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No todo son malas noticias: la generación de electricidad a partir de carbón cayó un 24% en la UE en 2019. En consecuencia, las emisiones del sistema eléctrico de los 28 países (Reino Unido incluido) se redujeron un 12%. Esto equivale a 120 millones de toneladas de dióxido de carbono, un descenso nunca antes registrado. Además, la proporción de renovables en el mix europeo batió otro récord. Casi el 35% de la electricidad del continente se generó a partir de esas fuentes en 2019. Por primera vez en la historia, la energía procedente de fuentes solares y eólicas superó a la del carbón. Estos son las principales conclusiones de un estudio de los think tanks Sandbag (Reino Unido) y Agora Energiewende (Alemania).
¿Y a qué se debe el descenso de las emisiones? Según el informe, la principal razón es el aumento del precio de las emisiones, que alcanzó los 25 euros por tonelada de CO2. El carbón es la fuente de energía que más gases de efecto invernadero emite a la atmósfera, por lo que esa subida de precio favoreció a otras fuentes, como las renovables o la nuclear. También se vio favorecido el gas natural, que emite CO2, pero en menor escala que el carbón. La mitad de la energía que se hubiera producido a partir de carbón se generó, finalmente, a partir de renovables o gas.
Descenso de la hulla, deberes para el lignito
El descenso del uso del carbón se dio en todos los países que poseen centrales que funcionan con este combustible. No obstante, no todos los carbones son iguales. Los dos principales tipos que se usan en la UE, la hulla y el lignito, experimentaron descensos distintos. Así, la quema de hulla (que se usa más en el oeste del continente) se redujo más que la de lignito (que se usa más en Europa central y del este). El lignito es más contaminante que la hulla. Por eso, facilitar su sustitución por otras fuentes es una de las hojas de ruta para hacer que sigan bajando las emisiones de la generación eléctrica.
«Las centrales eléctricas de lignito […] han pasado de ser un activo a una carga desde que la bajada del precio de la electricidad y la subida del precio del CO2 en 2019 han acabado con su rentabilidad”, afirma Dave Jones, de Sandbag. Sin embargo, para sustituir el carbón en países que dependen más de este combustible, la UE debe asegurar que no se deja atrás a los más vulnerables.
Tanto Agora Energiewende como Sandbag consideran que la tendencia positiva puede continuar durante 2020. Los planes de abandono del carbón aprobados por 21 Estados miembros (más el Reino Unido) indican que este combustible está en la rampa de salida en la UE. «El año 2019 se ha caracterizado por las reivindicaciones sociales por unos avances más rápidos en materia de protección del clima; este año, Europa aumentará sus objetivos para la protección del clima para 2030», afirmó Matthias Buck, de Agora Energiewende. Buck añadió que «la era postfósil está llegando».
Suben las renovables
Además del descenso del carbón, la implantación de las renovables contribuyó al descenso de las emisiones en la UE. Así, la energía solar y la eólica, combinadas, produjeron el 18% de la electricidad de la Unión, superando por primera vez al carbón. Cuando se suman la hidroeléctrica y la biomasa, el porcentaje alcanza el 35%. El aumento de renovables fue más pronunciado en Europa occidental y del norte. También se empieza a ver una tendencia positiva en Polonia y Grecia.
En España, las renovables cubrieron, según el informe, un 25% de la demanda. Con 4,7 GW de nueva potencia solar instalada, España se convirtió en el mayor mercado de este tipo de energía de la Unión. Sin embargo, nuestro país sigue lejos de los máximos productores de energía solar: Alemania e Italia.
España también se situó entre los países en los que más creció la instalación de turbinas eólicas. Es el tercer país que más energía eólica genera, solo por detrás de Alemania y Suecia. La energía hidroeléctrica descendió tanto en nuestro país como en el resto de Europa, debido a que 2019 fue un año más seco que 2018.
El lado negativo
La cara negativa de la noticia es que la quema de gas fósil, un combustible que también agrava la crisis climática, aumentó de manera considerable. En todo el continente, el uso de este combustible creció en un 12%. España fue el país en el que más creció el uso de este combustible, con un aumento de 27 TWh. Muy por detrás quedan los Países Bajos (12 TWh), Alemania (9 TWh) y Francia (8 TWh).
Además, no hay que olvidar que la propia Sandbag publicó la semana pasada otro informe en el que alertaba de que la UE estaba importando energía sucia de países fronterizos en los que no existe precio sobre las emisiones o este es muy bajo. Estas importaciones suponen unos 26 millones de toneladas de CO2 emitidos a la atmósfera.