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Vía Ecowatch
Son muchas y variadas las maneras en las que el calentamiento global puede afectar a nuestras formas de vidas. Desde lugares que dejarán de ser habitables por el aumento del nivel del mar o por los continuos fenómenos extremos, hasta alimentos que dejarán de producirse –o, en el mejor de los casos, que no tendrán el mismo sabor que hasta ahora–.
Un ejemplo claro de cómo la crisis climática puede incidir en ciertos ciclos de producción es el chocolate. O mejor dicho, el grano de cacao, ingrediente principal de este bien tan preciado. La planta de donde se extrae el cacao únicamente crece en regiones cálidas y húmedas cerca del ecuador, principalmente en zonas como selvas tropicales. Al igual que otros cultivos, el cacao requiere temperaturas constantes, una alta humedad, mucha lluvia, suelo rico en nitrógeno y protección contra el viento para prosperar. Es decir: todo lo que el calentamiento global está modificando. Así, por un lado, se vería perjudicada la persona consumidora. Y, por el otro lado, el sector agrícola se enfrentaría a la pérdida de una forma de vida.
A medida que la temperatura global del planeta aumenta, las etapas del ciclo del agua se vuelven más erráticas, y las inundaciones y sequías son cada vez más frecuentes y potentes. En ambientes tropicales, un aumento de los termómetros lleva a mayores tasas de evaporación y menor humedad, lo que hace que los cultivos de cacao sufran.
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