¿Independizarnos de la lluvia? Desaladoras, depuradoras y consumos crónicamente insostenibles 

Hoy, la regeneración y la desalación se plantean como claves para poder satisfacer nuestra demanda hídrica. Pero, ¿cuáles son los impactos ambientales de las llamadas “fuentes de agua alternativas”? Radiografíamos estas supuestas soluciones al estrés hídrico.
¿Independizarnos de la lluvia? Desaladoras, depuradoras y consumos crónicamente insostenibles 
Vista de la planta depuradora y regeneradora de El Prat de Llobregat, Foto: Helena Rodríguez.

“En una semana, el agua regenerada completa el ciclo desde que sale de los desagües domésticos hasta que vuelve a los grifos de los hogares barceloneses, mezclada con otras aguas”, explica Francisco Salguero, técnico de la Estación de Regeneración del Agua (ERA) del Prat de Llobregat (Barcelona), una de las más importantes de Europa. 

España es el líder europeo en reutilización de agua: según datos de la Asociación Española de Desalación y Reutilización (AEDyR), es el país que más volumen de agua regenerada produce (con una ratio de entre el 7 y el 13% del total del agua residual), y ocupa la quinta posición a nivel mundial en cuanto a capacidad de reutilización instalada. En los últimos años, el país ha incrementado la producción y los usos del agua reutilizada para hacer frente a las sequías, que se seguirán agravando como consecuencia de la crisis climática, y al estrés hídrico crónico, producido cuando las demandas de agua exceden a los recursos existentes de manera estructural, y empeorado con los períodos de lluvias insuficientes. Pero los procesos de fabricación y tratamiento de agua  –más intensamente la desalación que la depuración terciaria– suponen un alto coste energético con un impacto ambiental asociado que alerta a la comunidad científica.

La mayor parte de esta reutilización del agua se produce en las zonas sometidas a un mayor estrés hídrico: Valencia, Murcia, Andalucía, las Islas Baleares y las Canarias, así como las conurbaciones de Madrid y Barcelona. En el conjunto del país, la mayor proporción se utiliza para regadío agrícola, seguido de usos recreativos, municipales (riego de zonas verdes, limpieza de calles…) e industriales, mientras que se ha incrementado su uso para la mejora ambiental de otras fuentes de agua como acuíferos y ríos.

También en el Prat se encuentra la planta desalinizadora que genera más agua en la Unión Europea, y globalmente, España es el quinto país con mayor número de desaladoras en funcionamiento: más de 765 plantas con producciones superiores a los 100 m³/día, 360 de las cuales son desaladoras de agua de mar y 405 de agua salobre, según cifras de AEDyR. Y habrá más: en respuesta a unas sequías históricas, en mayo de 2023, el Consejo de Ministros aprobó la construcción de tres nuevas grandes plantas desaladoras, mientras Acuamed tiene previsto invertir 600 millones de euros en la construcción de nuevas desaladoras más pequeñas, alimentadas por energía solar, y una de las primeras medidas que el nuevo Gobierno de la Generalitat anunció fue la construcción de una nueva desaladora en la Costa Brava

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