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En el Mar del Norte hay más de 1.500 plataformas de petróleo y gas. A su alrededor, los contaminantes llevan décadas acumulándose. Tanto, que un reciente estudio publicado en la revista académica Science of The Total Environment asegura que pueden provocar un aumento de la contaminación de más del 10.000% en un radio de medio kilómetro alrededor de estos yacimientos.
También la vida cerca de las instalaciones muere. La investigación, liderada por la Universidad de Essex, el Museo de Historia Natural y el Centro de Ciencias Medioambientales, Pesqueras y Acuícolas (CEFAS), revela que el número de especies se desploma un 28% cerca de las plataformas.
«Hace tiempo que sabemos que la extracción de hidrocarburos puede afectar a la biodiversidad, pero es la primera vez que se observan tendencias coherentes en varias plataformas», asegura Zelin Chen, estudiante de doctorado e integrante del equipo del estudio, que ha examinado los datos de 4.216 especies recogidos entre 1981 y 2012 en nueve plataformas de petróleo y gas frente a las costas de Escocia e Inglaterra.
Redes alimentarias más pobres
Asimismo, las redes tróficas –la red de interacciones alimentarias entre las especies de un ecosistema– también se han simplificado y reducido en los sedimentos situados a menos de 500 metros de las plataformas petrolíferas y de gas, «siendo los depredadores de mayor tamaño más vulnerables a los cambios que otras especies», continúa Chen. Ya no hay estrellas de mar, que ahora se consideran vulnerables, pero sí prosperan los gusanos y otros organismos más pequeños y resistentes.
«Estas plataformas están dejando un legado potencialmente preocupante, sobre todo porque muchas están llegando al final de su vida útil», lamenta la doctora Natalie Hichs, de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Universidad de Essex. «Muchos de estos emplazamientos serán desmantelados en la próxima década y debemos colaborar estrechamente con la industria y el Gobierno para garantizar que las prácticas de desmantelamiento se basan en la ciencia y se llevan a cabo de forma segura».
El estudio también corrobora que la presencia de metales pesados, como el plomo, el cobre y el níquel, es un 455% mayor en ese radio de medio kilómetro alrededor de las instalaciones.
«El océano es uno de nuestros mayores recursos naturales, sobre todo para mitigar el cambio climático, y todos debemos colaborar para salvaguardar su salud para las generaciones futuras», concluye Hichs.