logo Climática - La Marea

Juicio político en el 50 aniversario de la revolución portuguesa

Once activistas portugueses se enfrentan estos días a un juicio por bloquear una carretera de Lisboa en una protesta climática. En este artículo de opinión, dos de ellos reflexionan sobre la situación.
Juicio político en el 50 aniversario de la revolución portuguesa
Foto: 11 activistas del colectivo Climáximo bloquearon una de las arterias principales de Lisboa durante 90 minutos como protesta contra la inacción climática del Ejecutivo portugués.

Los días 22, 23 y 24 de abril nos sentamos en el banquillo de los acusados por haber participado en una protesta política. A pocos días del 50 aniversario de la Revolución de los Claveles, ni siquiera somos los únicos: en los últimos tiempos, los casos de juicios y condenas a personas que dejaron de aceptar este sistema que nos está llevando al colapso climático y social se acumulan en los tribunales de todo el mundo y las sentencias pesan sobre nuestros hombros.

Este año, en Portugal celebramos las luchas que, con la fuerza del pueblo en las calles y de todos los resistentes que dieron su vida organizándose contra un sistema injusto, derribaron una dictadura y acabaron con una guerra colonial que sólo servía al régimen fascista portugués. Es el momento de afrontar la realidad. Vivimos la mayor amenaza a la que se ha enfrentado nunca la humanidad: la crisis climática. Esta amenaza no es un accidente. Es una guerra declarada por gobiernos y empresas al planeta y a la sociedad. Llevan décadas sabiendo que la quema de combustibles fósiles conduciría al colapso de la civilización por la degradación de las condiciones de vida. Sin embargo, decidieron seguir haciéndolo, en un acto coordinado y premeditado cuya única lógica (irracional) es la acumulación de riqueza.

Ahora somos nosotros, la gente normal que no tomó ninguna de esas decisiones, quienes sufrimos las consecuencias. Es el décimo mes consecutivo más caluroso, la sequía amenaza al país, los incendios arrasan los bosques y las olas de calor matan a gente cada año. Al mismo tiempo, la extrema derecha asciende y la represión de las protestas políticas aumenta. Esto es el colapso climático en tiempo real. Como se nos demuestra una y otra vez, los gobiernos, las instituciones y las empresas no van a resolverlo: delegar esa responsabilidad en ellos sería como pedirle al dictador que acabara con la dictadura.

En víspera del 50 aniversario del 25 de abril, tenemos que preguntarnos: ¿qué hacían hace 50 años las personas que defendían la vida y la libertad? Desde luego, no se sentaban a esperar que la dictadura cayera por sí sola. La Revolución de los Claveles fue también una revolución contra la guerra. Durante décadas, toda disidencia, ya fuera contra la dictadura o contra la guerra, fue cruelmente castigada extrajudicial y judicialmente, con tribunales políticos cuyo objetivo era preservar la estructura del régimen. Todo lo que hacían era ilegal, contrario a la ley y, si hubieran fracasado, sin duda habrían sido juzgados y condenados.

Pero, ¿qué piensa hoy la gente de lo que se hizo el 25 de abril y en los meses siguientes? Como ocurrió con muchas otras transformaciones sociales, como el fin de la esclavitud y el sufragio femenino, la historia ha exonerado a los resistentes. El fin de la dictadura fascista en Portugal sólo fue posible porque el pueblo salió a la calle y porque, sobre todo, dejó de aceptar un sistema injusto y la guerra. Nada de esto habría sido posible si los que vivían en abril de 1974 hubieran acatado el régimen o esperado a que Salazar o Marcelo Caetano le pusieran fin. Hoy debemos hacer lo mismo: dejar de consentir un sistema que nos está matando.

Celebramos las luchas de quienes nos precedieron, pero no podemos hacerlo ignorando el hecho de que estamos viviendo la mayor crisis de la historia de la humanidad y que somos nosotros, todas las personas vivas en este momento, quienes tenemos la capacidad de detenerla. Este juicio no es sobre nosotros once, es sobre cómo se contará dentro de 50 años lo que hicimos para detener la guerra contra la sociedad y el planeta. Solo la resistencia climática de base puede cambiar el sistema y evitar el colapso climático.

Sabemos quiénes son los verdaderos criminales, sabemos que se sientan en los gobiernos y consejos de administración mientras nosotros nos sentamos en el banquillo de los acusados. Sabemos que se sientan en jets de lujo mientras sufrimos las consecuencias de inundaciones, sequías, hambrunas e incendios. Nos negamos a aceptar la guerra y el colapso que supone la continuación de la normalidad.

Tenemos la responsabilidad de no consentir la destrucción de la vida, tenemos el derecho y el deber de seguir luchando por todo lo que amamos de todas las formas posibles y necesarias. Para ello necesitamos a todos. Cuando dentro de 50 años se cuente la historia de cómo la sociedad detuvo la crisis climática, ¿de qué lado estabas?

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

Artículos relacionados

COMENTARIOS

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.