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Marina Gros y Mónica Vidal son las representantes de ECODES en la Clean Arctic Alliance, una coalición de 21 organizaciones sin ánimo de lucro que trabajan para proteger la región del Ártico.
Uno de los efectos secundarios de la COVID-19 es que nunca antes habíamos sido tan conscientes del aire que respiramos. No solo el virus se transporta en el aire, de una persona a otra, sino que se ha demostrado que las personas que respiran aire contaminado a diario son más vulnerables a los impactos del coronavirus.
Nunca antes habíamos sabido tanto sobre cómo las actividades humanas cotidianas ensucian el aire, ni cómo las partículas finas (PM 2,5) -entre ellas el carbono negro- pueden afectarnos. Sin embargo, las emisiones de partículas de carbono negro, u hollín, no solo afectan a la salud humana, también a la salud del planeta. Las emisiones de carbono negro procedentes del transporte marítimo y de otras fuentes -como los incendios forestales, las estufas de leña, y otros usos de la energía y el transporte- son un agente de calentamiento global de alto impacto en el Ártico, que tiene una influencia significativa en la regulación de la temperatura global de nuestro planeta.
El cambio climático está teniendo un impacto más rápido en el Ártico que en cualquier otro lugar en este momento – el reciente fenómeno climático, Filomena, que causó el caos en nuestro país, se ha relacionado con las consecuencias del calentamiento del Ártico. El vórtice polar, una zona de bajas presiones que gira sobre el polo durante el invierno, está siendo interferido por los fuertes vientos que rodean el planeta y como consecuencia del calentamiento del Ártico grandes masas de aire frío se están desplazando a latitudes más bajas. Lo que ocurre en el Ártico no se queda en el Ártico: los cambios que se producen en el norte tendrán repercusiones más al sur.
Los barcos suelen utilizar el combustible más barato y sucio que queda del proceso de refinado del petróleo: el fuelóleo pesado (HFO), que produce altos niveles de carbono negro cuando se quema. Cuando emiten en el Ártico o cerca de él, las partículas de carbono negro que se posan sobre la nieve o el hielo reducen la reflectividad (albedo) y aumenta la absorción de calor, acelerando el deshielo del Ártico.
Aunque el transporte marítimo sólo aporta el 2% del carbono negro en el Ártico, su impacto de calentamiento es mucho mayor, ya que otras fuentes de carbono negro se encuentran a mayor altura en la atmósfera y tienen menos posibilidades de caer sobre el hielo y la nieve. Mientras que la mayoría de las fuentes antropogénicas de contaminación por carbono negro se están reduciendo en el Ártico, las emisiones de carbono negro del transporte marítimo han aumentado a nivel mundial en la última década, y en el Ártico en un 85% sólo entre 2015 y 2019. Con el calentamiento impulsando la actual pérdida de hielo marino multiestacional del Ártico, la región se está abriendo a un mayor tráfico marítimo, con previsiones de quintuplicarse para 2050, con el consiguiente aumento de emisiones incluido el carbono negro.
En noviembre de 2020, la Organización Marítima Internacional (OMI), el organismo de la ONU que rige el transporte marítimo, aprobó la prohibición del uso y transporte de HFO en el Ártico. Aunque los grupos ecologistas e indígenas han luchado durante años para que el Ártico esté libre de HFO, esta prohibición que se acordará en unos meses contiene grandes lagunas legales que supondrán reducciones mínimas en el uso y transporte de HFO. Por lo que con esta normativa las emisiones de carbono negro seguirán aumentando, por ahora, en el Ártico.
No obstante la próxima semana se reúne el Subcomité de Prevención y Lucha contra la Contaminación de la OMI (PPR 8) y el carbono negro estará en el orden del día. A pesar de llevar una década debatiendo, la OMI todavía no ha tomado ninguna medida concreta para reducir las emisiones. Ahora, los Estados miembros de la OMI tienen la oportunidad de tomar medidas rápidas y eficaces para reducir las emisiones de carbono negro en el Ártico. La OMI puede, y debe, establecer normas que garanticen que el sector naviero cambie a combustibles destilados, como el gasóleo o el gasóleo marino (MGO), o a otras fuentes de energía más limpias, para los buques que operan en el Ártico o en sus proximidades. Además, los buques que utilicen diésel o MGO también deberían estar obligados a instalar y utilizar filtros de partículas, como ya se exige en el transporte terrestre.
Con este cambio a combustibles alternativos ya disponibles, la flota marítima del Ártico podría reducir inmediatamente las emisiones de carbono negro en un 44% aproximadamente. Esta medida podría ser liderada por la industria, lo que reforzaría la confianza en que el sector se toma en serio el rumbo hacia la descarbonización. Pero también se necesitará de una regulación internacional, ya que será necesario eliminar todas las emisiones de carbono negro del transporte marítimo, así como de otras fuentes a nivel global. Aunque esto llevará más tiempo, también es posible y necesario.
Obligar a cambiar de combustible para reducir las emisiones de carbono negro en el Ártico sería una victoria fácil para la OMI y para el sector marítimo. También sería una victoria para el clima mundial, para el Ártico y para las personas que dependen de su ecosistema para vivir.
El 22 de marzo, la CAA organizará un seminario web con el título ‘Cambio de combustible: cómo reducir las emisiones de carbono negro del transporte marítimo en el Ártico’. Más info e inscripciones en: www.hfofreearctic.org
ARA O MAI (Ahora o nunca), Angle editorial. Xavier Soler, geólogo y arquitecto naval.
No podemos seguir actuando al margen de todas leyes físicas y biológicas y tenemos que rehacer de nuevo nuestro encaje con el medio natural, esta realidad inexorable debe tener el mínimo de costos humanos, y evolucionar hacia un nuevo modelo, promoviendo el conocimiento y utilizando la ciencia en la mejor dirección.
No tenemos otra salida y esta es una tarea que tendremos que hacer juntos.
La gravedad de nuestra situación actual debería convertirse en una llamada global a la responsabilidad de cada uno de nosotros. Aunque no acabamos de creerlo estamos ante el momento más crítico que ha vivido la humanidad en toda su historia. Ahora ya no se trata de una revolución social para mejorar las condiciones de vida, la libertad o la cultura; se trata de luchar por seguir habitando este planeta en unas condiciones humanas dignas de ser vividas, sin tener que enfrentarnos unos a otros por la supervivencia o sin quedar reducidos a una serie de grupos humanos testimoniales habitando los espacios menos afectados de la Tierra . Ahora o nunca.
https://www.elpuntavui.cat/cultura/article/19-cultura/1939083-som-en-un-estat-de-benestar-imaginari.html