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Cómo gestionar la transición energética para que no acabe con la biodiversidad

"Los proyectos de energías renovables se localizan sobre y cerca de áreas de alto valor ambiental y, en ningún caso, contemplan los impactos, ni locales ni sinérgicos, sobre el medio ambiente y la biodiversidad", defienden ambos especialistas.
Cómo gestionar la transición energética para que no acabe con la biodiversidad
Cordillera Cantábrica Foto: Manuel M. V.

Vivimos en un siglo caracterizado por cambios globales que están estrechamente vinculados entre sí: la emergencia climática, el pico del petróleo, la crisis de biodiversidad, el abuso de fertilizantes, herbicidas e insecticidas y el desmesurado crecimiento poblacional, entre otros.

Además, todos estos fenómenos están relacionados con nuestro planeta y sus habitantes, con el lugar y los seres con quienes compartimos tiempo y espacio. Y todos se nos presentan como retos importantes. Amenazan directamente nuestro bienestar y, en muchos casos, también nuestras vidas.

Afortunadamente, comenzamos a reaccionar. Tanto Europa como España están emprendiendo acciones para frenar algunos de estos cambios. Principalmente, los que involucran al calentamiento global (mediante la descarbonización energética) y a la crisis de biodiversidad (empleando las sucesivas estrategias de la UE sobre biodiversidad).

Puesto que ambos procesos están íntimamente interconectados, cualquier posible solución pasa por abordarlos de manera sincrónica, conjunta y equilibrada. Desde luego, la resolución de uno de ellos no puede, en ningún caso, suponer efectos negativos para el otro.

Sin embargo, el proceso actual de transición energética parece totalmente ajeno a esta última afirmación. Se observa un tsunami de proyectos de energías renovables, en muchas ocasiones con dimensiones desorbitadas, que superan los objetivos propuestos por las Estrategias del Plan Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC).

Estos proyectos se localizan sobre y cerca de áreas de alto valor ambiental y, en ningún caso, contemplan los impactos, ni locales ni sinérgicos, sobre el medio ambiente y la biodiversidad.

Lo que subyace es más de lo mismo. Más de lo que nos ha traído a esta situación de crisis que ahora tenemos que afrontar: megaempresas que venden su producto como “energía limpia”, pero cuyos objetivos son los beneficios económicos rápidos. En muchas ocasiones, buscan recibir subvenciones destinadas a la protección medioambiental, pero con resultados que no solo no ayudan a conservar el medio ambiente, sino que implican una importante degradación del mismo.

Grupos de trabajo especializados

Un buen número de iniciativas están haciendo frente a esta situación. Están promovidas por estamentos sociales muy diversos: población local directamente perjudicada por los proyectos, incluyendo a empresas que desarrollan actividades económicas en las zonas afectadas, colectivos conservacionistas preocupados por el deterioro medioambiental y también técnicos e investigadores en diversas disciplinas relacionadas con el patrimonio natural.

En esta última categoría entra MEDINAT, un grupo de trabajo abierto formado por especialistas en diferentes aspectos del medio natural y centrado en el ámbito de la Cordillera Cantábrica. Sus principales objetivos son los siguientes:

  • Documentar diversas afecciones al medio natural relacionadas con proyectos de producción energética industrial.
  • Poner a disposición pública los informes que se generan, así como la normativa relacionada.
  • Prestar apoyo a diversos colectivos en el trabajo de alegaciones.

De cara al futuro, MEDINAT tiene como objetivo analizar posibles escenarios para que la transición energética tenga un efecto favorable para el medio ambiente.

En este mapa, elaborado por PDCC a partir de información pública, se muestran las actuaciones en la Cordillera Cantábrica. En rojo aparecen los aerogeneradores ya instalados; en azul, los aerogeneradores proyectados.

¿Cómo diseñar los proyectos?

La pregunta clave es qué aspectos habría que tener en cuenta para que la transición energética se haga de forma beneficiosa para la conservación de la biodiversidad.

Es importante comprender que existe una serie de factores que degradan la biodiversidad. Su desarrollo solo es posible si permitimos la existencia de territorios naturalizados, donde la intervención humana no afecte a los delicados ciclos y cascadas tróficas que la sustentan.

Con esta problemática en mente, indicamos algunos aspectos que habría que considerar:

  1. Zonificación adecuada. Implica una planificación previa y vinculante realizada por técnicos y especialistas que determinen las zonas más adecuadas para la instalación de las energías renovables y sus redes de evacuación. Deberían evitar zonas de alto valor ambiental y paisajístico y ubicarse preferentemente en suelo industrial o en lugares como tejados, superficies urbanas o carreteras.
  2. Dimensiones adecuadas. Puesto que los macroproyectos tienen un mayor impacto, es necesario llevar a cabo esta transición mediante actuaciones de pequeño tamaño, descentralizadas y, siempre que sea posible, vinculadas al autoconsumo local. Es necesario promover la creación de proyectos diferentes a los que han funcionado hasta ahora, como pueden ser las comunidades y cooperativas energéticas locales.
  3. Investigación y desarrollo de nuevas tecnologías por parte de las empresas promotoras de grandes proyectos en energías renovables. Urge la creación de prototipos de aerogeneradores y placas solares que generen un menor impacto ambiental y que puedan ser más polivalentes en cuanto a sus lugares de instalación. Existen ya alternativas, pero necesitan un empuje para mejorar su eficiencia y para ser implementadas a una escala real.
  4. Preferencia por las empresas con actuaciones a largo plazo que favorezcan la salud medioambiental y la conservación. Estas son complementarias a la creación y distribución de energía procedente de fuentes renovables y se ejecutan en los territorios donde se implantan. Al mismo tiempo, rechazo sistemático a aquellas empresas que promuevan actuaciones poco éticas o directamente contrarias al medio ambiente (como la fragmentación de proyectos o la localización de los mismos en zonas de alta sensibilidad ambiental, entre otras).
  5. Estudios de impacto ambiental analizados por especialistas. La Administración debe exigir que no sean un mero trámite administrativo y que, tanto estos como las alegaciones a los mismos, sean analizados por técnicos expertos en cada disciplina. Los estudios de impacto han de ser estrictos, eficientes e independientes. Deben representar la realidad mediante un trabajo previamente documentado y comprobado en campo, y siempre realizado teniendo en cuenta la estacionalidad de muchos seres vivos.

¿De quién es la responsabilidad?

Es la Administración, y no las grandes empresas, quien, mediante una planificación previa y ordenada, debe establecer el cuándo, el cómo y el dónde de los proyectos de generación de energía renovable.

Los problemas complejos que involucran múltiples factores no pueden ser resueltos solucionando solo uno de ellos. En este contexto, MEDINAT es solo una pieza de un enorme puzle que crece por momentos, ya que el número de colectivos y personas sensibilizados con este problema aumenta de forma continua.

El trabajo que todas estas personas están realizando y compartiendo de forma altruista está permitiendo matizar la visión romántica y poco realista de lo que significa utilizar espacios con alto valor ambiental para establecer infraestructuras de energías renovables.

Pero nos queda el desafío más importante: aprender formas nuevas de vivir, de relacionarnos entre nosotros y con el medio ambiente y de impedir la inercia de las empresas y las Administraciones que aún trabajan con formas y objetivos del siglo XX.


Estrella Alfaro Saiz, Conservadora del Herbario LEB. Profesora asociada del Área de Botánica, Universidad de León, y Esperanza Fernández, Profesora de Universidad. Especialista en patrimonio geológico, Universidad de León

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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COMENTARIOS

  1. LA BIODIVERSIDAD Y EL FUTURO ESTAN EN UN CAMPO SANO.
    los pueblos ayudan a frenar el cambio climático un 34% más que las ciudades y contribuyen 20 veces más a la conservación de la biodiversidad.
    Un “Mundo rural vivo”: hay que protegerlo si queremos luchar contra el cambio climático.
    La dinamización del medio rural tiene que tener la crisis ecológica como eje transversal. Combinando la gestión/conservación de ecosistemas con la dinamización y transición ecológica del sector primario. El desarrollo rural es y debe ser una oportunidad para el cambio de modelo, para la transición ecológica.
    Demandamos que la Estrategia Nacional actualmente en elaboración, incorpore de manera transversal el enfoque de crisis ecológica, incluyendo los retos de la emergencia climática y la crisis de biodiversidad.
    Para ello se hace imprescindible que los fondos de recuperación prioricen la dotación presupuestaria de la Ley 45/2007 de desarrollo sostenible del medio rural para que tenga una implementación real y efectiva.
    https://es.greenpeace.org/es/noticias/dia-tierra-espana-vaciada-mundos-rurales-vivos/?utm_term=video&utm_campaign=Macrogranjas&utm_medium=email&_hsmi=122858600&_hsenc=p2ANqtz-8FbvvwfPF4dPKBXIJvV31nRMDql6kljWEaCrjbeJgbsBrkG48JJoSFPt1i-Jz7y2kQ-9ZNAC6OgkV3n_4KdzzT_zsx2Q&utm_content=LanzamientoRural&utm_source=newsletter-socios#video

  2. Ante la oleada de proyectos de instalación de energías renovables, Ecologistas en Acción hace públicas sus posiciones sobre estas tecnologías a través de un documento resumen.
    Es perentorio compatibilizar la necesaria descarbonización de la economía con la protección de la biodiversidad, la justicia social y el equilibrio territorial.
    La organización recuerda que ningún modelo será justo social y ambientalmente si se continúa primando un sistema económico insaciable, que encuentra en las empresas energéticas y en sus grandes proyectos la forma de perpetuar sus beneficios, aunque ello conlleve la degradación planetaria. Siendo conscientes de que la lucha contra el cambio climático tiene unos efectos muy beneficiosos contra la pérdida de la biodiversidad, no es menos cierto que el proceso de transición energética no puede ser una amenaza para la vida, ni que no se deben perder especies, ecosistemas o espacios, que son irremplazables o de muy compleja e incierta restauración.
    Existe una enorme y peligrosa distancia entre los objetivos contemplados en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2020-2030, que prevé para el año 2030 una potencia instalada de 50 GW energía eólica y 39 GW solar fotovoltaica, y los proyectos en tramitación de los permisos de acceso en Red Eléctrica de España, donde a 31 de diciembre de 2020 hay 130,4 GW de potencia eólica y fotovoltaica con los derechos de acceso y conexión a la red concedidos, más otros 45,3 GW en tramitación, un total de 175,7 GW, lo que significa que ese volumen de potencia de eólica y solar excede claramente lo recogido en el PNIEC. De hecho, la propuesta de planificación de la red eléctrica 2021-2026 mantiene que “las expectativas de los promotores de nueva generación, que se reflejan en el volumen de solicitudes de acceso […] superan en más de tres veces la nueva potencia a instalar a 2026 en el caso de la eólica y en más de trece veces en el caso de la fotovoltaica”.
    La falta de planificación rigurosa y vinculante y de instrumentos de selección de emplazamientos adecuados está generando ya hoy la ocupación y la fragmentación de numerosos hábitats y la desaparición de especies cuando las ubicaciones de los proyectos renovables son incompatibles o sus dimensiones excesivas…
    https://www.ecologistasenaccion.org/168265/la-avalancha-de-grandes-proyectos-de-energias-renovables-pone-en-riesgo-una-transicion-energetica-justa-y-ecologica/

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