Un relato colectivo del Mar Menor y el Campo de Cartagena: miramos al pasado para entender lo que vivimos hoy

Dos investigadoras publican el primer resultado de una investigación que pone el foco en el diálogo con los habitantes de la región de Murcia para entender mejor la crisis ambiental en la zona.
Un relato colectivo del Mar Menor y el Campo de Cartagena: miramos al pasado para entender lo que vivimos hoy
Foto: T.C.

Hubo un tiempo en que las aguas del Mar Menor (Región de Murcia, España) eran tan cristalinas que el fondo se veía desde la orilla. A partir de dos metros de profundidad, donde el oleaje no bate el fondo, se vislumbraba la pradera marina de Cymodocea nodosa. Aquella raya azul, como la llamaban, marcaba la zona más profunda que los niños no debían sobrepasar.

En el campo predominaban los cultivos de secano, especialmente almendros, higueras, olivos, algarrobos y hasta algún albaricoque en las cañadas. Se observaban más arbustos y matorrales, había alzabaras y chumberas en los caminos y las aves, los erizos, las ranas y los sapos se encontraban frecuentemente.

Sabemos todo esto gracias a las historias de 30 personas que viven en los alrededores de la laguna (ahora eutrofizada) y el Campo de Cartagena, cuya voz no suele ser pública: pescadores, pequeños agricultores, trabajadores migrantes agrarios, técnicos agrarios, personas que se dedican al sector turístico, habitantes de la laguna y activistas implicadas en los colectivos en defensa de la laguna.

Las conversaciones con estas personas forman parte de un proceso de investigación-acción participativa que iniciamos hace algo más de un año y que durará hasta 2023. Gracias a ellas nos hemos asomado al pasado, a los últimos 50 años en los que tuvo lugar la gran transformación de esta comarca. Exploramos los principales cambios que se han dado en este territorio y cómo han afectado a las vidas de sus habitantes y a la relación con su entorno.

  1. Se hace necesario adaptar los montes a las nuevas circunstancias climáticas
    Para la Plataforma por el Monte Andaluz es necesario cambiar el diseño de nuestros montes y dehesas, crear zonas de discontinuidad intercalando diferentes tipos de matorral y arbolado procurando una heterogeneidad espacial y paisajística, a la vez que ejecutar acciones selvícolas preventivas, con criterios de manejo ecológico de ecosistemas forestales, durante los meses anteriores al verano.
    Ante los recientes incendios forestales que se están produciendo en gran parte de España, incluida Andalucía, la Plataforma por el Monte Andaluz manifiesta que aunque los incendios son habituales en el contexto mediterráneo y por ello afectan a gran parte de los territorios de Andalucía y de otras Comunidades como Extremadura, Galicia, Castilla y León junto a otros países cercanos como Portugal, Italia o Grecia, y la vegetación ha ido adoptando diferentes estrategias para su perpetuación frente al fuego, es cierto, sin embargo, que “en los últimos años estamos asistiendo a incendios de una enorme intensidad y voracidad, que arrasan rápidamente enormes superficies, debilitando las actuaciones de extinción que llevan a cabo los retenes con gran profesionalidad y con graves riesgos para sus vidas”.
    Es evidente, continua, que existen suficientes datos científicos que asocian la intensidad de los incendios con el cambio climático, que está modificando patrones meteorológicos, provocando sequías cada vez más prolongadas y olas de calor como la actual afectando así la disponibilidad hídrica de los ecosistemas forestales, cada vez más estresados.
    . “Venimos insistiendo desde hace años en la importancia de intercalar diferentes tipos de vegetación procurando una heterogeneidad espacial y paisajística, creando zonas de discontinuidad, ejecutar acciones selvícolas preventivas, con criterios de gestión ecológica de ecosistemas forestales durante los meses anteriores al verano y reforestar con especies menos inflamables que los pinos”. Acompañadas esas acciones sobre el territorio con la realización de fajas cortafuegos y otras estructuras que puedan ser útiles. La Administración forestal debe plantearse también llevar a cabo fuegos controlados previos en algunas zonas de gran riesgo para eliminar acumulación de combustible.
    El diseño de nuestros montes y dehesas debe cambiar, continúan desde la Plataforma por el Monte Andaluz: “No podemos seguir asistiendo al triste espectáculo de los incendios de cada verano. Se le ha dado la espalda a las inversiones en materia forestal desde hace ya años, además, gran parte de la ganadería que antes eliminaba un gran sobrante de biomasa vegetal ha ido desapareciendo a pesar del gran papel ecológico que desempeñan ovejas, vacas, cabras, mulos y burros. Los pastos y los arbustos crecen cada año y hay que controlarlos. La ganadería, los ganaderos y los pastores asociados ayudan a fijar población en los entornos rurales, al mantenimiento del paisaje y todo ello permite una actividad económica ”.

  2. Lo de siempre, aquí, allá y acullá, destrucción en nombre del «progreso» económico, de un progreso mal entendido.

    DOÑANA, COLAPSO ECOLOGICO. (Seo BirdLife)
    El colapso ecológico de Doñana, que cumple ahora 50 años como Parque Nacional, está arrastrando a una situación crítica a muchas aves acuáticas ya amenazadas.
    Varias especies de aves acuáticas -entre otras, la cerceta pardilla, el porrón pardo, la malvasía cabeciblanca o la focha moruna- están sufriendo las consecuencias del terrible deterioro de uno de los espacios protegidos más importantes de España y de Europa. La amenaza que sufren ambos, especies y espacio, es un aviso claro: si no hacemos nada, su futuro puede ser la desaparición.
    Todas las causas detrás de las amenazas que sufren estás aves acuáticas, y otras muchas en Doñana, tienen que ver con el deterioro del humedal, que se ha reflejado este año en la práctica desaparición de sus poblaciones reproductoras a causa de la sequía y la sobreexplotación de las masas de agua.
    Cuando nacimos como organización, hace 68 años, lo primero que hicimos fue enviar una carta a Francisco Franco para salvar a las marismas de Doñana de ser desecadas y convertidas en tierras de cultivo y eucaliptales.
    Hoy, queremos evitar que siga adelante la regularización de más 1.600 hectáreas de regadío ilegales, una propuesta que provocaría la desaparición absoluta del humedal.

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