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Una fantasía real de hace 500 años, un cangrejo y una crisis de biodiversidad

La historia de la protección del cangrejo de río en España, una especie originalmente invasora, nos hace reflexionar sobre el impacto de los gustos humanos en la biodiversidad.
Una fantasía real de hace 500 años, un cangrejo y una crisis de biodiversidad
Foto: Stone Wang / Unsplash

En las márgenes de los ríos circula una historia. Mientras los pescadores escudriñan el fondo en busca de su presa, cuentan que hubo un tiempo en que los cursos fluviales estaban llenos de cangrejos autóctonos, pero que la llegada de un invasor casi los extingue por completo. Ahora es casi imposible encontrarlos. Tras años de reuniones y debates, el BOE acaba de publicar la Estrategia para la conservación del cangrejo de río ibérico en España con la intención de reconducir esa historia y salvar al crustáceo. Sin embargo, no todos los puntos del relato son exactos.

No hay pruebas sólidas de que el llamado cangrejo ibérico sea autóctono. En realidad, todo apunta a que fue, en origen, una especie invasora introducida por el capricho de una pareja real. Una especie que conquistó poco a poco los ríos de la península, transformándolos a su paso, y que luego se vio desplazada por el (de nuevo) capricho de un dictador. Los detalles de su historia nos hablan de política y de biodiversidad, de los gustos humanos y de cómo una decisión sesgada puede poner en riesgo algunos de los ecosistemas más delicados que existen.

Un cangrejo autóctono con acento italiano

Al igual que los pequeños actos pueden cambiar la historia humana, también tienen el poder de modificar el rumbo de la vida en el planeta. En la historia del cangrejo, uno de esos pequeños actos tiene lugar en 1588. Todo apunta a que ese fue el año en el que los primeros cangrejos de río llegaron a España. Lo hicieron como parte del cargamento de un barco que partió de Livorno (Italia) con destino a Alicante para cumplir con los deseos de los reyes de aquel momento, Felipe II e Isabel de Valois (su tercera esposa, hija del rey de Francia y de Catalina de Medici, de la influyente República de Florencia). Ambos habían emprendido una misión: ajardinar los sitios reales en Madrid, llenándolos de estanques y nuevas especies siguiendo la moda europea.

Las primeras especies en llegar fueron carpas y lucios, ya en 1565, y en 1588 fue el turno de los cangrejos italianos (Austropotamobius fulcisianus). “Ajardinar era una novedad en España, donde solo había huertos y cultivos hasta la puerta de casa. Los reyes pasaron muchas dificultades para traer las nuevas especies, pero finalmente lo consiguieron. A partir de ahí, disponer de lucios, carpas y cangrejos pasa a ser un símbolo de exclusividad”, explica Miguel Clavero, científico de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y experto en el cangrejo de río. “Desde ese momento, no se sabe bien cómo, el cangrejo se va a expandiendo lentamente y se convierte en una captura de pesca muy popular”.

De acuerdo con las investigaciones de Clavero, es muy probable que esta fuese la llegada de los cangrejos que hoy conocemos como autóctonos, ya que no existen evidencias en los registros históricos (que por aquel entonces ya eran bastante exhaustivos) de que antes de 1588 hubiese otra especie de cangrejo fluvial en el territorio. Y la historia sigue: la siguiente referencia, un siglo más tarde, sitúa a la nueva especie en los ríos de Valladolid. Los primeros registros de los usos culinarios por parte del pueblo son del siglo XVIII y, ya durante el XIX, las referencias a la expansión de la especie por los ríos de toda la península se multiplican.

Y un invasor americano

El siguiente gran impulso a la conquista del cangrejo se produjo durante la dictadura de Franco. El inicio lo marca la aprobación, en 1942, de la ley por la que se regula el fomento y conservación de la pesca fluvial. Pero el verdadero boom de la pesca deportiva se da a partir de los años 50. “La promoción de la pesca deportiva se centra en salmónidos, grandes depredadores introducidos, como el lucio y la lubina negra, la carpa y el cangrejo de río. Los salmones y los lucios eran cosa de señores y los cangrejos eran para el pueblo llano”, explica Clavero. “Es ahí cuando la población de estos crustáceos entra en declive por la sobrepesca”.

Ante la escasez de las capturas, empiezan a aparecer voces que piden la introducción de nuevas especies más resistentes, como ya se hacía en otros países de Europa. Y aquí es donde entran en juego los invasores de los que hablaba la historia del principio: los cangrejos americanos. La primera importación se hizo en 1973, en Badajoz, y ante el éxito de adaptación se hicieron nuevas sueltas en Doñana. “Como había tanto interés y demanda, mucha gente empezó a llevar cangrejos americanos a sus ríos. Su expansión fue explosiva”, añade el investigador.

Las nuevas especies invasoras, el cangrejo rojo y el cangrejo señal, traían una enfermedad que en pocos años diezmó las poblaciones de cangrejos italianos. Sus poblaciones se derrumbaron y colapsaron en casi todos los ríos y hoy solo existen unas 1.000, aisladas en las cabeceras de los cursos fluviales. Esta situación hizo que el cangrejo de río italiano fuese etiquetado como vulnerable en el Catálogo Español de Especies Amenazadas y que, como consecuencia, se redactase una estrategia para su conservación.

Eso sí, en el catálogo y en la estrategia, la especie aparece bajo el nombre de Austropotamobius pallipes y no de Austropotamobius fulcisianus, a pesar de que no hay constancia de la presencia de la primera en los ríos de la península ibérica. “La taxonomía de los cangrejos de río europeos está muy poco desarrollada, por lo que se arrastra desde hace tiempo el nombre genérico de A. pallipes para todos, aunque existan muchas otras subespecies. Este es también el nombre que recoge la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y la Directiva Hábitats de la Unión Europea”, detalla Miguel Clavero.

El sentido de proteger una especie invasora

La Estrategia para la conservación del cangrejo de río ibérico en España contempla, fundamentalmente, medidas para conservar las poblaciones existentes de cangrejo italiano y expandir los hábitats de la especie con programas de cría en cautividad y reintroducción (acciones que se llevan a cabo desde hace años). Estas sueltas se llevarán a cabo en ríos pequeños y cursos altos en los que no existen otros cangrejos ni hay presencia de las especies americanas. “El problema es que estos hábitats son escasos y delicados y los necesitan muchas otras especies. Y los cangrejos son animales con mucho impacto en su entorno”, subraya el experto.

Estos crustáceos depredan muchas otras especies fluviales, en especial, los animales más inmóviles, como los pequeños invertebrados que viven entre las piedras del fondo o los huevos y las larvas de anfibios y peces. Muchas de ellas son también especies en peligro de extinción o incluso endemismos ibéricos que no cuentan con el mismo interés o el apoyo del cangrejo de río. “Más allá de que tenga sentido o no protegerlo, lo que no tiene sentido es que el cangrejo italiano sea una prioridad de conservación”, concluye Clavero. “En todo el territorio hay un montón de especies de agua dulce al borde de la desaparición, muchas especies únicas en el mundo que se están perdiendo para siempre sin que se haga casi nada para evitarlo”.

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