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Al llegar a Donelle, lo que se ve son tres edificaciones abandonadas, rodeadas de prados verdes con vacas cachenas y ovejas. Y luego, más allá de los prados, los bosques. Así lo cuenta José Vicente Barcia, coordinador de Guardabosques, un proyecto destinado a convertir esa aldea en un «laboratorio radical» de pensamiento y creación, y en un destino turístico «de lentitud, escucha y desconexión».
Barcia descubrió este enclave en una de sus caminatas por la Ribeira Sacra —en el sur de la provincia de Lugo—. Situado a unos diez kilómetros de Monforte de Lemos, le cautivó por un entorno, que, según afirma, «está muy vivo: hay carballos, castaños, abedules, chopos, madroños… Por allí se pasean zorros, corzos, martas, gavilanes, águilas culebreras… Hay quien dice que ha visto lobo, pero yo no lo he visto, así que no te lo puedo asegurar».
Aunque no solo fue el entorno lo que le animó a montar un proyecto en esa aldea. También hicieron su parte las conversaciones con las personas dueñas de las pocas casas que la conforman. «La gente mayor que pasea por allí me puso en valor la necesidad de recuperar la memoria vivencial del lugar, no solamente la del sufrimiento por la guerra y la represión, sino la de la gente que logró vivir en paz a pesar de todo. Recuperar la memoria de la paz y de un espacio grande, hermoso, bonito, que se estaba derrumbando por la falta de recursos», explica.
Esos recursos llegan ahora de la mano de Ecooo Energía Ciudadana, una cooperativa dedicada a la energía sostenible. De su mano, Donelle se convertirá en «un centro de formación sobre economía, sostenibilidad, feminismo, que estará atravesado por el arte y que será también un puente hacia una experiencia con la naturaleza que lo rodea». Y, de manera más permanente, también en un alojamiento rural con el que el proyecto Guardabosques pretende propiciar lo que han llamado «turismo de lluvia».
«Turismo de lluvia significa turismo desconectado de todo aquello que te rodea para conectar con el presente. Un turismo muy desestacionado que permite recuperar los tiempos que marca la naturaleza. Si está lloviendo y te quieres mojar, sales y paseas. Si está lloviendo y no te quieres mojar, te quedas en la hoguera a conversar, a tomar caldo y a beber vinos de la zona», explica Barcia. «Este es un sitio de calma, de serenidad y es un sitio sin huida. Te puedes escapar a Guardabosques, pero te escapas para encontrarte, no para huir».
El proyecto propone una manera de relacionarse con el entorno en la que lo turístico no solo no dañe los recursos ambientales, sino que los mejore. La aldea está rodeada por un bosque joven, de unos 50 años. Otros de estas características en la zona han sido talados recientemente. De ahí el nombre de este proyecto: parte de su objetivo es, también, proteger ese bosque. Así que Guardabosques está negociando con los distintos propietarios de los minifundios que lo componen para irlo adquiriendo, con el ánimo de que no se pueda talar. Además, se animará a quienes visiten la aldea a contribuir a ampliarlo plantando nuevos árboles.
Aunque eso será solo una parte de lo que hagan allí. Si bien Guardabosques funcionará como alojamiento rural durante todo el año, en distintos momentos se organizarán también actividades relacionadas con el pensamiento y la creación. En concreto, serán propuestas de formación en torno a las economías regenerativas, la transición energética, la ecología y justicia social, la resolución no violenta de conflictos y el feminismo.
El programa comenzará este mes de mayo —como las obras de rehabilitación aún están en marcha, lo hará en un espacio cercano, la Casa Grande de Rosende—. Abrirá con un curso de Yayo Herrero sobre utopías posibles; y continuará durante la primavera con Joaquín Araujo, Pepe Viyuela y Amador Fernández Savater. Sus temas serán —respectivamente— la ética del bosque, el humor como herramienta para el cambio, y la reapropiación del deseo para sacarlo de las manos del mercado.
Estas actividades se plantean como un espacio de encuentro, experimentación y convivencia, integradas con el entorno. «Creemos que, ahora mismo, la creación de narrativas distópicas es sumamente conservadora. Nuestra narrativa es realista, pero esperanzadora. Queremos generar espacios en los que repensar el mundo conectando también los sentimientos y el cuerpo», afirma Barcia.
Para albergar todas esas ideas, las tres casas actualmente en ruinas serán rehabilitadas y se convertirán en un espacio arquitectónico que mantendrá el estilo tradicional de la zona, con edificaciones de piedra, cristal y teja. Dos casonas albergarán una veintena de habitaciones, varios aularios y espacios comunes. «Serán bioclimáticas, como lo son la mayoría de las construcciones populares» —explica el coordinador del proyecto— y se alimentarán con energías renovables, fundamentalmente aerotérmica y solar. Los bosques y prados que forman parte del entorno se destinarán a una alberca para la recogida de agua de lluvia, huertas ecológicas y actividades al aire libre.
Para financiar Guardabosques, además de los ingresos que genere la propia actividad, Ecooo cuenta con recursos propios, pero también ha abierto una llamada a la inversión colectiva. Con aportaciones de un mínimo de 1.000 euros en un modelo de préstamo participativo, quienes aporten al proyecto recibirán descuentos en alojamiento y actividades, fomentando que conformen, así, una pequeña comunidad.
Cuando cuenta lo que se encuentra al llegar a Donelle, Barcia no solo habla de lo que se ve: también de lo que se oye. «Te iba a decir que te encuentras también mucho silencio, pero no sería cierto. Es decir, ahora mismo, cuando amanece, lo primero que escuchas son las abubillas, ¿vale? Y después los cucos. Y por la noche, sobre todo, los insectos y las ranas». A todas esas voces se van a unir ahora las de las conversaciones. El bosque, algo más tranquilo sin la sombra de la tala, seguirá escuchando, creciendo alrededor.
Llegué a la Ribeira sacra hace 30 años desde Madrid. Fui una de las primeras «alternativas» que llegaron por la zona. La «lucha» que tuve con el alcalde y después la alcaldesa de Castro Caldelas durante años con una vivienda turística vacacional que tuve en funcionamiento durante 9 años fue un tremendo cansancio. Todo fue un boicot para que cerrara mi casa. Ellos dinamitaban la zona, yo la dinamizaba. Es verdad que cuando empecé no funcionaba internet y lo que hacía era dejar mi publicidad de turismo responsable en los parabrisas de los coches que aparcaban en el embarcadero de Doade para hacer la ruta en barco.
Ahora la Ribeira sacra tiene poco que ver con la Ribeira que yo conocí. Ahora ese turismo de masas, aunque es estacional ya llegó. Ahora en el monasterio de santa Cristina se ven servilletas tiradas al suelo y hay olor a meadas en el lugar donde un bosque de castaños servía para descansar. Cuando llegué el vino era el que hacía más por la zona que los bosques. Ó más bien, hacían más por el vino que por los bosques.
Ayer estuve viendo a unos amigos y la Ribeira sacra sigue teniendo ese encanto del abandono. Pero ya no es lo mismo. Los documentales que dieron publicidad a la zona fueron super perjudiciales. Y ya sabemos que el turismo todo lo arrasa. Más o menos como en la playa de las catedrales. Ahora hay vergonzosas colas de turismo para ir a verlas. En fin. Que les deseo suerte con este proyecto. Pero que sean cautos para no masificar aún más la zona.
Como te entiendo Mª Luz Reyero.
» La “lucha” que tuve con el alcalde y después la alcaldesa de Castro Caldelas durante años con una vivienda turística vacacional que tuve en funcionamiento durante 9 años fue un tremendo cansancio. Todo fue un boicot para que cerrara mi casa. Ellos dinamitaban la zona, yo la dinamizaba».
Lo peor de los pueblos es que sigue habiendo mucho caciquismo. Soy nacida en una aldea y hago lo que puedo por conservar nuestra casa natal y el entorno. No causo ningún perjuicio, al contrario, beneficio. Me pasa más o menos lo que a tí y aún peor. Yo planto y conservo, ellos destruyen.
Yo también deseo al interesante proyecto Guardabosques que sepa imponerse sobre el caciquismo y la ignorancia y que intenten extenderlo por todas las Comunidades del estado español. Sería tan necesario como positivo.
El encanto de Donelle junto con los proyectos que Guardabosques tiene para Donelle, me empuja a ir, mañana mismo si pudiera, a pasar un par de semanas a recuperar la serenidad y la positividad que te da la naturaleza y el contacto con personas positivas y sabias.