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Este reportaje se ha publicado originalmente en catalán en ‘Crític‘ con la colaboración de FETS.
La multinacional española de seguros Mapfre es una de las 30 empresas investigadas por la campaña internacional Insure Our Future (en castellano, ‘Aseguramos nuestro futuro’), que denuncia el papel de las compañías aseguradoras en la perpetuación de los combustibles fósiles. La campaña, impulsada por una treintena de entidades ecologistas de todo el mundo, analiza el papel que tienen multinacionales de 12 países en proyectos de extracción de petróleo, gas o carbón.
El estudio se centra en analizar qué proyectos asegura cada empresa, pero también qué “inversiones contaminantes” hacen las aseguradoras de forma directa con el capital que reciben de sus clientes. En la lista de las multinacionales fiscalizadas aparecen grandes empresas como Allianz, AXA y Zurich. “Se supone que estas compañías deben protegernos de los riesgos catastróficos. Pero ante la amenaza más grande contra la humanidad, el cambio climático, están perpetuando la dependencia hacia los combustibles fósiles”, denuncia la campaña.
Mapfre es la única compañía española fiscalizada por Insure Our Future. Otras empresas del sector con una gran presencia en Catalunya, como las del grupo CaixaBank u Occident, no aparecen, puesto que el estudio se limita a 30 grandes conglomerados internacionales.
A pesar de que ha mejorado sus compromisos ambientales, desde Insure Our Future se apunta que Mapfre todavía tiene mucho camino por recorrer. Quentin Aubineau, miembro del Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente y uno de los expertos que han evaluado la sostenibilidad de las compañías de seguros para esta campaña, explica a Crític que el principal grupo asegurador español “ha mejorado sus compromisos”, pero, a la vez, que estos “no garantizan la consecución de su objetivo de llegar a las cero emisiones limpias en sus carteras en el año 2050”.
Para Aubineau, los seguros son una pieza clave del engranaje y “permiten el desarrollo de proyectos como la exploración y la producción de gas y petróleo, la construcción de centrales térmicas o las infraestructuras de transporte de combustibles”. En definitiva, pueden ejercer un rol necesario para el desarrollo de la actividad económica de “las empresas que tienen planes de expansión incompatibles con los objetivos de descarbonización”. Por lo tanto, si los seguros hicieran un giro y se desvincularan de la industria fósil, podrían ser un gran avance para la justicia climática.
La apuesta de Mapfre por Repsol, Pemex y Petrobras
Mapfre ha obtenido 3,9 puntos sobre 10 en un ranking elaborado por la campaña en el momento de cuantificar los compromisos ambientales de las compañías. De entre las 30 empresas analizadas, se encuentra en la décima mejor posición en cuanto a los servicios de seguros, y en la duodécima en cuanto a la responsabilidad en inversiones.
Quentin Aubineau ha estudiado en profundidad el caso de Mapfre, y señala que la compañía continúa asegurando negocios “destructivos para los ecosistemas”. En México, los contratos de Mapfre son con la petrolera Pemex, y en Perú son con Repsol. El vínculo con la empresa energética española fue especialmente sonado a raíz de un caso de vertido de petróleo. La justicia peruana admitió una demanda contra Repsol y Mapfre por los daños provocados por estos vertidos, que puede acabar en una multa de 4.500 millones de dólares, pero todavía no hay una resolución definitiva.
A principios de 2022, Insure Our Future también denunció que Mapfre estaba asegurando nuevas perforaciones de petróleo en el mar de Brasil. Estos nuevos proyectos fósiles forman parte de un proyecto de expansión masiva de las perforaciones de la compañía Petrobras, a pesar del consenso científico que contradice la viabilidad de ejecutar nuevas exploraciones y cumplir el Acuerdo de París para limitar la emergencia climática.
Al mismo tiempo, la compañía ha hecho pasos para desvincularse públicamente de los combustibles más contaminantes, como el compromiso de 2021 de no asegurar exploraciones de petróleo en el Ártico ni infraestructura de extracción de carbón. Al año siguiente, la compañía quiso ir más allá con la aprobación de una política de “no asegurar ni financiar” empresas energéticas de carbón, de gas o de petróleo que no tengan “un plan de transición energética que permita mantener el calentamiento global alrededor de 1,5 grados”. La campaña Insure Our Future celebró esta decisión, pero rápidamente comprobó también que todavía se están asegurando compañías “que planifican nuevos proyectos de exploración y producción de petróleo”, tal como explica Quentin Aubineau.
Muchos compromisos, pero 29 suspendidos
Desde que varias entidades internacionales activaron la campaña, se han avanzado posiciones. Hay 45 compañías que se han comprometido a acabar o limitar los seguros de proyectos de extracción de carbón. En el caso del petróleo y del gas, los resultados son más modestos: 16 grandes empresas han firmado el compromiso. Ahora bien, los detalles son diferentes para cada compañía y hay letra pequeña que condiciona su efectividad.
Allianz, por ejemplo, detalló un nuevo compromiso el año pasado: a partir del 1 de enero de 2023 no emitiría nuevas pólizas ni coberturas para “exploración de nuevos campos de petróleo y gas”, ni para “construcción de infraestructura de transporte relacionada con el petróleo”. Además, no renovaría los contratos existentes de estos ámbitos a partir del mes de junio. A partir de este cambio, se convirtió en la única compañía de las analizadas que aprobaba en la puntuación de Insure Our Future sobre los servicios prestados a la industria fósil. A pesar de todo, es un hito muy mejorable, puesto que se queda en un 5,3 sobre 10, y en el ámbito de inversiones fósiles continúa suspendiendo, con un 4,4.
Hay que tener en cuenta que solo se analizan 30 multinacionales, de forma que las puntuaciones de otras aseguradoras más pequeñas o de la economía social y solidaria podrían ser mejor que la de Allianz. Algunas empresas de la lista, como la estadounidense Starr o la británica Lloyd’s, obtienen un cero por el hecho de no tener ningún compromiso remarcable. Las europeas Generali y Zurich se quedan en un 3,8, por encima del 3,2 de la española Mapfre.
A través de esta evaluación concreta, la campaña presiona al sector para que deje de asegurar nuevos proyectos fósiles. Pero las demandas van más allá y buscan garantizar que se rompe con las dinámicas tóxicas de inversión. Por ejemplo, quieren que no se asegure a ninguna empresa que tenga combustibles fósiles y no cuente con planes creíbles de descarbonización, aunque el producto asegurado no sea directamente fósil. En el caso de las empresas de este tipo con quien ya se han firmado contratos previos, se da un plazo de dos años a las aseguradoras para que no los renueven o los rompan. Y también quieren que las aseguradoras se deshagan de todos los activos gestionados por estas compañías fósiles, y que se practique la diligencia debida, con procesos de verificación, para garantizar que ningún cliente corporativo viola los derechos humanos. También se exige a las compañías que se fijen objetivos vinculantes y programados de descarbonización que sean coherentes con el acuerdo climático de París. Es decir, son demandas exigentes, pero bastante concretas para valorar adelantos en puntuaciones y buscar influir en los planes estratégicos de estos grandes actores.
Servicios e inversión: las dos vías por las que se cuelan los fósiles
En Catalunya también hay quien evalúa los impactos de los seguros. Sergi Salavert, miembro de la asociación Finançament Ètic i Solidari (FETS), se ha especializado en la evaluación integral del sector. Salavert explica que el vínculo entre estas empresas y el empeoramiento de la crisis ecológica puede ser principalmente por dos vías. Por un lado, por los servicios que ofrecen a las industrias fósiles: “Las empresas extractivas necesitan alguien que les asegure sus operaciones”.
La otra vía son las inversiones directas: “Las empresas aseguradoras no tienen parado el dinero de las primas que pagan los clientes por sus servicios. Si no se controla, es probable que una parte de este capital vaya también a productos de este tipo”. El Observatorio de las Finanzas Éticas, creado por FETS, puntúa las prácticas del sector a través de EthSI (Ethical and Solidarity Based Insurance). Se trata de un sello de ámbito europeo para validar las buenas prácticas en campos que incorporan la sostenibilidad, pero también van más allá, como la equidad o la transparencia.
Además de las diferencias concretas entre compañías, ¿qué sentido tiene que un sector dedicado a la protección y a las garantías atice un fenómeno tan peligroso como la crisis ecológica? Hay motivos humanitarios para evitar los peores efectos de la crisis climática, pero lo cierto es que, además, los impactos del petróleo y del gas podrían acabar afectando a la viabilidad de la misma industria. En su carta a los presidentes de 30 grandes aseguradoras del mundo, Insure Our Future recuerda que, solo en 2022, se perdieron 270.000 millones de dólares en desastres naturales. De estos, 120.000 millones estaban asegurados y tuvieron que ser asumidos por compañías como las suyas. “A causa de la naturaleza de su actividad, las aseguradoras están particularmente expuestas a los riesgos climáticos físicos”, valora Quentin Aubineau. El especialista lamenta que, cuando estos riesgos se hacen más evidentes, son las mismas compañías del sector las que se retiran o suben las primas. Esto ha dificultado, por ejemplo, que los negocios o las casas de zonas como los bosques de California puedan acceder a un seguro por el riesgo de incendio.
Para Alfons Pérez, investigador del Observatori del Deute en la Globalització (Observatorio de la Deuda en la Globalización, ODG) el problema es que hay una tendencia sistémica para extralimitarse de los recursos disponibles de la Tierra: “Venimos de un capitalismo industrial y financiero con unas inercias muy fuertes que no se pueden cambiar de un día por el otro, y son inercias autodestructivas”. Pérez no pide cambios en las prácticas de estas grandes empresas, sino que considera que “no deberían tener ningún rol” en la transición ecosocial. El investigador encuentra necesario “que estos grandes actores desaparezcan del mapa” porque la acumulación de poder del mundo corporativo es, en sí misma, “un problema para la democracia y para la transición”.
A pesar de que a largo plazo no salga a cuenta para casi ningún negocio empeorar la crisis climática, Pérez considera que sí hay intereses particulares que lo explican: “Evidentemente, los CEO y los consejos de administración se benefician de esta inercia; son personas con nombres y apellidos”. El investigador considera que la necesidad de ir aumentando los beneficios “para poder ir cubriendo los resultados trimestrales” genera esta situación de dependencia respecto de las prácticas insostenibles. Sergi Salavert añade que el sector está acostumbrado a solo hacer análisis en términos monetarios: “Si prevén que habrá más huracanes, pues suben las primas. Si prevén que habrá más sequía, también. Hacen un análisis muy al por menor sobre cómo están expuestas, pero no tienen la mirada global de la suma de los impactos”.
Las aseguradoras nos suben las primas cada año, da igual, el tipo de seguro que contrates, ( vivienda, de vida, del coche, del hogar, etc.),pero lo único que protegen es su dinero. Si miramos nuestras pólizas con ellos, veremos que ninguna, te paga si tienes un problema por causas de naturaleza ambiental ( riadas, huracanes, incendios). Eso lo indican, en el despliegue de condiciones que la mayoría no lee, cuando firma una póliza con cualquier compañía. Por eso, un sector como este, que se dedica a la protección, el único sentido que tiene , no es ético ni moral, sino como toda empresa, aumentar beneficios, a costa de lo que sea.