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La aviación mundial es responsable aproximadamente del 2% de las emisiones de gases de efecto invernadero, y su impacto en el clima es casi el doble si se tienen en cuenta factores más allá del dióxido de carbono (CO2). Estas cifras van en aumento a medida que el sector crece y no existen planes de descarbonización a corto y medio plazo. En un contexto de crisis climática como el actual, las multinacionales españolas no cuentan con planes creíbles para reducir las emisiones de sus vuelos de trabajo y establecer objetivos de reducción de emisiones. Así lo revela la segunda edición de la clasificación sobre viajes de negocios elaborado por la campaña internacional Travel Smart (viaja con inteligencia), liderada por la organización europea Transport & Environment y en la que participa Ecologistas en Acción.
La campaña evalúa las emisiones, los objetivos de reducción y la transparencia en la información sobre los vuelos de trabajo de 322 empresas europeas, norteamericanas y asiáticas. Volkswagen, KPMG y Johnson & Johnson son las tres principales emisoras de la clasificación sin objetivos para reducir las emisiones de los viajes corporativos. En el panorama español, las compañías que más emitieron en 2019 como consecuencia de sus vuelos de trabajo fueron Indra (62.787 toneladas de CO₂), Banco Santander (53.445 t CO₂) e Inditex (34.219 t CO₂). El año pasado, destacaron en términos negativos ACS y Skunkfunk.
«Las empresas hacen la vista gorda ante los perjuicios de volar por trabajo. La mayoría de las multinacionales estudiadas están tomando muy pocas o ninguna medida con respecto a los vuelos de negocios, lo que hace que cualquier otro objetivo de viajes carezca de sentido en el contexto de la lucha contra el cambio climático», asegura Pablo Muñoz Nieto, responsable de la campaña de aviación y ferrocarril de Ecologistas en Acción.
El estudio muestra que el 10% de las empresas que más vuela del ranking emite tanto como el 90% restante. Desde Ecologistas en Acción indican que esto demuestra la importancia de que estas grandes emisoras se doten de objetivos de reducción de emisiones para conseguir el objetivo global de la campaña: disminuir un 50% las emisiones de los viajes aéreos corporativos para 2025. «Reducir las emisiones de la aviación es ahora más crucial que nunca, para no superar el límite de 1,5 °C de calentamiento global establecido en el Acuerdo de París», aseguran en un comunicado.
Para la elaboración de la clasificación, la campaña Travel Smart ha analizado 10 indicadores relacionados con diferentes parámetros de las emisiones de los viajes aéreos, los objetivos de reducción y la presentación de informes de las compañías. En función de su puntuación, las empresas reciben una calificación de A, B, C o D. La mayoría de las españolas, 16 de 18, han obtenido una puntuación C.
Mapre, la única que plantea reducir vuelos
Solo 50 empresas de las 322 evaluadas cuentan con objetivos de reducción de sus viajes de negocios. Y de las empresas que tienen objetivos, tan sólo cuatro cumplen con todos los principales criterios requeridos: informar de las emisiones de los viajes en avión y comprometerse a reducirlas en un 50% o más para 2025 o antes. Se trata de Novo Nordisk (farmacéutica, Dinamarca), Swiss Re (financiera, Suiza), Fidelity International (financiera, Reino Unido) y ABN Amro (financiera, Países Bajos).
A pesar del parón generalizado en vuelos comerciales que impusieron las restricciones por la pandemia, la práctica totalidad de las empresas españolas analizadas no cuenta a día de hoy con objetivos para reducir las emisiones de sus viajes corporativos. La campaña Travel Smart pide a las empresas que cambien el avión por el tren cuando sea posible y que den prioridad a las videoconferencias como sustituto de los vuelos de larga distancia.
De las 18 empresas españolas que aparecen en la clasificación, solo Mapfre ha establecido un objetivo para reducir las emisiones de los vuelos de negocios (un 8 % para 2024). No es un objetivo muy ambicioso, pero es un primer paso. La clasificación también concluye que Mapfre y Telefónica son las únicas corporaciones que informan sobre todas las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a los vuelos corporativos.
El impacto de la aviación europea
El tercer informe medioambiental de la aviación europea, que se realiza cada tres años y fue presentado en septiembre de 2022, revelaba que las emisiones de CO₂ de los aviones que despegaron desde el espacio europeo aumentaron entre 2005 y 2019 un 34%, hasta los 147 millones de toneladas. El reporte, elaborado por la Agencia Europea de la Seguridad Aérea (EASA), prevé que la tendencia podría seguir al alza si no se toman medidas llegar a los 188 millones de toneladas en 2050, es decir, un 28% más aún que en 2019. Por tanto, todo parece indicar que Europa va por el mal camino para lograr sus los objetivos de descarbonización en la lucha contra la crisis climática.
La Agencia Europea de Seguridad Aérea apunta en un informe que el impacto climático de los vuelos de negocios va más allá de las emisiones de CO₂. Los motores de los aviones emiten otros gases —óxidos de nitrógeno (NOx), dióxido de azufre (SO₂) y agua—, y partículas como el hollín. Se trata de emisiones distintas del CO₂, y se calcula que tienen el doble de efecto de calentamiento climático que el CO₂ emitido por los vuelos.
Resulta obvio, pero desde la campaña de Transport&Environment destacan que la mejor manera de reducir las emisiones de la aviación es volar menos. «La implantación de los combustibles menos contaminantes y los aviones de emisiones cero no serán una realidad antes de 2030, y la compensación no puede sustituir a la reducción de emisiones».
Si solo fueran sus vuelos de trabajo el perjuicio que nos causan estos grandes tiburones.
Cada uno de estos y otros gordos tiburones se ha alimentado a costa de miles de pececillos. A costa nuestra y del Planeta.
Por citar sólo el ámbito de la moda del que forma parte Inditex:
«Kenia se está convirtiendo en el vertedero de la moda rápida de Europa. La industria textil europea es culpable de desechar nada menos que 37 millones de prendas en territorio keniata.
Esto no solo es muy poco ético, sino que perjudica enormemente al planeta, ya que los materiales sintéticos de las prendas liberan gases de efecto invernadero que dañan el suelo, los ríos, los océanos y a las personas.
La industria de la moda rápida es conocida por producir toneladas de ropa hecha con plástico y venderla a precios ridículos a costa de pagar unos sueldos miserables y contaminar el planeta.
Más de cien toneladas de textil acaban en vertederos cada año.
LA INDUSTRIA DE LA MODA ES LA SEGUNDA MAS CONTAMINANTE DESPUES DE LA PETROLERA.
Hace cinco años se aprobó una ley por la que Zara y H&M tuvieron que abandonar la viscosa, un tejido muy habitual en nuestra ropa y cuya producción en fábricas asiáticas vierte sustancias químicas tóxicas en ríos y arroyos.