¿Podemos hablar ya de sequía en España?

A raíz de esta pregunta, a la que buscan dar respuesta varios especialistas en el texto, surge un tema clave: España sigue sin estar preparada para afrontar una gran sequía, avisan los autores.
¿Podemos hablar ya de sequía en España?
La antigua aldea abandonada de Aceredo, en el concello de Lobios (Orense, Galicia), sumergida desde la construcción de la presa Alto Lindoso en 1992, ha emergido debido a la actual sequía en esta región. Foto: REUTERS/Miguel Vidal.

La sequía es un riesgo silencioso pero constante. Se desarrolla lentamente y, sin que apenas nos demos cuenta, la falta de lluvia va vaciando los embalses y restando humedad en el suelo.

Un ciclo seco se inicia y evoluciona de la siguiente manera:

  • primero faltan las lluvias (sequía meteorológica) y se registran valores elevados de evapotranspiración por la falta de cobertura nubosa, impactando sobre el medio ambiente (sequía ecológica), con embalses bajo mínimos (sequía hidrológica);
  • luego, la agricultura de secano empieza a padecer sus efectos;
  • a continuación, falta agua para los regadíos (sequía agrícola) y para la producción hidroeléctrica;
  • finalmente, si se mantiene el déficit pluviométrico, la sequía llega a las ciudades con restricciones de agua (con sequía socioeconómica).

En resumen, las sequías, a diferencia de los terremotos, presentan una frecuencia elevada (así es en el caso de España), una duración prolongada (de varios meses o incluso años), una extensión espacial considerable y una velocidad de implantación lenta, entre otras características físicas.

Tipos de sequías

La implantación de la sequía, además de lenta, es muy discreta. Es muy difícil determinar cuándo empieza exactamente una sequía. Su inicio está difuminado o fragmentado en una sucesión de diferentes episodios secos que alternan con episodios más o menos lluviosos.

En términos espaciales, debemos recordar que este fenómeno es muy variable en España e impide hablar de un solo tipo de sequía. Al menos se pueden distinguir cuatro tipos de sequía en nuestro país, en función del área geográfica afectada:

  • sequías cantábricas, muy poco frecuentes;
  • sequías surestinas, las más habituales;
  • sequías en Cataluña, cortas pero intensas;
  • y sequías ibéricas, que afectan a la práctica totalidad del país y con una duración prolongada.

Por la duración de una sequía, también podemos distinguir entre un año seco, cuando las precipitaciones suponen menos de un tercio de lo normal durante un año, y una secuencia seca o gran sequía, cuando estas condiciones se prolongan como mínimo dos años seguidos.

Sequías históricas

Actualmente, las islas Canarias están experimentando una sequía prolongada –durante 2019, 2020, parcialmente 2021 y, si no cambia la tendencia actual, 2022–. En la península ibérica, el 2021 supone la extensión de las condiciones de disminución de precipitaciones que han acabado por manifestarse de forma abrupta en las primeras semanas del presente año.

Las últimas sequías importantes en la España peninsular se desarrollaron a comienzos de los años ochenta y en los primeros años noventa del pasado siglo. Generalmente, cuando un año tiene más de 150 días de anticiclón se desarrolla un ciclo seco.

Como ejemplos de sequías destacadas en las últimas décadas, puede citarse la del País Vasco de 1989. En diciembre de ese año, Bilbao, que sufrió restricciones de agua, solo recogió la décima parte del promedio de lluvia del mes. Durante el mismo periodo, el litoral andaluz (Huelva, San Fernando y Cádiz) prácticamente registraba la mitad de sus promedios anuales, lo que dio lugar a inundaciones.

Por el contrario, la gran sequía de 1992 a 1995 en el centro y sur de España, con restricciones de agua muy severas en ciudades como Sevilla y Cádiz, coincidió con cantidades de lluvia normales y hasta superiores a la media en la costa cantábrica.

Ambas sequías pueden relacionarse con la llamada Oscilación del Atlántico Norte (NAO), constituida por el dipolo del anticiclón de las Azores y las bajas presiones de Islandia. En su fase positiva, este fenómeno da lugar a períodos prolongados sin precipitación en buena parte de España, bajo la protección del anticiclón, exceptuando el norte. En su fase negativa, con bajas presiones en el golfo de Cádiz y un anticiclón en la islas Británicas y las latitudes altas del Atlántico norte, la lluvia es generosa en el centro y el suroeste de la península ibérica.

Por último, los años 2005 y 2017 fueron muy secos. Volvieron a rescatar el fantasma de las restricciones urbanas en diferentes localidades de nuestro país.

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