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El repiqueteo de los cascos de los caballos ya no suena en Bruselas. Los tradicionales carruajes o calesas han pasado a la historia dejando paso a una nueva forma de transporte turístico: las calesas eléctricas.
El español Alfredo Almendro es uno de sus conductores. Residente desde hace unos años en la capital belga, empezó a trabajar como guía turístico hasta que se le presentó la oportunidad de convertirse en conductor de unos de estos aparatos. «Nunca me había acercado a un caballo pero este sistema me pareció muy interesante porque me permitía recorrer más espacios urbanos en menos tiempo y seguir ofreciendo una experiencia personalizada a los visitantes», explica.
Thibault Danthine, el propietario de la compañía Les calèches électriques de Bruxelles en la que Alfredo trabaja, cerró su negocio de calesas tiradas por caballos al inicio de la pandemia, cuando el mundo se detuvo. «Este parón hace que se plantee que ha llegado el momento de hacer un cambio», cuenta el madrileño. Los motivos fueron las cuestiones éticas relacionadas con el bienestar animal, además de las complicaciones logísticas y de personal de gestionar ese negocio.
Dos calesas eléctricas hasta el momento
La empresa tiene dos calesas eléctricas aunque ya planean recibir la tercera ante la expectación que han generado en el público. «En todo el tiempo que el vehículo está en la Grand-Place, se encuentra casi permanentemente en uso; tiene una acogida brutal. Además de la parte ética, es muy llamativo estéticamente», añade Almendro. Ese diseño, que mezcla tradición y modernidad, parte del primer coche eléctrico que, no os lo perdáis, data de 1832. Se trató de una creación del ingeniero escocés Robert Anderson que se dejó de lado para seguir trabajando en modelos que usasen combustibles fósiles. La creación actual no solo es bonita y ética, sino económica: solo se recarga una vez cada dos días y cuenta con una autonomía de 120 kilómetros.
El conductor admite que la gran mayoría de usuarios son extranjeros pero también cuenta con una parte de visitantes belgas que «lo han visto por las noticias y quieren probarlo». En general, insiste en que turistas de todas las nacionalidades se han mostrado muy receptivos a este cambio y que solo ha oído críticas negativas «en un par de ocasiones», por lo que dice que son «realmente muy minoritarias» las personas que echan en falta el modelo equino.
Mientras, en España, esta opción ya empieza a plantearse en ciudades cuyos carruajes han sido durante décadas emblema de su visita. «En 2035 dejará de haber coches de caballos en Málaga», aseguraba la concejala de Movilidad, Trinidad Hernández, el pasado julio. En 2015 se aprobó una ordenanza en la que se daba una vigencia de 20 años a las licencias de los cocheros. Ese será el tiempo máximo en que los transportes con estos animales sigan funcionando.
En Alcúdia (Mallorca), el Ajuntament ya ha modificado el reglamento municipal regulador del transporte urbano de auto taxis y calesas para incluir la versión eléctrica. ¿Se reconvertirá el sector a las calesas eléctricas en nuestro pais, como ha sucedido en otras ciudades europeas?