

Etiquetas:
La Fritillaria delavayi es una planta de hojas y flores parduzcas que apenas resalta en el terreno pedregoso y duro en el que crece en los techos del Himalaya. Sin embargo, no siempre es así. En realidad, le suele gustar destacar. Hay otras zonas de la cordillera asiática donde esta planta es de un verde brillante que reluce entre las piedras y su única flor es de un amarillo intenso con el que llama la atención de los polinizadores. Es la misma especie, pero su aspecto es totalmente distinto, y la razón de estas variaciones somos, probablemente, nosotros.
La Fritillaria delavayi es una hierba perenne de la familia de los lirios y de los tulipanes. Crece habitualmente entre los 3.400 y los 5.600 metros de altitud, en los pedregales y en las morrenas de los glaciares de montaña del oeste de China, el Tíbet y Bután. La planta se desarrolla a partir de un bulbo y durante sus primeros cinco años de vida no florece. Desde ese momento, produce una única flor al año y, si tiene éxito en la polinización, un fruto cargado de semillas.
Estas plantas alpinas (se llaman así las plantas que crecen en las laderas de las montañas, no necesariamente de los Alpes, por encima de la línea arbolada y cerca de las nieves perpetuas) han evolucionado para atraer a sus polinizadores, los abejorros. Sin embargo, el amarillo intenso de su flor llama también la atención de los seres humanos: el bulbo de Fritillaria delavayi se usa en la medicina tradicional china desde hace al menos 2.000 años y en los últimos tiempos su recolección se ha intensificado. Por eso, esta pequeña flor del Himalaya ha aprendido a esconderse.
Un estudio publicado en 2020 por investigadores del Instituto Botánico de Kunming (China) y la Universidad de Exeter (Reino Unido) señaló que, allí donde la recolección de los bulbos era más intensa, esta presión selectiva había provocado que los ejemplares que se mimetizaban con el entorno sobreviviesen más y, por lo tanto, fuesen más habituales. Es decir, cerca de las poblaciones humanas predominan las plantas con tallo, hojas y flores de colores pardos y grises, mientras que en zonas más remotas predominan los verdes y los amarillos.
Sin embargo, esta adaptación nos plantea nuevas preguntas. Si la planta sacrifica su atractivo para los abejorros a cambio de camuflarse a ojos humanos, ¿cómo consigue reproducirse? La respuesta parece estar en otro pequeño cambio. Las plantas de colores oscuros producen flores más pequeñas que los abejorros ignoran, pero que llaman la atención de otro insecto habitual en las zonas de alta montaña: las moscas. La estrategia le funciona, ya que las tasas de producción de frutos y semillas son similares entre las Fritillaria delavayi camufladas y las no camufladas.