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Eran las cinco de la tarde. Jueves 27 de mayo de 2019. Varias máquinas industriales asfaltaban un carril de la A5. Un hombre ondeaba una pequeña bandera para avisar a los coches de que debían reducir la velocidad. A lo largo de algunos kilómetros, varios obreros realizaban diferentes tareas. El reloj marcaba 40 ºC. España estaba sumida en la primera ola de calor del verano, una de las mayores de la historia. Dos hombres murieron y otro fue ingresado después de sufrir un golpe de calor mientras trabajaba en el campo.
“La exposición a temperaturas de moderadas a extremas podría ser la responsable de más de medio millón de los accidentes de trabajo que ocurrieron durante el periodo de estudio», sostiene un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), que analiza los datos de casi 16 millones de accidentes laborales registrados en España entre 1994 y 2013. El informe añade que las altas temperaturas provocan un aumento del 9% en la posibilidad de sufrir un accidente laboral.
Según un estudio de la Organización Mundial del Trabajo (OIT) publicado esta semana, el cambio climático provocará la pérdida de 80 millones de empleos y pérdidas de 2.400 millones de euros en 2030 debido al aumento del estrés térmico que sufrirán los trabajadores, es decir, “la carga de calor que se recibe y acumula en el cuerpo humano como consecuencia de las condiciones ambientales”. “Es un dato muy contundente que viene a corroborar lo que se dice en otros estudios que dibujan un escenario bastante sombrío, en los que se señala que en 2016 se produjo un descenso de la productividad a nivel mundial del 5,3% respecto a los niveles del año 2000”, explica Begoña María-Tomé Gil, responsable de Cambio Climático y Energía del Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS), vinculado a Comisiones Obreras (CCOO).
Sin embargo, estos cálculos, como reconoce la OIT, son “conservadores”, al considerar que el aumento promedio de la temperatura no superará los 1,5º C y que determinados trabajos como la agricultura o la construcción se realizan a la sombra, cuando no es así. Según la OIT, “en 2030 la pérdida prevista de horas de trabajo en todo el mundo aumentará a un 3,8%, el equivalente a 136 millones de puestos de trabajo”.
Vulnerabilidad
Según el Plan Nacional de Actuaciones Preventivas por Altas Temperaturas del Ministerio de Sanidad, “la región mediterránea se ha identificado como una de las áreas más vulnerables al cambio climático”. Además, el sector agrícola y la industria de la construcción, dos ámbitos clave dentro del mercado laboral de España, serán dos de los más afectados, según la previsión de la OIT. Todo esto provocaría que España se acabe convirtiendo en el país europeo con una mayor pérdida de empleos: 7.700 en el año 2030. “Efectivamente, España es un país muy vulnerable a los efectos del cambio climático”, señala Tomé. “Según diversos estudios, nuestro país es el segundo del mundo que más episodios de calor extremo está sufriendo. Tenemos que entender que este es un país que depende mucho de sectores como el agroalimentario, que se va a ver muy afectado. La industria del vino, por ejemplo, ya está estudiando cómo se va a adaptar a estos escenarios”, explica la experta en cambio climático y energía.
Sin embargo, las regiones más afectadas, según la OIT, serán Asia meridional y África occidental, “en las que se producirá una pérdida de cerca del 5% de las horas de trabajo en 2030, es decir, 43 millones y 9 millones de puestos de trabajo respectivamente”. Una de las consecuencias será la migración de millones de hombres y mujeres de las regiones más pobres. “En aquellos países menos industrializados, donde el trabajo es más manual, las consecuencias del cambio climático en la productividad serán mucho mayores. La literatura científica nos dice que el cambio climático no tiene consecuencias iguales en todos los países, sino que agrava aquellas situaciones de vulnerabilidad”, aclara Begoña María-Tomé, quien señala que una subida de 4 ºC en la temperatura media de los países desarrollados produciría la misma pérdida que un incremento de 1,5 ºC en los países del sureste asiático.
Mitigar el estrés térmico
El año pasado, en plena ola de calor en agosto, dos hombres perecieron mientras trabajaban asfaltando carreteras en Murcia y Sevilla. El usuario de Twitter @avelasgar decidió parar cuando empezó a sentirse mal. Salvó su vida pero le costó el trabajo: “Ayer en el curro me pidieron que descargara un camión a las 2 de la tarde, al sol y en plena ola de calor. 2 horas después estaba con temblores, frío y mareos, casi desmayado. Hoy me lo pidieron de nuevo y me negué. Me han echado”.
¿No cuentan las empresas con protocolos que impidan a sus empleados trabajar con temperaturas extremas? ¿Es necesario que los trabajadores y las trabajadoras alerten de que es imposible realizar determinados trabajos ante tales condiciones? “Para el trabajo en interior tenemos una legislación más específica que la mayoría de los países de nuestro entorno, porque tenemos valores de referencia. El problema se produce en exteriores, donde las normas son más abstractas”, señala Claudia Narocki, técnica del Área de Salud Laboral de ISTAS. Narocki cree que a pesar de los avances en esta materia, las empresas deben contar con planes específicos para cada situación: “En la mayor parte de las empresas se hace una evaluación de riesgos en un día concreto que no sirve para generalizar. Una medición hecha en mayo no sirve para los meses de verano”, denuncia. Y asegura que en nuestro país existen muchas medidas para temas de salud pública, pero no tanto para los trabajadores y las trabajadoras en particular.
Ante este panorama, desde ISTAS han elaborado un informe con propuestas para proteger la salud de la población trabajadora ante el cambio climático. La OIT, por su parte, “aboga por la formulación, financiación y aplicación de políticas nacionales que permitan paliar los riesgos del estrés térmico y proteger a los trabajadores” como la adecuación de los métodos de trabajo en interiores y exteriores, la adaptación de los horarios de trabajo, una correcta vestimenta, establecimiento de lugares a la sombra o la realización de descansos.
Actualmente las hojas de las plantas a causa de las altas temperaturas que tienen que soportar aparecen quemadas, yo misma soy testigo y también he leído comunicados al respecto de agricultores y sindicatos agrícolas que lo confirman.
El ser humano no es de acero. Tampoco lo puede resistir.
Sin exponerme al sol, desde que han llegado estas altas temperaturas, un día tengo una dolencia y otro otra además de falta de energía y por lo que escucho no soy yo sóla, incluso gente joven está igual.
Otra vez volvemos a la construcción. Este tema pinta mal otra vez y da que pensar ya que se ven montones de pisos nuevos y sin estrenar todavía, construídos antes de la crisis del 2007. Esto no tiene ni piés ni cabeza.
Sin vino se puede pasar sin agua no. A la industria del vino ni una gota de agua. La vid se cría igualmente en secano.