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Si dispone de calefacción, cocina o agua caliente mediante gas en su vivienda o negocio, es un buen momento para empezar a pensar en otros sistemas energéticos como las bombas de calor o la electricidad procedente de fuentes renovables. Frenar el calentamiento global requiere dejar de consumir petróleo, gas y carbón. Por eso, la Unión Europea se ha fijado 2040 como fecha límite para que los gobiernos nacionales eliminen las calderas de combustibles fósiles de los hogares.
Así, todas las nuevas construcciones deberán ser «edificios de cero emisiones» a partir de 2050, según la nueva Directiva de Eficiencia Energética de Edificios que el Parlamento Europeo, los Estados y la Comisión Europea acordaron el pasado diciembre y que aún debe ser aprobada. El texto provisional establece que no se pueden instalar sistemas de calefacción fósil en edificios nuevos y en obras de reforma y prevé una descarbonización total a medida que los edificios se actualicen para máximo 2040.
«Los edificios son responsables de más de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero en la UE. Gracias a este acuerdo, podremos mejorar el rendimiento energético de los edificios, reducir las emisiones y abordar la pobreza energética», destacó Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, en referencia a este pacto.
Bombas de calor para calentar y refrigerar
Las bombas de calor pueden ser una buena alternativa al gas fósil. Estos sistemas de climatización aprovechan la energía térmica disponible en el exterior para transformarla en calor o frio utilizando energía eléctrica (que debe ser de origen renovable para que el cambio tenga sentido). Para calentar, funcionan extrayendo el calor del aire, agua o suelo y transfiriéndolo al interior. Mientras que para enfriar extraen calor del interior y lo expulsan al exterior para enfriar el ambiente.
También existen bombas de calor de aerotermia que ceden calor al agua, por lo que se pueden usar para sistemas de calefacción con radiadores y para producir agua caliente.
«La bomba de calor es muy versátil y puede utilizarse en diferentes tipologías de instalaciones: edificios residenciales y públicos, piscinas, procesos industriales, comercios, etc.», aseguran desde la Asociación de Fabricantes de Equipos de Climatización (AFEC).
«Uno de los beneficios clave de las bombas de calor es que con un único aparato podemos satisfacer nuestras necesidades de calefacción y refrigeración, generando hasta cuatro veces más de energía de calor y frío de lo que consumen en electricidad», indican desde la Fundación Renovables en su informe Hogares sostenibles, soluciones asequibles.
Si bien las bombas de calor pueden requerir una inversión económica inicial superior frente a la caldera de gas, su eficiencia hace que sean «más económicos y sostenibles en comparación con otros sistemas de calefacción y refrigeración convencionales». Una bomba de calor de aire con 2,5 kW de potencia puede costar entre 500 y 1.500 euros, según la OCU.
El estudio la Fundación Renovables señala que gracias a las bombas de calor se conseguirá una reducción drástica de las emisiones de los gases de efecto invernadero que provocan la crisis climática y otros contaminantes atmosféricos, lo que repercutirá en una mejora de la calidad del aire en los municipios. También tienen como ventajas su mayor durabilidad y el aumento de la eficiencia energética.
Respecto al coste, «este sistema aún está evolucionando, lo que significa que su eficiencia seguirá mejorando y su coste bajará con el tiempo», añaden.
La eficacia en climas fríos es otro de sus grandes retos, pero las bombas de calor son entre dos y tres veces más eficientes que el gas en temperaturas frías y bajo cero, según un nuevo estudio del laboratorio de ideas internacional Regulatory Assistance Project (RAP), publicado en la revista Joule.
Es una tecnología «apta para todo tipo de climas, como bien han demostrado tanto los países nórdicos como las numerosas instalaciones en las zonas de climas fríos de España», afirman desde la asociación de fabricantes.
«Las soluciones basadas en bombas de calor están disponibles para todos los ámbitos de aplicación y pueden sustituir inmediatamente a la tecnología de combustión», asegura Thomas Nowak, secretario general de la Asociación Europea de Bombas de Calor (EHPA).
Respecto al precio de la electricidad frente al gas, Nowak considera que «es paradójico que los usuarios finales puedan decidirse por el producto más eficiente y aun así verse castigados por unos costes de calefacción más elevados». Por eso reclama que «junto con la eliminación progresiva de las soluciones fósiles, la electrificación debe abaratarse» frente a la energía procedente de combustibles fósiles.
Edificios más eficientes
La energía más barata y menos contaminante es aquella que no se consume y por eso la directiva de la UE apuesta por reducir su demanda en los edificios. Establece estándares mínimos de eficiencia energética que se aplicarán primero a las construcciones menos eficientes.
«Este es un paso importante para garantizar que todos los edificios estén preparados para las bomba de calor. Renovar primero los edificios con peor aislamiento proporcionará viviendas más saludables y cómodas a las familias más vulnerables», señala Nowak, quien señala que la asequibilidad de estas medidas está garantizada en el Fondo Social para el Clima de la UE.
En España, aproximadamente el 55% del parque edificado es anterior a 1980 y el 21% tiene más de 50 años, según los datos oficiales. Esto se traduce en que más de la mitad de las viviendas fueron edificadas sin un mínimo requisito de eficiencia energética. A día de hoy los edificios consumen el 30% de la energía y son responsables del 25% de las emisiones nacionales.
«Cuando se planifica un proyecto se debe prestar una atención significativa a la eficiencia energética como eje fundamental. Y es que la energía más limpia es la que no hay que producir porque no se necesita. La reducción en la demanda de energía debe prevalecer y, en el caso de requerir su uso, tiene que proceder de fuentes renovables», explican desde la Fundación Renovables.
A partir de 2025 no se podrá subvencionar el gas
La directiva europea también establece que, a partir de 2025, los Estados de la UE no ofrecerán subvenciones a la instalación de calderas alimentadas con gas. Los países comunitarios gastan 3.200 millones de euros anuales en estos incentivos, según un estudio de la coalición de ONG Coolproducts for a Cool Planet.
«El gas no tiene futuro en nuestros hogares», resalta Davide Sabbadin, responsable de políticas climáticas del European Environmental Bureau (EEB), quien celebra que los gobiernos «dejen de despilfarrar miles de millones en una industria obsoleta y contaminante». Para Sabbadin, esta transición energética en los hogares es fundamental para «salvaguardar el Acuerdo de París y el derecho fundamental de las personas a calentar sus hogares de manera asequible».
Las ventas de las bombas de calor aumentaron un 38% en la UE en 2022 respecto al año anterior, según datos de la EHPA. Sin embargo, la Asociación Europea de Bombas de Calor considera que su implementación se ve obstaculizada por «un insuficiente apoyo gubernamental en muchos países».
España fue el quinto país con la tasa más baja de ventas de bombas de calor de toda Europa, con 9,8 bombas de calor por cada 1.000 hogares, según el citado informe de EHPA. El mercado de la calefacción del país sigue dominado por las calderas de combustibles fósiles con el uso del gas natural en el 40% de los hogares en 2021, según el INE.
Descarbonizar algunos sectores que demandan mucha energía como la industria siderúrgica, la construcción o la aviación será un reto complejo en los próximos años. Pero la ciudadanía ya puede tomar decisiones que avancen hacía un planeta con menos emisiones, como reducir su consumo de carne, utilizar el transporte público o adoptar suministros energéticos que provengan de fuentes renovables.
Las bombas de calor no solo representan un método de calefacción y refrigeración más sostenible, sino que puede suponer un ahorro gracias a su mayor eficiencia.