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El verano que termina este miércoles ha sido devastador en cuanto a incendios forestales. Algunas zonas del Mediterráneo –y especialmente de Turquía, Grecia, Italia, Argelia, Túnez o Albania– ardieron durante días o incluso semanas. Pero también Siberia: aunque en esta región se producen incendios cada verano, los especialistas coinciden en que los fuegos de los últimos meses han sido inusuales, no solo en número sino también en intensidad. En California, el llamado Dixie Fire arrasó el norte y, con nombre propio, ya es uno de los incendios más grandes jamás registrados en la historia de este estado.
España también ha vivido graves incendios en las últimas semanas: el más reciente en Málaga, pero antes ardió Ávila. Y Portugal. Y también Francia. Con este historial del verano que acaba en la mano –aunque la temporada de incendios suele durar hasta octubre–, el Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copernicus (CAMS) –un organismo financiado por la UE– apunta a que estos incendios forestales han causado emisiones récord de dióxido de carbono (CO2) en julio y agosto.
Según señala el CAMS, las condiciones secas y las olas de calor en el Mediterráneo contribuyeron a una concentración «de incendios forestales con fuegos intensos y de rápido desarrollo en toda la región, que crearon grandes cantidades de contaminación por humo», con sus consecuentes problemas para la salud de las personas.
Mientras que en julio se liberaron 1.258,8 megatoneladas de dióxido de carbono, agosto supuso otro récord con 1.384,6 megatoneladas de CO2. Más de la mitad de las emisiones correspondientes a julio se atribuyen a los incendios en América del Norte y Siberia. Entre ambos meses, los incendios forestales del Ártico liberaron 66 megatoneladas de CO2 y las emisiones estimadas de los incendios de Rusia entre junio y agosto ascendieron a 970 megatoneladas: 806 solo en la República de Sakha y Chukotka.
Incendios excepcionales
«Durante todo el verano hemos estado monitoreando la actividad de los incendios forestales en todo el hemisferio norte. Lo que destaca como inusual es la cantidad de incendios, el tamaño de las áreas que ardían, su intensidad y también su persistencia», explica Mark Parrington, científico experto en incendios forestales del Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copernicus.
Así, pone como ejemplo los incendios forestales en la República de Sakha, al noreste de Siberia: «Han estado ardiendo desde junio y solo comenzaron a disminuir a finales de agosto, aunque hemos estado observando algunos incendios continuos a principios de septiembre». Algo similar está ocurriendo en algunas partes de Canadá, el noroeste del Pacífico y California, donde los incendios forestales que comenzaron a finales de junio aún están ardiendo.
Parrington habla de los factores que han favorecido este problema: en las regiones más secas y cálidas –como resultado del calentamiento global–, aumenta la inflamabilidad y el riesgo de incendio de la vegetación. «Esto ha provocado incendios muy intensos», dice. «Si bien las condiciones climáticas locales juegan un papel en el comportamiento real del fuego, el cambio climático está ayudando a propiciar los entornos ideales para los incendios forestales», concluye el científico, quien anticipa «más incendios en todo el mundo en las próximas semanas, ya que la temporada en el Amazonas y América del Sur continúa».