en la transición energética, sin embargo, es polémico por cuestiones relacionadas con la seguridad y el almacenamiento de los residuos radioactivos.
Polémico vertido de agua residuales de Fukushima al océano
Otro punto de conflicto tras las reuniones en Sapporo es el vertido al mar del agua contaminada y tratada que se acumula en la central nuclear de Fukushima y que tendría lugar a pesar de la oposición de los pescadores locales y países vecinos.
El texto firmado por el G7 también hace referencia a ese vertido y asegura que se llevará a cabo «de conformidad con las normas de seguridad y el derecho internacional sin causar daño a los seres humanos y al medioambiente». «Tenemos un respeto profundo por los esfuerzos del Gobierno japonés, pero no podemos dar la bienvenida al vertido de estas aguas», ha discrepado la ministra alemana, Steffi Lemke, una de las firmantes del documento.
Greenpeace se ha opuesto a este vertido y ha emitido un comunicado en el que lamenta que «las naciones del G7 han elegido la política sobre la ciencia y la protección del medio ambiente marino con su decisión de hoy de apoyar los planes del gobierno japonés de descargar aguas residuales radiactivas de Fukushima en el Océano Pacífico».
La organización cifra en 1,3 toneladas las aguas residuales radiactivas de la planta de Fukushima Daiichi, actualmente en tanques, que se verterían este año. Las naciones de la región de Asia Pacífico, encabezadas por el Foro de las Islas del Pacífico, también han expresado su oposición a estos planes. Greenpeace recuerda que algunos de los principales institutos oceanográficos y científicos marinos del mundo han advertido del uso del Océano Pacífico como vertedero de agua contaminada radiactiva.
«El gobierno japonés no ha podido proteger a sus propios ciudadanos, incluidas las comunidades pesqueras vulnerables de Fukushima», considera Greenpeace. El comunicado destaca que el gobierno de Japón está «obligado por el derecho internacional a realizar una evaluación integral del impacto ambiental, incluido el impacto de la contaminación marina transfronteriza» y que, en caso contrario, este vertido representaría una violación de la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar.
La entidad ambiental concluye que el desastre de Fukushima demuestra que la energía nuclear no es una alternativa viable para hacer frente a la crisis climática.