«En Ámsterdam, la Izquierda Verde no ha tenido agallas para aprovechar la crisis»

Entrevista a Floor Milikowski, periodista y geógrafa social holandesa.
«En Ámsterdam, la Izquierda Verde no ha tenido agallas para aprovechar la crisis»
Floor Milikowski. Foto: 2020-07-17-ACH1-milikowksi-6-FC-web

Floor Milikowski (Ámsterdam, 1980), periodista y geógrafa social, lleva más de una década escribiendo sobre los grandes desafíos de su ciudad natal: el turismo de masas, la escasez de vivienda, la invasión del capital extranjero y la consiguiente erosión de la calidad de vida de la mayoría de sus habitantes. Como muchos, experimentó un extraño alivio cuando, de un día para otro, la pandemia vació la ciudad. “El silencio y el vacío se sintieron dolorosos y ominosos. Pero también produjeron una gran hermosura”, escribió a finales de julio en un reportaje en la revista De Groene Amsterdammer. “Sin las muchedumbres de siempre, la plaza del Dam de repente se reveló preciosa. Los canales eran un oasis de tranquilidad. Hubo inquilinos de la zona roja que enhebraron por primera vez una conversación con sus vecinos”.

Desde el papel higiénico hasta los cuidados médicos y el espacio callejero, la crisis pandémica ha generado nuevas formas de escasez. ¿También ha creado una oportunidad para imaginar e implementar nuevas políticas progresistas? En su reportaje, Milikowski cita a Winston Churchill, quien en 1945 subrayó que las crisis son para aprovecharlas. Pero cuando hablo con ella, a comienzos de agosto, lo que expresa, sobre todo, es su decepción ante la falta de creatividad y valor en el ayuntamiento de Ámsterdam, que desde hace dos años está en manos de una coalición de izquierdas que incluye a la Izquierda Verde (GroenLinks), el partido más votado en las últimas elecciones municipales. “Lo que veo, sobre todo, es una pobreza de ideas”, dice. “Al principio de la crisis todos se decían: este es el momento para los grandes cambios. Pero han faltado agallas”. 

Pero todavía hay tiempo, ¿no?

Me temo que no. Ya casi es tarde. Ayer estuve en el centro y ya están volviendo los turistas. Lo malo es que el que vuelve es el turismo de poco valor añadido: jóvenes que solo vienen para beber y fumar. Llegan en automóvil porque muchos aún no se atreven a volar. Y muchas veces incluso duermen en el coche, por lo que los ingresos que aportan son mínimos. Al mismo tiempo, ahora que se empiezan a imponer las mascarillas obligatorias en las calles más concurridas, el ambiente se ha hecho algo siniestro.

En su reportaje, habla de un movimiento ciudadano que pide un incremento radical de las tasas turísticas para racionar el turismo sin dejar de generar ingresos para el gasto social. El gobierno municipal ha rechazado la idea de racionar el acceso a la ciudad. “Sería como colocar torniquetes”, le dijo el líder de la Izquierda Verde.

Lo que veo en los políticos es temor. El Ayuntamiento no se atreve a tomar decisiones porque está muy preocupado por el desempleo. Así que, en lugar de aprovechar el momento para hacer grandes cambios, está buscando regresar cuanto antes a cierta normalidad. 

¿Cuál debería haber sido el actor político que tendría que haber aprovechado la ocasión?

La misma Izquierda Verde. Ha perdido una gran oportunidad. Estoy convencida de que, sobre todo al principio de la crisis, habría sido posible generar un gran apoyo popular para implementar cambios auténticos. 

¿Y no se han atrevido?

En efecto. Otro factor ha sido el problema clásico de la Izquierda Verde: su falta de experiencia en la gestión. Una cosa es tener planes, otra muy distinta ponerlos en práctica. Por otra parte, no podemos olvidar que el ayuntamiento lo gobiernan los Verdes en una coalición que también incluye a partidos más centristas o liberales. Y, como siempre en Holanda, el enfoque en los procesos consensuados no facilita los cambios radicales. Por más que el ayuntamiento sea de izquierdas y quiera dejar atrás el legado de varias décadas de política neoliberal, solo se está alejando de él a pasos muy pequeños. 

¿Qué podría haberse hecho que no se hizo en abril o junio?

Muchas cosas. Al comienzo, cuando los bares y restaurantes empezaban a sufrir, el ayuntamiento podría haber aprovechado para comprar esos locales para convertirlos a otros usos. En lugar de eso, estamos viendo cómo se aprovechan todo tipo de inversores dudosos para expandir sus portafolios. Así también el ayuntamiento podría haber intervenido con mucha más contundencia en la reorganización de los espacios públicos, ahora que el distanciamiento social impone que haya más espacio para los peatones y bicicletas, por ejemplo. 

¿Otros ayuntamientos han sido más decisivos?

Sin duda. Si ves lo que está ocurriendo en Milán, por ejemplo, está claro que Ámsterdam se está quedando atrás, por más pionera que haya sido históricamente en lo que respecta al uso de la bicicleta. 

Hay que decir que la pandemia en Italia se vivió de forma bastante más severa que en los Países Bajos. Volviendo la idea de Churchill, en Italia ha habido más crisis que aprovechar.

Es verdad. Aquí el gobierno nacional, con el primer ministro Rutte a la cabeza, ha apostado desde el principio a un rápido regreso a la normalidad. Por otra parte, también es verdad que las grandes transformaciones siempre son difíciles de implementar. Se ve en el Barcelona de Ada Colau. Las ciudades son como petroleros masivos: tienen una inercia enorme. Los cambios de rumbo toman tiempo. 

Si la política ha sido pusilánime, ¿ha habido otros colectivos capaces de generar ideas o políticas nuevas?

Ha sido notable la iniciativa ciudadana a favor de racionar el turismo mediante un incremento de las tasas turísticas. Se ha circulado una petición que ha generado muchísimo apoyo en poco tiempo. La verdad, claro, es que nadie sabe si volverá el turismo de masas de la misma forma que lo sufrimos en los últimos años. Como tampoco se sabe cuáles serán las consecuencias a largo plazo del trabajar desde casa. Lo que sí sabemos es que la posibilidad de trabajar en casa hace que la distancia entre la casa y el lugar del trabajo esté teniendo cada vez menos peso.

Los que han nacido y se han criado en Ámsterdam hace años que abandonan la ciudad porque se ha vuelto demasiado cara y desagradable. 

Esa tendencia la veo continuar con más intensidad. Antes era normal que los jóvenes que se criaban en la provincia se mudaran a las grandes ciudades por motivos de trabajo o de comunidad. Hoy, cada vez más deciden quedarse, con lo que, a su vez, están regenerando a las ciudades más pequeñas. Hace 30 años, con el nacimiento de Internet, se predecía que se vaciarían los grandes centros urbanos. Entonces se produjo más bien un movimiento opuesto. Pero ahora puede que esa profecía se acabe cumpliendo. A mí me parece muy positivo. Hay mucha gente creativa y emprendedora para quienes las grandes ciudades resultan limitadoras.  

¿La pandemia también ha servido como motor de creatividad en ese sentido?

Curiosamente, aquí en Ámsterdam, además de la sociedad civil, donde más creatividad veo es entre los empresarios. Han sido mucho más rápidos que los políticos en adaptarse a la nueva situación y buscar soluciones innovadoras. 

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  1. La deforestación en América del Sur continúa a un ritmo que casi no está disponible. En las dos primeras semanas de septiembre, ha habido un 86 por ciento más de incendios en el Amazonas en comparación con el mismo período del año anterior, y los incendios y desastres naturales en Brasil y Argentina este año superan el desastre que el mundo presenció en 2019.
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  2. En Montenegro,
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    https://avaaz.org/community_petitions/en/oliver_varhelyi_eu_commissioner_for_neighbourhood__save_sinjajevinas_unique_nature_and_local_communities/

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