Peter Singer: «Tenía la esperanza de que hoy las macrogranjas hubieran desaparecido»

El filósofo y gran defensor de los derechos de los animales conversa sobre su libro recién traducido a español 'Ética en acción' (Plaza y Valdés, 2023), un homenaje al activista Henry Spira.
Peter Singer: «Tenía la esperanza de que hoy las macrogranjas hubieran desaparecido»
El filósofo Peter Singer acaba de publicar en España 'Ética en acción' (Plaza y Valdés, 2023). Foto: Derek Goodwin. Cedida.

Atento, muy amable, me recibe por videoconferencia Peter Singer desde su Australia natal. Antes de empezar la entrevista, comentamos el vínculo con Princeton, universidad donde él ocupa la prestigiosa cátedra DeCamp de Bioética y yo realicé el doctorado. ¡Ah, ese gótico reciente!, bromeo respecto a los edificios del campus, que a él le parece acogedor. «Pero el gótico antiguo lo viví en Oxford», recalca, recordando el lugar en que comenzó a interesarse por el bienestar animal siendo estudiante de filosofía.

Y es que Singer, nacido en Melbourne de padres judíos vieneses que huían del nazismo, acabaría convirtiéndose en un icono de la lucha por los derechos de los animales a partir de 1975, cuando publicó Animal Liberation (Liberación Animal, Taurus, 2018), un clásico que ha dado la vuelta al mundo y se considera el libro que impulsó el movimiento animalista. Más tarde surgieron decenas de volúmenes, entre los cuales se encuentra Ethics into Action (1999), el libro que nos ocupa, traducido por primera vez a español gracias a la editorial Plaza y Valdés en colaboración con Igualdad Animal, bajo el título Ética en acción. Henry Spira, el activista que doblegó a las multinacionales (2023). Aquí el catedrático narra la historia del hombre con quien aunó fuerzas para combatir el maltrato animal en numerosas campañas. Conversamos sobre esta obra clave que da pistas sobre la necesidad de acción colectiva y es también una oda a la amistad.

Este libro es un homenaje a Henry Spira y, al mismo tiempo, también habla de tu trabajo. Para mí, quizá lo más importante de Ética en acción es que propone conexiones entre tu propio enfoque filosófico y el activismo. ¿Estoy en lo cierto? 

Sí, tienes toda la razón. Es un homenaje a Henry, pero también una guía para activistas, que es la mejor manera de rendir tributo a Henry. En primer lugar, porque a él se le daba bien diseñar estrategias para lograr avances reales en el movimiento animalista, que llevaba mucho tiempo activo, desde el siglo XIX, pero no había tenido éxito. Henry solía decirme: estas organizaciones anti-vivisección te mandan fotos repugnantes de animales torturados para que te sientas mal, y ésa es su estrategia; luego te dicen ¡envíanos más dinero, donaciones!, y el mes que viene te mandamos más fotos horribles de animales para hacerte sentir mal otra vez. ¿Cómo se va a conseguir algo con eso? Henry se preocupaba en decir que hay cosas que podemos hacer. En concreto, cuando supo que tenía cáncer y no le quedaba mucho tiempo de vida, estaba preocupado por difundir su mensaje de cambios sociales para que otras personas pudieran utilizarlo. Ese era su mayor deseo. Él quería que escribiese este libro porque sabía que yo haría lo posible por transmitir su mensaje. Así que has captado exactamente la doble naturaleza del libro, un tributo a Henry y una guía para activistas.

¿Crees que debería haber puentes entre el trabajo académico y el activismo? Porque normalmente no se relacionan… Los activistas están en la calle y los académicos en sus torres de marfil. En este libro parece que intentas vincular a ambos grupos.

Sí, desde luego. Supongo que trataba de vincularlos de una manera en que los filósofos no lo habían hecho antes… El mejor ejemplo de un gran filósofo y activista, al menos en el mundo anglófono, es Bertrand Russell. Él fue un filósofo importante, sobre todo en lógica, pero también en otras áreas, y fue un gran activista en la campaña por el desarme nuclear; sin embargo, no los relacionó. De hecho, lo dice en algún sitio de su autobiografía: yo tengo dos líneas de trabajo, una es la filosofía y otra el activismo, pero no los veía actuando juntos. Así que escribió libros sobre cuestiones éticas –desarme nuclear, moralidad sexual–, pero sin ser riguroso, y tampoco publicó artículos académicos sobre esto. Me refiero a que, en el pasado, los filósofos habían escrito sobre cuestiones prácticas, pero en algún momento del siglo XX dejaron de hacerlo. Luego, a partir de la década de 1970, yo he intentado escribir sobre la ética de algunos temas de forma que reflejase mi trayectoria filosófica, pero siendo accesible a la gente que no había estudiado filosofía. Animal Liberation creo que es uno de esos libros, probablemente la primera cosa relevante que hice. Tiene una base filosófica, pero el resto es más descriptivo. Es importante juntar ambas tareas. Espero que mi volumen sobre Henry haga algo parecido. 

Explicas las campañas contra el Museo Americano de Historia Natural, la marca de cosméticos Revlon, o el método de experimentación con animales DL50. ¿Crees que estas luchas le hablan a las del presente? ¿Podemos aprender de ellas, o se han quedado obsoletas?

Creo que podemos aprender de ellas. Henry estaría encantado de ver que muchas organizaciones usan sus tácticas ahora. Específicamente, están dirigidas a las multinacionales en el ámbito de la comida –como la agricultura industrializada–, en el que Henry trabajó más tarde en su carrera… Así que podemos decir que algunas de estas campañas que él empezó continuaron después de su muerte. Un ejemplo sería la de McDonald’s. Yo estaba con él en Nueva York cuando se le ocurrió, y la gente le decía: «¡Nunca lograrás que McDonald’s se vuelva vegano!» Y Henry respondía que, por supuesto, McDonald’s no se haría vegano, pero si consigues que una empresa así cambie una pizca, será mejor que abrir un restaurante vegano en Nueva York, tendrá más impacto. Lo recuerdo pensando cuidadosamente qué le iba a pedir a McDonald’s… Y le pidió que sus mataderos se sometiesen a inspecciones por parte de alguien preocupado por el bienestar animal. Así fue cómo consiguió que Temple Grandin se involucrara (…). Henry logró avances, mejoraron las condiciones de los animales, no sólo en los mataderos de McDonald’s, sino básicamente en todo el país. Hubo progresos, aunque pequeños.

Después de su muerte hubo otras organizaciones que señalaron a McDonald’s y consiguieron que dejase de usar huevos de gallinas enjauladas. Esto es enorme, porque la vida de una gallina es bastante peor dentro de una jaula que fuera, y McDonald’s usaba como dos mil millones de huevos al año. Desde luego, las campañas que Henry creaba están aún siendo utilizadas; lo básico sigue ahí, logrando resultados.

«Al final, eliminaremos la carne, incluso en países con una fuerte cultura carnívora»

Precisamente tenía una pregunta sobre mataderos. Hace poco, nuestro ministro de Consumo, Alberto Garzón, concedió una entrevista a The Guardian donde criticaba las macrogranjas. Sus palabras fueron puro sentido común, pero se desató una enorme reacción en contra porque la gente quiere seguir comiendo carne. Incluso el presidente del gobierno llegó a decir que le gustaba «el chuletón al punto». ¿Por qué seguimos siendo tan reacios a aceptar que no deberíamos comer carne, o tanta carne? ¿No hemos aprendido la lección de los años 70? 

Creo que hemos subestimado lo rígidas que son las personas con sus hábitos alimenticios, y lo difícil que es cambiarlos. Me parece ridículo que digan… queremos comer carne y, como consecuencia, no deberíamos cambiar los mataderos. Creo que los mataderos pueden cambiar; no va a ocurrir de la noche a la mañana, pero podemos fomentar mejores condiciones de vida para los animales, incluso si estos acaban siendo sacrificados. Y también podemos introducir alimentos de origen vegetal que saben a carne y se cocinan como la carne… Hay bastante investigación e inversiones en alimentos vegetales y también en carne cultivada a partir de células animales en vez de animales enteros. Si la gente quiere comer carne –yo no siento el menor deseo– entonces que sea esa, en lugar de que los animales sufran y de emitir todos esos gases de efecto invernadero. Creo que, al final, eliminaremos la carne, incluso en países con una fuerte cultura carnívora, y España parece ser uno de ellos… pero llevará tiempo. 

¿Crees que somos más conscientes de los derechos de los animales ahora que el cambio climático se está acelerando? Por ejemplo, en apenas 50 años hemos aniquilado el 70% de la vida salvaje. Esa pérdida de biodiversidad tiene efectos climáticos además de consecuencias para la vida animal. ¿Saber esto ayudaría en la lucha animalista?

Bueno, puede ser, si la gente entiende las conexiones… Primero, entre la carne y el cambio climático, que es responsable de mucha pérdida de biodiversidad. A medida que los climas cambien y los animales no sean capaces de adaptarse o mudarse a otras regiones… perderemos muchos. Luego está el tema del pastoreo, y el cultivo de alimentos para los animales, como soja o granos, responsable de la tala de bosques. Por ejemplo, la principal causa individual de la tala del Amazonas es la alimentación del ganado, ya sea para darle espacio para pastar allí, o para cultivar soja para alimentarlo. El 77% de las cosechas mundiales se destina a la alimentación de animales. Podemos pensar en cuántas hectáreas de tierra podrían devolverse a la vida silvestre, destinarse a proteger la biodiversidad, si no las estuviéramos empleando en alimentar ganado. Tal vez a algunas personas no les importa el sufrimiento animal, pero sí les importa la pérdida de especies, de bosques nativos y de biodiversidad. Para mucha gente, esa es una razón de peso para dejar de comer carne.

  1. «Los menos racionales existen para servir a los más racionales»
    «Yo quisiera ser civilizado como los animales» cantaba acertadamente Roberto Carlos.
    https://www.google.com/search?q=yo+quisrea+ser+tan+civilizado+como+los+animales+-+youtube&rlz=1C1DIMA_enES753ES753&oq=yo+quisrea+ser+tan
    A la crueldad taurina le llaman arte y a divertirse matando animales le llaman el «deporte» de la caza. Incluso este «deporte» se imparte en algunas escuelas de Comunidades conservadoras.
    Ni les importa el sufrimiento animal, ni les importa la pérdida de especies, de bosques nativos y de biodiversidad.
    La enfermedad que nos arrastra a la humanidad al autoexterminio es nuestra profunda inconsciencia y la falta de interés que hay hoy por saber, por aprender. Además en pocos años, tal vez por el ejemplo que dan los amos del mundo con sus guerras, saqueos, ect., el ser humano estamos perdiendo sensibilidad y embruteciéndonos.

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