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El IPCC (Panel Intergubernamental de Especialistas sobre el Cambio Climático) celebra elecciones entre el 25 y el 28 de julio en Nairobi (Kenia). Durante el encuentro se renovarán todos los grupos de trabajo y órganos de decisión de cara al Séptimo Ciclo de Evaluación.
El 26 de julio se elegirá a la persona que presidirá el IPCC. Cuatro personas optan al cargo. En Climática hemos elaborado un cuestionario común con 10 preguntas para conocer las propuestas de los dos candidatos y las dos candidatas.
Debra Roberts (62 años) es una científica nacida en Sudáfrica, donde reside y desarrolla gran parte de su carrera profesional. Doctora en biogeografía urbana, Roberts aspira a presidir el IPCC durante la década más importante para la acción climática tras recibir el respaldo de su país. Si lo consigue, será la primera mujer en ocupar el cargo.
Desde 2016, es responsable de la Unidad de Iniciativas para una Ciudad Sostenible y Resiliente del municipio de Thekwini (Durban, Sudáfrica). Roberts también ejerce como presidenta del Consejo Científico de AXA Research Fund. En el pasado, formó parte del equipo negociador sudafricano de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
En el IPCC ha participado como autora principal del capítulo 8 (Zonas urbanas) y ha sido autora colaboradora del capítulo 12 (África) en el informe del Grupo de Trabajo II del Quinto Informe de Evaluación (AR5, 2014). Durante el Sexto Ciclo de Evaluación (2015-2023) fue copresidenta del Grupo de Trabajo II del IPCC.
Debra Roberts, incluida en 2019 en una lista de las 100 personas más influyentes del mundo en política climática, lleva tres décadas trabajando en la interfaz ciencia-política-práctica en ámbitos como la planificación y gestión de la biodiversidad, la adaptación al cambio climático y su mitigación, el desarrollo sostenible y la resiliencia a escala local e internacional. Ahora quiere llevar todos esos conocimientos y experiencia al mayor grupo de especialistas en cambio climático.
¿Por qué ha decidido presentarse a estas elecciones?
La decisión de nominarme para presidir el IPCC fue tomada en 2022 por el Gabinete del Gobierno sudafricano. Acepté el nombramiento porque creo que el Séptimo Ciclo de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) es crítico y que mis más de 30 años de experiencia en la interfaz ciencia-política-práctica me sitúan en una buena posición para contribuir positivamente al liderazgo de la organización, ayudándola a innovar y responder eficazmente a los retos y oportunidades del ciclo.
¿Por qué debería ser usted la próxima persona en dirigir el IPCC?
Ya hemos atravesado un tercio del «decenio de acción» de las Naciones Unidas –centrado en acelerar las soluciones sostenibles a todos los grandes retos del mundo– y los responsables políticos tienen que tomar decisiones cada vez más difíciles sobre los numerosos desafíos a los que nos enfrentamos. Así pues, es importante que la próxima persona en presidir el IPCC tenga la experiencia adecuada para la tarea clave a la que nos enfrentamos en esta década: la ejecución. Por eso me presento a la presidencia del Séptimo Ciclo de Evaluación.
Soy una científica con una sólida formación en el campo de la ciencia y la tecnología, con tres décadas de experiencia en políticas y prácticas sobre el terreno. Aporto un enfoque práctico a la ciencia, preguntándome siempre qué es lo más útil para los responsables de la toma de decisiones, que deben decidir, basándose en pruebas, qué opciones aplicar.
Tengo una amplia experiencia en diversos campos, como la biodiversidad, la mitigación y adaptación al cambio climático, la sostenibilidad y la resiliencia, y puedo utilizar esas competencias para ayudar a mantener la excelencia científica del IPCC. Como comunicadora experta que siempre busca tender puentes, también puedo aumentar la concienciación sobre el IPCC y garantizar un enfoque más integrado de su trabajo.
También creo que la elección de la primera mujer presidenta del IPCC enviaría una señal clara a las científicas de todo el mundo y contribuiría a mejorar el equilibrio de género. Teniendo en cuenta todos estos factores, considero que éste es un momento singular en el que podré prestar un mayor servicio al IPCC y a sus miembros.
De salir elegida como nueva presidenta del IPCC, ¿qué medidas o novedades le gustaría llevar a cabo?
Como presidenta del IPCC tendría tres prioridades. En primer lugar, quiero aprovechar los progresos que ya hemos hecho reforzando los cimientos del IPCC para que podamos seguir cumpliendo nuestro creciente mandato científico. Mis años de trabajo en la interfaz ciencia-política-práctica me han enseñado que los mejores resultados se obtienen trabajando juntos, dando prioridad a la equidad y a la responsabilidad compartida. Si salgo elegida, quiero trabajar junto a los vicepresidentes del IPCC en un Comité Directivo, construyendo un equipo de liderazgo fuerte, unificado y experto.
También apoyaré y promoveré una integración continua y mejor entre los tres Grupos de Trabajo y con el Grupo de Trabajo sobre Inventarios Nacionales de Gases de Efecto Invernadero y el Grupo de Trabajo sobre Apoyo de Datos para las Evaluaciones del Cambio Climático, a fin de ofrecer productos aún más integrados y pertinentes para las políticas. Además, quiero crear una cultura y unas prácticas de trabajo que apoyen a nuestra gente mediante un liderazgo respetuoso y solidario, y que haga avanzar nuestra labor en materia de diversidad, equidad e inclusión. La defensa de la paridad de género y la inclusión de más científicos que inician su carrera en el trabajo del IPCC es también una prioridad.
En segundo lugar, el IPCC es el referente de la evaluación científica del cambio climático. Quiero aprovechar esto para que los formuladores de políticas y los profesionales estén armados con evidencia de clase mundial basada en el conocimiento más completo en todas las geografías y disciplinas académicas. Los extraordinarios esfuerzos de años de trabajo de la comunidad investigadora mundial han dado lugar a un aumento espectacular de la bibliografía disponible sobre el cambio climático, lo que ha incrementado la carga de trabajo de nuestros científicos voluntarios, haciendo cada vez más difícil una evaluación exhaustiva de la bibliografía.
Podemos hacer frente a este reto trabajando con grupos como la comunidad de Inteligencia Artificial y los que trabajan en Aprendizaje Automático y Lectura Automática para investigar nuevas formas de proporcionar a los autores apoyo práctico para que puedan ampliar el volumen de literatura que utilizan sin sacrificar los plazos que debemos cumplir. Además, necesitamos recurrir a una base más amplia de conocimientos, como los conocimientos de los profesionales, los conocimientos indígenas y la literatura en lenguas distintas del inglés, si queremos proporcionar pruebas que impulsen la acción sobre el terreno.
También podemos mejorar nuestros procesos y resultados estrechando los vínculos con organizaciones como el Programa Mundial de Investigaciones Climáticas, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) y ONU-Hábitat, y fomentar el apoyo constante de la comunidad científica mediante la participación de las academias de ciencias de todo el mundo.
En tercer lugar, quiero asegurar que el trabajo del IPCC comforme más decisiones en el mundo real que nunca. Existe una necesidad demostrada y popular de que el IPCC aporte más pruebas y conocimientos regionales, por lo que nuestro trabajo es aún más útil para los responsables políticos y los profesionales que necesitan comprender la realidad y las opciones tangibles para su Estado o región. Por ejemplo, los gobiernos se enfrentan a la necesidad muy real de comprender las implicaciones tanto de la variabilidad del cambio climático como del cambio climático en su región en los próximos cinco años, no sólo el impacto del cambio climático durante el próximo siglo, y necesitan pruebas sobre lo que pueden hacer este año para proteger a su ciudadanía y mejorar su modo de vida.
El uso de informes especiales nos permitiría avanzar con mayor rapidez, posibilitando que un mayor número de decisiones en el mundo real estuvieran fundamentadas en los mejores y más recientes conocimientos científicos. Pueden abordar específicamente temas solicitados por el Grupo, ser muy pertinentes para las decisiones políticas y animar a los grupos de trabajo a colaborar.
Seguir mejorando las pruebas regionales y el uso de expertos regionales mediante una base más amplia de candidaturas también mejorará el liderazgo científico del IPCC y creará una evaluación más equilibrada y equitativa. Asimismo, el desarrollo de material de comunicación más centrado en las regiones contribuirá a aumentar el impacto de los informes del IPCC.
¿Cuál cree que debería ser el papel del IPCC en esta década y en las siguientes?
El papel del IPCC seguirá evolucionando a medida que cambien las necesidades del Panel. Creo que cada vez será mayor la demanda de que el Panel aporte pruebas que puedan servir de base para una aplicación eficaz y viable en diferentes contextos regionales, así como para evaluar las repercusiones de superar los 1,5 ºC de calentamiento global y las respuestas estratégicas disponibles para diferentes sectores y sistemas.
El informe del Grupo de Trabajo III publicado el año pasado tuvo entre sus autores a dos empleados de compañías petroleras y a un negacionista del cambio climático. ¿Considera correcto que puedan formar parte los informes del IPCC? ¿No cree que puede afectar a la credibilidad del Panel?
Al seleccionar a los autores a partir de las candidaturas presentadas por los gobiernos miembros y las organizaciones observadoras del IPCC, las Mesas de los Grupos de Trabajo tienen en cuenta no sólo la variedad de opiniones y conocimientos científicos, técnicos y socioeconómicos necesarios, sino también cuestiones de representación geográfica para garantizar una adecuada diversidad de especialistas procedentes de países en desarrollo y desarrollados y de países con economías en transición. La selección también se centra en crear una mezcla de autores con experiencia previa en el IPCC y aquellos que son nuevos en el proceso, y se esfuerza por crear un equilibrio de género en los equipos de autores. Esta diversidad del grupo de autores es el punto fuerte del proceso del IPCC, ya que garantiza que se tengan en cuenta muchos puntos de vista, perspectivas y disciplinas diferentes durante el proceso de evaluación y contribuye a unos resultados científicos sólidos. Todas las personas seleccionadas tienen una importante contribución que aportar al debate.
Una de las principales críticas al IPCC es la falta de diversidad de género y de países entre sus autores. ¿Comparte usted esta opinión? ¿Qué cree que debe cambiar en el Panel para mejorar en ambos aspectos?
El IPCC sigue mejorando la representatividad de sus equipos de autores. Por ejemplo, cuando se elaboró el primer informe de evaluación en 1990, sólo el 8% de los autores eran mujeres, y en este Sexto Ciclo de Evaluación eran el 33%.
El hecho de que una mujer dirija el IPCC por primera vez supondría un importante paso adelante para fomentar un equilibrio de género aún mayor y demostrar que el IPCC está preparado para cumplir sus promesas. Habiendo sido una de las tres únicas mujeres copresidentas de grupos de trabajo en la historia del IPCC, hubo numerosas ocasiones durante este ciclo en las que compañeras se me acercaron para indicarme que era estimulante ver a una mujer dirigiendo el Grupo de Trabajo II por primera vez y que esto les daba más confianza en sus contribuciones al informe.
La diversidad regional también sigue mejorando. Por ejemplo, en el Quinto Ciclo de Evaluación, el 8% de los autores procedían de la región africana, porcentaje que ha aumentado al 11% en este Sexto Ciclo.
Pero, obviamente, aún queda mucho trabajo por hacer para mejorar el equilibrio regional y de género, por ejemplo, fomentando una gama más amplia de candidaturas procedentes de los Puntos Focales Nacionales del IPCC, aumentando la concienciación sobre el trabajo del IPCC entre las instituciones terciarias, las redes universitarias y las academias de ciencias e incrementando la capacidad de los autores para trabajar en equipos diversos.
Otra crítica que recibe a menudo el IPCC es que sus informes utilizan un lenguaje suavizado en los resúmenes para responsables de políticas (conocidos en inglés como SPM) ya que son resultado de la negociación con los países. ¿Considera esto una ventaja o un inconveniente?
La fuerza del IPCC reside en su proceso de coproducción, en el que tanto la comunidad política como la científica colaboran para elaborar informes científicamente precisos y pertinentes para las políticas. Pero son siempre los científicos los que ‘hold the pen’ y tienen la última palabra sobre el contenido de los SPM, garantizando que los resúmenes del IPCC reflejen fielmente la bibliografía evaluada.
La crisis climática y la pérdida de biodiversidad son las dos grandes crisis medioambientales de nuestro tiempo y requieren una actuación conjunta. Hace unos años, los dos máximos organismos en la materia (IPCC e IPBES) publicaron un trabajo conjunto. ¿Cree que debería reforzarse aún más la colaboración entre ambos?
Si queremos crear un presente y un futuro seguros y sostenibles para todos nosotros, los responsables de la toma de decisiones deben hacer frente no sólo al cambio climático, sino a una amplia gama de otros retos como la pérdida de biodiversidad, la contaminación, la rápida urbanización, la pobreza y la desigualdad.
El IPCC puede mejorar su relevancia y el impacto de sus informes estrechando lazos no sólo con la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), sino también con organizaciones como el Programa Mundial de Investigaciones Climáticas, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y ONU-Hábitat.
Me gustaría conocer su posición sobre determinadas tecnologías como la energía nuclear, la captura y almacenamiento de carbono (CAC), la eliminación de dióxido de carbono (CDR), el hidrógeno renovable y los vehículos eléctricos. También qué opina de la carne, un tema siempre polémico.
Es importante reconocer que no existe una única tecnología que resuelva la crisis climática. Los informes del IPCC indican que una mitigación ambiciosa requerirá el uso de una amplia gama de enfoques, incluida la electrificación de usos finales como el transporte. Dicha electricidad tendría que proceder de tecnologías con bajas o nulas emisiones de carbono, con diferentes porcentajes de nuclear, biomasa, energías renovables distintas de la biomasa y combustibles fósiles en combinación con la captura y el almacenamiento de carbono.
El paso a sistemas energéticos netos sin emisiones de dióxido de carbono (CO2) también incluirá la necesidad de utilizar la captura y el almacenamiento de carbono y la eliminación de dióxido de carbono y vectores energéticos como el hidrógeno de bajas emisiones.
El cambio a dietas sanas, equilibradas y sostenibles, con alimentos de origen vegetal, producidos en sistemas resilientes, sostenibles y con bajas emisiones de GEI, se ha identificado como una gran oportunidad para la adaptación y la mitigación, al tiempo que genera importantes beneficios colaterales en términos de salud humana.
Sin embargo, todas las estrategias de mitigación se enfrentan a problemas de aplicación, como los riesgos tecnológicos, la escala y los costes. Las estrategias más adecuadas dependen de las circunstancias nacionales y regionales, incluidas las condiciones favorables y la disponibilidad de tecnología. Pero los informes del IPCC también señalan la necesidad de comprender las sinergias y compensaciones que surgen con todas las intervenciones de mitigación y adaptación.
Por último, ¿se considera optimista en el contexto actual de crisis climática y de biodiversidad?
Soy pragmática: nos queda mucho trabajo por delante si queremos hacer frente a los complejos retos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la mala salud, la pobreza, la desigualdad, la vulnerabilidad, el consumo excesivo, etc. La ciencia nos proporciona las pruebas que necesitamos para entender las causas y las respuestas a estos retos, pero será necesaria una respuesta de toda la sociedad y de toda la economía si queremos no dejar atrás a nadie, a ningún lugar ni a ningún ecosistema.