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Los países más ricos pueden tardar 220 años en reducir a cero sus emisiones, al ritmo actual

Ninguna de las grandes economías mundiales lo logrará para 2030, según un estudio publicado en la revista científica 'The Lancet'. Sus autores señalan que el crecimiento económico de estas naciones es incompatible con los compromisos climáticos.
Los países más ricos pueden tardar 220 años en reducir a cero sus emisiones, al ritmo actual
Mina de carbón de Welzow South, Alemania, en mayo de 2023. Foto: Rene Schwietzke / CC BY 2.0

2030 es el año que se marcó como referencia en el Acuerdo de París para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Solo faltan siete años y las grandes economías mundiales que han hecho el esfuerzo de aumentar su PIB sin emitir más CO2 van por mal camino para lograrlo: ninguna llega al 50% de posibilidades de limitar el calentamiento global a 1,5 ºC.

Un estudio publicado en la revista científica The Lancet afirma que, de seguir como hasta ahora, once países –Australia, Austria, Bélgica, Alemania, Países Bajos, Reino Unido, Francia, Luxemburgo, Dinamarca, Canadá y Suecia– tardarán más de 220 años en reducir a cero sus emisiones y emitirían más de 27 veces la parte que les corresponde del presupuesto mundial de carbono fijados para no superar los 1,5 ºC.

Entre 2013 y 2019, los once países (de los 36 analizados) registraron unas reducciones del 1,6% anual. Las necesarias para poder llegar al objetivo de 2030 es del 30% anual para 2025. Es decir, que países como Australia, Alemania, Austria, Bélgica y Canadá tendrían que reducir sus emisiones más de 30 veces más rápido que ahora. Reino Unido, el país más favorecido, tendría que hacerlo cinco veces más rápido de aquí a 2025 y siete veces más rápido de aquí a 2030.

Estas estimaciones, no obstante, no tienen en cuenta las emisiones derivadas de la agricultura, la silvicultura y el uso del suelo, ni las emisiones de la aviación y el transporte marítimo internacionales, por lo que la publicación señala que «la adición de estas emisiones significaría que los países de renta alta tendrían que reducir sus emisiones aún más rápido».

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Las tasas de reducción de emisiones necesarias para que los países de renta alta respeten su reparto equitativo de 1,5°C (azul) son varias veces más rápidas que las tasas de reducción de emisiones que han logrado gracias a la desvinculación absoluta del PIB y las emisiones de CO2 (rojo). Fuente: The Lancet.

El crecimiento es incompatible con la reducción de emisiones

«Un mayor crecimiento económico en los países de renta alta es incompatible con los compromisos climáticos y de equidad del Acuerdo de París». Esa es la conclusión a la que llegan los autores de este estudio, Jefim Vogel, del Instituto de Investigación sobre Sostenibilidad de la Universidad de Leeds (Reino Unido), y Jason Hickel, del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).

«Si los países de renta alta sobrepasan el presupuesto de carbono que les corresponde, o bien agravan el colapso climático o bien se apropian del presupuesto de carbono de los países de renta baja, o lo más probable es que hagan ambas cosas. Esto no tiene nada de ecológico», argumentan.

Por tanto, «las narrativas que celebran los logros de la desvinculación del PIB y las emisiones de CO2 en los países de renta alta como crecimiento verde son engañosas y representan una forma de lavado verde. Si vamos a referirnos a lo que está ocurriendo en estos países como crecimiento verde, entonces el crecimiento verde no es adecuado para evitar la catástrofe climática, y mucho menos para lograr la justicia climática. Alternativamente, si se supone que el crecimiento verde es coherente con los objetivos climáticos y de equidad del Acuerdo de París, entonces el crecimiento verde no se ha logrado en las naciones de altos ingresos, y parece muy poco probable que se logre en el futuro».

Para lograr una reducción orientada al Acuerdo de París, propone el estudio, los países de renta alta deberán dejar atrás su crecimiento económico para aplicar en su lugar «enfoques de poscrecimiento orientados a la suficiencia, la equidad y el bienestar humano, al tiempo que aceleran el cambio tecnológico y las mejoras de eficiencia». Algunas medidas serían: reducir las formas de producción que consumen mucha energía y las menos necesarias, reducir el consumo de los ricos, y abandonar el transporte privado para usar el público.

La otra cara de la moneda

Al otro lado del océano, la economía de los países de América Latina crece a duras penas. El continente está expuesto a los cambios severos en las condiciones hidrometeorológicas y depende en gran medida de actividades que se ven comprometidas por la crisis climática como la agricultura, la minería y el turismo.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ha publicado un informe en el que se augura un menor crecimiento respecto del 2022. Así, América del Sur crecería un 1,2% (3,7% en 2022); el grupo conformado por Centroamérica y México, un 3,0% (3,4% en 2022); y el Caribe (sin incluir Guyana), un 4,2% (6,3% en 2022). Asimismo, se espera que el producto interior bruto regional del continente crezca un 1,5% en 2024 frente al 1,7% estimado para este año.

«Los daños macroeconómicos del cambio climático podrían ser muy significativos para los países de la región. Las estimaciones indican que en 2050, el PIB de un grupo de seis países podría ser entre un 9% y un 12% menor que el correspondiente a un escenario estándar», avisa el informe de Cepal. 

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