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¿Puede el Pacto Verde Europeo cambiar las reglas del juego?

La Comisión Europea ha presentado una ambiciosa hoja de ruta para reducir emisiones que levanta algunos interrogantes
¿Puede el Pacto Verde Europeo cambiar las reglas del juego?
Stand de la Unión Europea en la COP 25 que se celebró en Madrid. Foto: LAURA VILLADIEGO

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, aprovechó este miércoles 11 de diciembre que la emergencia climática está en boca de todos para hacer un anuncio de los que quedan bien en titulares: Europa se va a convertir en el primer continente “climáticamente neutro” en el año 2050. “Es nuestra nueva estrategia de crecimiento”, aseguró la presidenta de la Comisión Europea en una escueta rueda de prensa desde Bruselas. 

Aunque ya se llevaba rumiando unas semanas, Von der Leyen presentó ayer oficialmente el Pacto Verde Europeo (European Green Deal en inglés), una hoja de ruta que quiere marcar la transición ecológica y la transformación económica de la Unión Europea durante las próximas décadas. El anuncio vino acompañado de una batería de medidas que deberían aprobarse durante los próximos dos años.

Una de esas medidas estrella es la revisión del compromiso de reducción de emisiones a, al menos, un 50% en 2030 con respecto a 1990, para avanzar, si es posible, hacia un 55%. El compromiso actual es del 40%. Se plantea, además, la actualización de piezas legislativas claves, como las regulaciones sobre suelo, eficiencia energética, o energías renovables. Se prevé aprobar también una nueva Ley del Clima europea y varios sistemas impositivos a empresas e industrias contaminantes. 

En el golpe de efecto buscado por Von der Leyen, el anuncio despertó muchas reacciones positivas. “El Pacto Verde Europeo podría ser el más importante de una generación”, titulaba el Financial Times un artículo de opinión de la profesora de economía Mariana Mazzucato. Andrea Meza, la directora de Cambio Climático de Costa Rica también hacía una valoración positiva desde la sede de la COP 25. “El único referente de economía grande que nos queda en este momento es Europa”, aseguró a los medios desde Madrid. “Europa tiene peso suficiente en sus negociaciones comerciales […] para que el sistema cambie”, concluyó Meza. Incluso Greenpeace, una de las organizaciones más críticas, aseguró en un comunicado que “las promesas son más relevantes que las realizadas por las Comisiones anteriores”. 

Pero tras los halagos, surgían también los interrogantes. Así, la misma Greenpeace aseguraba que “las políticas en sí siguen siendo demasiado débiles y necesitan ser estructuradas” para poder alcanzar los acuerdos de reducción de emisiones. Y que la urgencia debería ser mayor. “Los objetivos climáticos propuestos son insuficientes y deberían alcanzarse mucho antes”, aseguró Franziska Achterberg, portavoz de la Unidad Política de Greenpeace en Bruselas.

Desde Ecologistas en Acción, también consideran que el Pacto Verde Europeo es “insuficiente”.  “Si lo comparamos con las indicaciones científicas [sobre las medidas que deben tomarse] se queda muy corto”, asegura Javier Andaluz, responsable de Cambio Climático de Ecologistas en Acción. Así, el Pacto Verde Europeo “asume la máxima del crecimiento indefinido”, explica Andaluz, y establece un compromiso de reducción de emisiones que es “escaso”. 

Desde los Verdes Europeos, plantean dudas sobre si los cambios en las política económica serán suficientes, especialmente en lo que se refiere a la Política Agrícola Común. “El European Green Deal tiene graves deficiencias en lo que respecta a los fondos agrícolas y la política comercial. Es necesario abordar estas reformas para lograr una política climática verdaderamente ambiciosa”, aseguró Ernest Urtasun, vicepresidente del grupo Verdes/ALE en un comunicado

Un arduo camino por delante

A pesar del bombo, al Pacto Verde Europeo aún le queda un arduo camino por delante para ser aprobado. Tras la propuesta de la Comisión Europea, el borrador tendrá que ser aprobado por varias instancias europeas, entre ellas el Consejo Europeo, que se reúne hoy. Y se espera que algunos miembros de la Unión Europea le pongan las cosas difíciles a la nueva Comisión Europea de Ursula von der Leyen. “Polonia es uno de los bloqueadores tradicionales de todo este tipo de acuerdos”, explica Javier Andaluz. También se espera que Hungría y la República Checa pongan objeciones.

Si se aprueba el Pacto Verde Europeo, los Estados miembros tendrán que presentar sus propios planes para traducir la nueva regulación a las realidades nacionales. El pasado mes de febrero, el Gobierno español presentó un borrador de “Plan Nacional Integrado de Clima y Energía” que establecía una reducción de las emisiones del 21%. Además, el plan aseguraba que se alcanzaría un 42% de energías renovables sobre el uso de energía final del país. “Si miramos el borrador que está puesto sobre la mesa, lo que nos damos cuenta es que podría ser muchísimo más ambicioso. [Se podría hablar] de un sistema 100% renovable para 2030. Tenemos capacidad suficiente como para hacerlo” , asegura Javier Andaluz. 

Pero España podría incluso quedarse corta en el cumplimiento de esos objetivos. Así, según el informe Climate Change Performance Index,  presentado durante la COP 25 por las organizaciones Climate Action Network, German Watch, y el NewClimate Institute, España ha retrocedido en sus logros de reducción de emisiones. “Desde hace un par de años aquí en España las emisiones efectivamente no se han reducido. Como mucho se han mantenido estables con una tendencia leve a aumentar, aunque deberían reducirse”, asegura David Ryfish, responsable de política climática internacional de GermanWatch. Según Ryfish, la valoración negativa se debe fundamentalmente al aumento de la demanda energética, pero también a que falta una estrategia de eliminación gradual de combustibles fósiles.

Con los nuevos objetivos del Pacto Verde Europeo, los deberes de España se complicarán aún más. “La meta de la UE [de reducir emisiones un 55%] va a suponer un mayor desafío para todos los países pero también para España. Y esto debería traducirse en un mayor esfuerzo urgentemente porque cuanto más esperemos, más costosa será esa transición”, afirma Ryfish.

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