‘Badaq’: una fábula ecologista y anti-imperialista en tiempos convulsos

El escritor y actor Carlos Bardem invita a reflexionar en su nueva novela 'Badaq' (Plaza & Janés, 2023) sobre el pasado imperial español, la destrucción de la naturaleza y las nociones occidentales de progreso.
‘Badaq’: una fábula ecologista y anti-imperialista en tiempos convulsos
Foto: PxHere

¿Puede una hembra de rinoceronte denunciar a los humanos por su egoísmo, ansias de control y capacidad de dar muerte a otros? ¿De qué manera se relaciona un animal pacífico, herbívoro, oriundo de un enclave remoto en el Pacífico, con la historia del imperialismo español? Éstas, entre otras cuestiones, son las que intenta resolver el escritor y actor Carlos Bardem (Madrid, 1963) en su última novela, Badaq, “una fábula moral” –como advierte la contraportada– titulada con el término original en malayo que define a la especie de la criatura protagonista, esa abada o rinoceronta.

Lo primero que llama la atención es la posición en que el autor sitúa al animal: a diferencia de las fábulas de Esopo, la abada mantiene un monólogo interior que, sin embargo, no puede ser escuchado por nadie más; sólo la lectora se impregna de sus cándidas diatribas, nunca compartidas por el resto de sus personajes. Así, la bestia pareciera clamar en el desierto, aunque en realidad se expresa para nosotros, los contemporáneos, pero describiendo el mundo que la rodea.

Al comienzo de la historia, tras ser testigo de cómo una expedición de españoles desembarca en la lejana isla de Pawu (en la actual Indonesia), señala: “los hombres sienten la naturaleza como una enemiga a la que dominar, entablan con ella una relación de lucha, de sometimiento”, dentro de la cual se encuentra su propio cuerpo, pues será capturada con la intención de servir como regalo al rey Felipe II, después de que la hazaña conquistadora haya resultado en un estrepitoso fracaso. Pawu no alberga metales preciosos ni especias. Fernando de Encinas, un hidalgo arruinado, buscará con este presente sui generis compensar al monarca por la falta de riquezas conseguidas, y también las fallas de su biografía: alabado por la nobleza como héroe de guerra contra la población mora, carga la mácula de mantener un idilio amoroso con una de ellas, Maryam Abassum, convertida al cristianismo con el nombre de María Guevara. Sólo un retorno a la Corte con algún agasajo al rey podría salvarlo de la muerte, pues tampoco ha logrado tomar posesión de la isla “descubierta”.

Bardem parte de unos conocimientos más filosóficos que históricos sobre la época para poner en boca de los distintos personajes problemáticas que hasta la ciencia discute hoy: de dónde procede nuestra noción instrumentalista de la naturaleza como surtidor infinito de recursos; qué poblaciones fueron asimiladas a ésta y, por tanto, concebidas como materia que se presta a su explotación; por qué lo que más tarde se llamaría dualismo cartesiano, la división entre razón/alma y cuerpo/naturaleza –cuya raíz se hunde en el colonialismo–, se convirtió en hegemónica. Lo expresa claramente Fernando, el protagonista masculino, en este parlamento: “El otro, el problema del otro…, el maldito problema de ser mujer o amujerado, pobre, morisca o moro, negro o indio, en tierras de hidalgos, de hombres blancos, barbados y católicos que se sienten dueños de todo”. No es de extrañar que en una novela de este calibre María Guevara se alce como una voz feminista de referencia, o se dignifique la cultura de las poblaciones nativas: su tiempo circular –opuesto al lineal cristiano hacia el Juicio Final, posteriormente teorizado por Hegel como una suerte de ruta en dirección al progreso–, su convivencia pacífica con el hábitat que los alimenta, o el absurdo de sentirse descubiertos y bautizados cuando estaban allí primero y poseían un lenguaje.

¿Una novela anacrónica?

Carlos Bardem se sirve de una imaginación histórica con la que pretende deliberadamente responder a preocupaciones actuales. Por esta razón, las críticas negativas que ha recibido se centran en remarcar los constantes anacronismos del libro: la mezcolanza de registros propios de la cronología que maneja (“vuesas mercedes”, “hideputa”) con otros de ahora, o la inclusión de alocuciones que cualquiera identificaría con el feminismo o el ecologismo reinantes en pleno siglo XXI. Sin embargo, ese tipo de invectivas son fácilmente rebatibles desde varios flancos.

El primero es meramente literario: una obra de ficción se argamasa con ingredientes ficcionales, por mucho que se remonte a nuestro llamado Siglo de Oro. La revisión del colonialismo en clave novelística cuenta con numerosos representantes que van desde García Márquez hasta el olvidado Eugenio Granell en La novela del indio tupinamba (1959). En teatro, destaca la Trilogía Americana (1996) del dramaturgo José Sanchís Sinisterra.

El segundo argumento se apoya en el funcionamiento mismo de la historiografía como disciplina de conocimiento. Afirmaba el pensador norteamericano Hayden White que la historia se construye indefectiblemente con las técnicas narrativas de la ficción, y éstas implican siempre un juicio moral que proviene del ahora. En otras palabras, hasta el mejor historiador se apoya en eso que se ha venido a llamar presentismo para realizar su trabajo, simplemente porque no puede desprenderse de sus propias nociones del mundo. Por último, se pueden aludir razones éticas a la hora de enfatizar el valor de Badaq: en ningún momento Bardem promete fidelidad histórica; al contrario, al caracterizar su libro como “fábula moral” y aislar las elucubraciones de la abada de cualquier interacción dialogada con el resto de los personajes, ya está avisando de que hay cosas que sólo se entienden en nuestros días.

En definitiva, Badaq merece un rincón en nuestra biblioteca por lo que aporta de cuestionamiento del pasado a la luz de un presente en crisis (climática, política, de legitimidad del sistema económico), así como por la ambición y la creatividad que salpican sus páginas, llenas, además, de humor y aventuras.

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  1. #activismonoesterrorismo
    SI DEFENDER LA VIDA ES TERRORISMO NOSOTROS TAMBIEN SOMOS «FUTURO VEGETAL» ORGANIZACION CRIMINAL
    Colectivos se solidarizan con Futuro Vegetal.
    Las organizaciones que firman el comunicado de apoyo muestran su preocupación por la creciente tendencia a la criminalización de los movimientos de defensa de la naturaleza, que se viene produciendo a nivel internacional desde hace años, y que en nuestro país se ve especialmente favorecida por legislaciones como la Ley Mordaza. De hecho, los movimientos de defensa del medio ambiente son uno de los colectivos más señalados y acosados en todo el mundo en estos momentos.
    Diversos colectivos de la Región de Murcia, de donde son 5 de las activistas criminalizadas por acciones simbólicas y no violentas, consideran que la represión que se está ejerciendo sobre las activistas es completamente inaceptable y resulta desproporcionada. Consideran injustificado y ridículo que se les acuse de pertenencia a “organización criminal”, ya que el fin de FV no es “cometer delitos” como se define en el Código Penal, sino exigir soluciones urgentes ante la crisis ambiental.
    Desde las organizaciones sociales consideran legítimo que se realicen acciones no violentas para llamar la atención sobre el grave problema ambiental que supone la producción industrial de carne, y sobre todo, para demandar soluciones reales y urgentes que consigan reducir las emisiones de efecto invernadero, que nos están sumiendo en la peor Crisis Climática a la que se enfrenta la humanidad. En definitiva, exigen que se tomen en serio los informes del IPPC, y la urgencia que demandan los mismos en la aplicación de medidas eficaces.
    Por todo ello, los colectivos firmantes, se solidarizan con las activistas de Futuro Vegetal, y demandan a las autoridades lo siguiente:
    Que se retiren todos los cargos y sanciones a las personas activistas de Futuro Vegetal detenidas.
    Que cese la criminalización de los movimientos sociales, que ha ido creciendo en los últimos años.
    Que se DEROGUE urgentemente la llamada Ley Mordaza, con la que se estableció en su día un marco de represión desproporcionada contra los movimientos sociales, que ejercen legítima y pacíficamente su derecho a manifestarse, a protestar y a plantear reivindicaciones ante las administraciones públicas.
    En el mismo sentido que el anterior punto, que se revise la aplicación del Código Penal, para evitar abusos injustificados y criminalización contra ciudadanos y ciudadanas por el ejercicio de sus derechos constitucionales, y se proceda a su modificación, si es necesario para ello.
    Que las administraciones que han declarado ya la Emergencia Climática, pasen del discurso a los hechos, y ejerzan políticas activas y urgentes de descarbonización, abandonando el preocupante postureo inmovilista actual. Y las que todavía no la hayan declarado, que lo hagan.

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