Militarización, fronteras y extractivismo: la nueva agenda de la UE se tiñe de verde oliva

Ecologistas en Acción y el Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL) han presentado un informe que desmonta la narrativa verde y social de la UE al conectar los nuevos pilares estratégicos de su «reposicionamiento geopolítico».
De derecha a izquierda: Enrique Quintanilla; miembro de Ecologistas en Acción; Serigne Mbayé, del sindicato de manteros de Madrid y ex diputado de la Asamblea de Madrid; Lucía Bárcena; Adriana Espinosa, responsable de Recursos Naturales de Amigos de la Tierra (moderadora); y Pedro Ramiro. Foto: Ecologistas.

Paz, libertad e independencia energética. Derechos humanos, solidaridad y energía limpia. Democracia, diversidad y protección del clima. Esos son los lemas que figuran en la campaña titulada You are EU que la Comisión Europea difundió el año pasado tras los cimbronazos geopolíticos que generó la invasión de Rusia a Ucrania, conflicto bélico que puso en riesgo la garantía de los recursos energéticos esenciales para el metabolismo económico del continente.

Para los investigadores Pedro Ramiro y Juan Hernández Zubizarreta, autores del informe La Unión Europea y el capitalismo verde militar: materias primas y acuerdos comerciales para el extractivismo neocolonial, estos latiguillos forman parte de una narrativa ―de mitos― que no se condice en nada con la realidad.

La nueva agenda de la UE se basa en el refuerzo de la tríada militarización-fronteras-extractivismo que se despliega internacionalmente a través de «un renovado pack normativo» con el que Bruselas trata de resituarse en el (des)concierto global.

Este paquete incluye tratados comerciales con países del sur global para la extracción de materias primas (doce memorándums estratégicos en los últimos tres años) y nuevas normativas del bloque, como la Ley de Materias Primas Críticas, reglamentada a principio de año.

«Es muy importante ver la tríada completa porque opera de forma coordinada. Analizar, por ejemplo, la parte comercial sin los otros pilares es no ver toda la foto», ha explicado Ramiro en la presentación de un trabajo coordinado por Ecologistas en Acción y el Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL).

El paradigma de un «capitalismo verde y digital» (2019-2024) está virando a un «capitalismo militar verde oliva», con un «cierre autoritario de la UE sobre sí misma» que se justifica por la supuesta necesidad de tener mayor autonomía estratégica, más seguridad y más soberanía.

Los autores insisten en la idea de que los tres pilares (militarización, fronteras y extractivismo) «operan de manera coordinada y se refuerzan mutuamente». Ponen un ejemplo: «La militarización se conecta con el control de fronteras a través de instrumentos como Frontex, cuyo presupuesto aumentó el 55% entre 2019 y 2022. La deriva militarista se relaciona con la ofensiva extractivista: la inclusión del titanio y el aluminio en la lista de materias primas estratégicas responde fundamentalmente a las presiones de los lobbies de la aeronáutica y fabricación de armamento. Y el macroprograma de colaboración público-privada Global Gateway combina el eje comercial con el migratorio en muchos de los acuerdos ya firmados, especialmente con países de África».

Ramiro cita un ejemplo más reciente. La semana pasada, el Consejo Europeo adoptó la Agenda Estratégica 2024-2029, que «confirma el paso del capitalismo verde digital al capitalismo verde militar». «Hay una clara supremacía de seguridad y defensa sobre las políticas ecológicas», subraya.

Pactos comerciales y extractivismo neocolonial

El informe explica que una de las patas «de la redefinición geopolítica de la UE se asienta sobre la base de reforzar las relaciones comerciales» para poder garantizar las cadenas de suministro del capitalismo verde y militar.

Los autores recopilan los tratados firmados entre 2021 y 2024, acelerados especialmente en el último año y medio, con Uzbekistán, Noruega, Ruanda, Groenlandia, República Democrática del Congo, Zambia, Chile, Argentina, Namibia, Kazajistán, Ucrania y Canadá.

En la presentación del informe, Lucía Bárcena, responsable de investigación sobre políticas comerciales de Transnational Institute (TNI), ha reforzado la idea de una «Europa verde oliva». De los 34 minerales críticos que figuran en la ley, hay uno, el niobio, que sirve para que el acero sea mucho más flexible y duradero.

«Hemos seguido la cadena de este suministro. Europa lo trae casi todo de Brasil para su industria fósil y militar. El Gobierno de Israel, por ejemplo, es uno de los principales compradores. Faltan muchos datos porque la ley carece de transparencia y de indicadores», ha explicado.

En este contexto de «reforzamiento comercial», América Latina adquiere nuevamente «carácter de zona estratégica» al disponer de una parte importante de las materias primas que resultan esenciales para el desarrollo de las infraestructuras asociadas a las energías renovables, los vehículos eléctricos, la digitalización y la industria militar.

El informe pone la lupa en el caso de Chile, el principal suministrador de litio –y uno de los más importantes de cobre– de la Unión Europea. Este país aporta el 83% de los carbonatos de litio que consume el bloque. A pesar de ello, la UE es un importador de pequeño tamaño para Chile, porque de todo el litio que exporta el país, el 70% se dirige a China y el 16% a Corea del Sur.

El 42% de las reservas de litio se localizan en Chile y el 10% en Argentina. La empresa que concentra la mayor parte de extracción de litio es la pública Sociedad Química y Minera de Chile (Soquimich-SQM), que obtiene este mineral en el salar de Atacama, en Antofagasta.

«En la actualidad, las relaciones comerciales entre la UE y Chile vienen a apuntalar la clásica lógica asimétrica colonial ―entendida esta tanto en términos políticos como económicos― en la que los países latinoamericanos exportan materias primas mientras importan productos industriales y tecnológicos», describe el informe.

El comercio de este mineral tiene una «arquitectura jurídica» que es el acuerdo de asociación iniciado en 2003 y ratificado el año pasado.

Esta actualización incorpora capítulos de inversiones y mecanismos para su protección, como condiciones no arancelarias favorables para la exportación e importación. Si bien en el acuerdo ya existente el litio y el cobre no tenían aranceles, las modificaciones introducidas en la actualización del acuerdo han completado el marco para hacer «aún más rentable su importación por parte de la UE».

La conclusión de Ramiro es que esta «tríada» no es nueva. Todo lo contrario: es «la base fundacional» de la UE. Pero que en esta coyuntura (guerra de Ucrania, genocidio en Gaza, lucha comercial con China y Estados Unidos, etc.) «se ha intensificado» bajo una «falsa retórica» centrada en los «valores europeos» que, básicamente, esconde la «profundización y legitimación» de las dinámicas de militarización, securitización y expoliación.

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