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Qué implica (para los humanos) que más de 1.300 especies de aves se extingan en dos siglos

Una investigación internacional en la que participa el CREAF alerta de que la desaparición de aves puede aumentar exponencialmente con graves consecuencias en sus funciones ecosistémicas como la polinización o el control de plagas.
Qué implica (para los humanos) que más de 1.300 especies de aves se extingan en dos siglos
Quebrantahuesos en el Pirineo catalán. Foto: Francesco Veronesi

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Al menos 610 especies de aves se han extinguido en los últimos 130.000 años y la acción humana es la principal responsable. Esta es la cifra que se conoce con seguridad, ya que una estimación científica elevó el año pasado a 1.430 las especies extinguidas. Y el futuro es alarmante: se prevé que en los próximos dos siglos se podrían perder otras 1.305 especies. Así lo indica una investigación liderada por la Universidad de Birmingham y el CREAF, publicada en Science, que ha diseccionado el pasado y el futuro de la extinción de aves a nivel mundial.

Más allá de las cifras, el estudio alerta de las consecuencias ya que, cuando una especie desaparece, su rol en el ecosistema que habita muere con ella. Algunos de estos animales invertebrados contribuyen a controlar las plagas comiendo insectos, otros comen fruta y dispersan las semillas permitiendo que crezcan más plantas y árboles, las aves carroñeras reciclan materia muerta, etc.

“Hemos observado que hay una tendencia a que se extingan especies que desempeñan una función única en el ecosistema. Por ejemplo, el icónico Dodo (Raphus cucullatus) dispersaba semillas de frutas grandes en la isla de Mauricio y pocas aves sustituyen esta función”, explica Ferran Sanyol, investigador del CREAF y uno de los autores principales de la publicación.

Un caso de especie clave y vulnerable en Catalunya es el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), un buitre que se alimenta de restos de huesos y ayuda a reciclar los nutrientes. “Esta especie no está amenazada a escala mundial, pero sí en esta región”, añade Sayol.

«Este estudio de gran impacto, basado en décadas de datos de la Lista Roja de la IUCN, refuerza una advertencia clara de la ciencia: la actividad humana descontrolada está provocando una devastación masiva de la biodiversidad«, señala Anna Traveset, ecóloga y profesora de investigación en el IMEDEA (CSIC-UIB), en declaraciones facilitadas por Science Media Centre España.

El análisis también señala que ya se han erosionado un 5% de linajes, especies que son diferentes, pero que comparten en sus genes un antepasado común. “Esto equivale a borrar 3 mil millones de años de historia evolutiva en unos pocos años, algo así como cortar toda una rama del árbol de la vida”, destaca Sayol.

Algunos ejemplos de linajes extintos son las aves elefante (Aepyornithiformes), que llegaban a medir casi 3 metros y vivían en Madagascar o las moas (Dinornithiformes), grandes herbívoros que habitaron Nueva Zelanda.

El investigador alerta que si las predicciones se cumplen en el futuro «podría desaparecer otro 3% de linajes”. Uno de ellos son las especies de la subfamília Drepanidinae o ‘pájaros de la miel’ endémicos de Hawaii, que ya han perdido la mitad de especies y “son imprescindibles para polinizar las flores”, indica el ecólogo.

Mayor riesgo en las islas

Los datos de este estudio demuestran que las islas son puntos negros en la extinción de aves. En concreto, de todas las especies que se han extinguido, un 80% eran insulares y, como consecuencia, ya se ha perdido un 31% de diversidad funcional en estos ecosistemas.

“El futuro no es muy alentador, ya que vemos que si no tomamos medidas, 1.000 especies insulares más podrían haberse extinguido en 2224”, advierte Sanyol. Entre las causas se encuentran que no pueden ‘escapar’ de nuevas especies exóticas o de animales domésticos como los gatos, que las cazan o introducen nuevas enfermedades.

Algunos casos cercanos de especies con un rol clave los encontramos en las islas Canarias, donde la paloma rabiche (Columba junoniae) y la paloma turqué (Columba bollii) contribuyen a regenerar los bosques de laurisilva, ya que se alimentan de sus frutos y, a cambio, dispersan sus semillas. Sayol lamenta que ambas empiezan a estar amenazadas en España y «con su desaparición perderíamos este rol”.

En Baleares también se encuentra una especie en peligro, la pardela balear (Puffinus mauretanicus), un ave marina que aporta a los ciclos de nutrientes en las aguas costeras a través de sus desechos. “Es una especie endémica, que solo cría en Baleares y está en peligro de extinción”, añade Sayol.

Ante la desaparición de una especie en una isla es más complicado que otra especie cumpla su función en el ecosistema. Cuesta «que se den sustituciones a corto plazo de especies generalistas por aquellas que han desaparecido recientemente, con lo que el fenómeno de la extinción de aves insulares provoca que los ecosistemas donde habiten o elementos de estos se resientan mucho más», explica a SMC España Nicolás López-Jiménez, miembro de la Unidad Sociedad y Territorio y delegado de SEO/BirdLife en Asturias.

Mejorar las estrategias de conservación

Para llevar a cabo esta investigación, los autores han viajado a museos de varios países donde se guardan aves disecadas, esqueletos y fósiles de ejemplares extintos para recopilar datos acerca de sus roles en función de su fisonomía.

“Este trabajo científico nos recuerda que la actual crisis de extinción no se limita al número de especies, sino que la diversidad funcional y de linajes también se reduce”, remarca Tom Matthews, investigador de la Universidad de Birmingham y primer autor del estudio. “Comprender el impacto de las extinciones pasadas nos ayudará a calibrar mejor las consecuencias futuras en los ecosistemas y, por tanto, mejorar las estrategias de conservación y restauración global”, sostiene Matthews.

Los datos de este estudio «que aportan «deberían ser tenidos en cuenta a la hora de confeccionar los catálogos de protección de especies de manera que uno de los criterios para la conservación de una especie y su inclusión en una u otra categoría de amenaza se basara en su papel funcional dentro de un ecosistema», apunta Nicolás López-Jiménez.

«Estas pérdidas de funcionalidad derivadas de la extinción de especies de aves que cumplen un papel fundamental como controladoras de plagas, polinizadoras, dispersoras de semillas, etc., no solo podrían acarrear consecuencias fatales en algunos ecosistemas, todavía no muy bien estudiadas, sino también graves repercusiones socioeconómicas para los humanos«, concluye el delegado de SEO/BirdLife en Asturias.

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