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El Niño ha empezado a debilitarse. Si las proyecciones se cumplen (y normalmente lo hacen), este periodo de calentamiento natural del océano Pacífico tropical irá suavizándose hasta desaparecer en los meses de mayo o junio. Tras él, quedan nueve meses de temperaturas récord (todavía pueden ser más), que han contribuido a hacer de 2023 el año más cálido del que tenemos registros, han agravado las sequías en América Latina o han causado lluvias torrenciales en el Cuerno de África. Pero, ¿cuánto de todo lo experimentado el último año es El Niño y cuánto es cambio climático? ¿Y qué pasará con el calentamiento global en lo que resta de 2024?
El Niño en 2023 y 2024, de récord
El fenómeno de El Niño no es algo puntual. Forma parte de un patrón oceánico y atmosférico cíclico en la zona central del Pacífico. Conocido técnicamente como El Niño-Oscilación del Sur (ENOS), consta de una fase cálida, acompañada de lluvias en el Pacífico oriental y sequía en el occidental, conocida como El Niño, y una fría, La Niña. Entre medias también existe una fase de condiciones neutrales. ENOS no es el único patrón cíclico en el clima del planeta, pero sí el más intenso, ya que sus efectos se dejan notar en todo el globo.
Aunque se repita en ciclos, este patrón no es periódico, porque no sigue periodos de tiempo regulares. Por ejemplo, el último episodio de La Niña se alargó tres años, mientras el anterior, entre 2016 y 2018, duró algo más de año y medio. Lo mismo sucede con los periodos de El Niño, que suelen ser algo más cortos (entre 9 y 12 meses). La fase cálida de ENOS en la que nos encontramos se hizo fuerte sobre el Pacífico en julio de 2023 y parece que mantendrá su dominio hasta mayo o junio de 2024. No ha sido El Niño más intenso hasta la fecha, pero casi, solo superado por uno particularmente fuerte entre mayo de 2014 y junio de 2016.
Sea como sea, todo parece indicar que la actual fase cálida de El Niño irá dejando paso a condiciones neutrales: así lo proyectan la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y la NOAA de Estados Unidos. Sin embargo, sus efectos no desaparecerán de forma inmediata. De acuerdo con la OMM, los impactos de El Niño, en un contexto de cambio climático global como el actual, son más evidentes hacia el final del evento, por lo que todavía podemos esperar temperaturas oceánicas y atmosféricas inusualmente altas durante los próximos meses.
El Niño y el cambio climático
Según los datos de la Organización Meteorológica Mundial, la temperatura media de la superficie global estuvo 1,45 °C por encima de la media preindustrial en 2023. El servicio europeo Copernicus habla por su parte de 1,48 °C de calentamiento, con temperaturas récord, mes tras mes, tanto en la tierra como en los océanos. Además, recalcan ambos organismos, el cambio climático es el gran responsable de estos registros y El Niño solo contribuye a ellos en menor medida.
«El calentamiento global está elevando gradualmente las temperaturas medias de todo el planeta, independientemente de cualquier efecto que tenga ENOS. Tuvimos tres años consecutivos de La Niña antes de El Niño de 2023-2024 y todos esos años estuvieron entre los 10 más cálidos registrados en la historia», explica Michelle L’Heureux, investigadora del Climate Prediction Center de la NOAA. «Si La Niña vuelve a imponerse, podrá hacer que la subida de la temperatura global no sea tan marcada, pero es muy poco probable que revierta la tendencia».
¿Volverá La Niña en 2024?
«No tenemos claro por qué, pero la primavera del hemisferio norte es una época en la que los modelos climáticos son menos precisos. Aun así, gracias a que venimos de un fuerte fenómeno de El Niño, este año creo que podemos confiar bastante en las proyecciones», añade L’Heureux. La institución para la que trabaja es la que se aventura con pronósticos más concretos para la segunda mitad del año y le da un 85% de probabilidades al regreso de La Niña durante el otoño o el invierno boreales. En su último informe, la OMM señala por su parte que existe la posibilidad de que se desarrolle La Niña hacia final de año, pero mantiene que las probabilidades son inciertas.
¿Superaremos la barrera de los 1,5 °C en 2024?
Febrero de 2024 ha sido el mes de febrero más cálido desde que existen registros. El mismo récord se puede aplicar a sus predecesores: enero, diciembre, noviembre, octubre, septiembre, agosto, julio y junio, según Copernicus. Durante algunos periodos de esos meses, la temperatura media global se mantuvo más de 1,5 °C por encima de la media preindustrial, lo que significa que la humanidad está un poco más cerca de incumplir el objetivo que se marcó en el Acuerdo de París. Este pacto global hace referencia a no haber superado este límite a finales de siglo para esquivar los peores efectos del cambio climático.
Es cierto que el efecto invernadero causado por el CO₂, el metano y otros gases emitidos por las actividades humanas, ayudado por El Niño, ha elevado las temperaturas del planeta puntualmente por encima de este límite. Sin embargo, por ahora la barrera no se ha superado durante un año completo ni tampoco significa que el objetivo del Acuerdo de París haya quedado obsoleto. «Alrededor de la tendencia creciente de la temperatura media global existe una variabilidad en la que intervienen forzamientos que cambian el equilibrio energético del planeta, como los gases de efecto invernadero o los aerosoles de los volcanes, y factores naturales, como El Niño», explica Roberto Bilbao, del Centro de Supercomputación de Barcelona (BSC, por sus siglas en inglés).
En el BSC han desarrollado un modelo climático con el que, cada año, elaboran una predicción de la evolución de las temperaturas en los 10 años siguientes. Su pronóstico para 2023 hablaba de un calentamiento de entre 1,44 °C y 1,55 °C respecto a la media preindustrial, con una estimación central de 1,49 °C. Las mediciones reales acabaron arrojando un calentamiento de 1,48 °C, según Copernicus. Para 2024, el modelo estima que existe una probabilidad del 74% de que se superen los 1,5 °C por primera vez.
Los ordenadores del BSC no son los únicos en señalar esta posibilidad. El Met Office, el servicio meteorológico de Reino Unido, es el encargado de recoger las proyecciones de una decena de modelos diferentes (entre los que está el del BSC) para la Organización Meteorológica Mundial. Todavía no han publicado sus pronósticos definitivos para 2024, pero sí que han hecho público que existe una probabilidad real, por primera vez, de que este sea el año en que se supere la barrera de los 1,5 °C.
Aun así, pase lo que pase, el objetivo del Acuerdo de París seguirá vivo a final de año. Para eliminar los efectos de la variabilidad natural, solo se considerará superada la barrera de los 1,5 °C de calentamiento si esta subida de las temperaturas se mantiene durante 20 años. «Solo teniendo en cuenta un periodo de tiempo amplio se puede cancelar el efecto, por ejemplo, de un año con un El Niño fuerte», explica Roberto Bilbao. «Lo que está claro es que el calentamiento global no se ha parado».
Además, añade el investigador, teniendo en cuenta las mediciones de la última década y las proyecciones para los próximos 10 años, el momento en que superaremos, de verdad, el límite de los 1,5 °C está cada vez más cerca. «A día de hoy, si usamos 2024 como el año central de un periodo de 20 años, no se han superado los 1,5 °C. Pero es muy probable que sí se haga en algún momento de la próxima década», señala. Más allá de la barrera de los 1,5 °C no está el fin del mundo, pero sí un territorio cada vez más complejo y variable, en el que los efectos del cambio climático serán más extremos y frecuentes y sus impactos en nuestras sociedades, más severos.