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«Somos la última generación que podemos actuar contra la crisis climática», es el lema que se repite con frecuencia en charlas y eventos sobre esta temática. Uno de los últimos movimientos originados en Alemania toma precisamente este nombre Letzte Generation. «Nuestro plan es utilizar la desobediencia civil para volver a poner la crisis climática, sus consecuencias y la falta de respuesta política en el centro del debate público y político», explica a Climática Josephine Schwenke, responsable de prensa del colectivo que nace en 2021 para denunciar el despilfarro alimentario. «Mostramos que ni siquiera las leyes simples, como la prohibición de tirar comida, son implementadas por el gobierno», agrega recordando que en Europa, se tira el 20 por ciento de los alimentos comestibles producidos.
No obstante, el colectivo activista se hizo popular al año siguiente por los más de 200 cortes de carretera en el país germano, aunque también tienen representación en otros países como Italia y Austria. En las últimas semanas han puesto su foco en los «súper ricos». «El 10% más rico de las personas que viven en Alemania consumen tanta energía como el 40%. Si todo el mundo utilizara la energía con la misma moderación que la mitad de la población alemana, habríamos reducido nuestro consumo total de energía en más del 40%», explica Schwenke.
La isla de Sylt, lugar de encuentro de millonarios en el Mar del Norte ha sido el escenario de sus últimas acciones. Jets privados, pistas de golf y tiendas de lujo se han convertido en los objetivos de los activistas que según la publicación alemana Focus Online, pintaron con spray un jet privado en el aeropuerto de Sylt el pasado 6 de junio, y pocos días después plantaron árboles y flores en una pista de golf en el municipio de Hörnum. También usaron extintores para pintar de naranja una joyería y una tienda de lujo.
«Los ricos producen más CO2», afirma la responsable de prensa del colectivo recordando que, de promedio, un superyate produce más emisiones de CO2 al año que 600 ciudadanos alemanes. «El gobierno federal debe poner límites a los ricos, quienes causan la mayor cantidad de emisiones», agrega.
¿Desobediencia civil justificada?
Además de los cortes de carreteras, las protestas de Letzte Generation también incluyen otros actos de desobediencia civil, como el pegarse a obras de arte. No obstante, según varias encuestas, estas acciones han causado más malestar que apoyo entre la sociedad alemana, recibiendo críticas por parte del canciller de centro izquierda Olaf Scholz que ha llegado a calificar las acciones de los activistas como «completamente locas», según publicó el diario Tagesspiegel, tras su visita a una escuela primaria.
Otros políticos conservadores así como del Partido Verde también han cuestionado los métodos del movimiento. Mientras que los primeros han pedido castigos más severos, desde el Partido Verde han alertado que este tipo de protestas pueden perturbar a los ciudadanos que apoyan una acción climática más firme.
«Nos tomamos las críticas en serio, estamos en un proceso continuo de reflexión y evaluación crítica de nuestras formas de protesta. Los bloqueos de calles están lejos de ser un medio perfecto, pero vemos mucho potencial en ellos», considera Schwenke recordando que este tipo de protesta tiene una larga tradición en la desobediencia civil.
La Ley de Acción Climática alemana establece la reducción de un 65% de emisiones para 2030, respecto a los niveles de 1990, y de un 88% en 2040. Estos objetivos están en la ruta de la descarbonización de Alemania, que pretende convertirse en carbono neutral en 2045. No obstante, los datos de la Agencia Ambiental Alemana (UBA, por sus siglas en alemán) apuntan que en 2022, la reducción fue del 40,4 por ciento.
La construcción y el transporte, a pesar de la popular iniciativa del título de transporte de 9 euros durante el pasado verano, no llegaron a cumplir sus objetivos. Igualmente, las emisiones del sector energético aumentaron (4,4%) debido al uso de combustibles fósiles durante la crisis energética causada por la guerra de Rusia contra Ucrania, al poner de nuevo en funcionamiento centrales eléctricas de carbón.
«Los esfuerzos de protección climática del gobierno federal son completamente insuficientes y socialmente injustos», concluye la representante de Letzte Generation.
Francia considera terroristas a los activistas de Soulèvements de la Terre.
Vamos viendo que los gobiernos, unos más que otros, no son más que sirvientes de la dictadura del capital a la que grandes rebaños de manipulados le llaman democracia.
El capital está en pocas manos pero tiene una descomunal fuerza y los pueblos, miles de millones de seres, apenas tenemos, pues quienes no duermen están manipulados.
Pobres de la minoría de personas despiertas y luchadoras si no despertamos pronto y nos unimos a vuestra lucha…
Cuanto os debemos.