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ATENAS | En Grecia se encuentran lo que se consideran las Galápagos de Europa, las Cícladas, un conjunto de islas con una biodiversidad rica que vive amenazada por un turismo de masas y unas decisiones políticas orientadas a hacer crecer la economía a costa de lo que sea. La exploración y la explotación de petróleo y gas en el Jónico y la sobrepesca en el Egeo son las amenazas más evidentes a la protección de la flora y la fauna marina de los diferentes archipiélagos del país heleno.
Con el objetivo de preservar esta riqueza natural, hace tan solo dos semanas el Gobierno del primer ministro conservador Kyriakos Mitsotakis anunció el establecimiento de dos parques marinos, en el Egeo y en el Jónico, y la prohibición de la pesca de arrastre en zonas específicas a partir de 2026. El anuncio, celebrado por las organizaciones ecologistas, se hizo unos días antes que se celebrase la novena Conferencia ‘Nuestro Océano’, encuentro al que también asistió la socialista Teresa Ribera, vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. La Conferencia de los Océanos, que agrupó a líderes políticos destacados de alrededor del mundo, se clausuró con una serie de compromisos para proteger al biodiversidad de los mares.
Demetres Karavellas lleva más de veinticinco años trabajando en WWF Grecia, donde ahora ocupa el puesto de director ejecutivo. También preside la Iniciativa Marina Mediterránea de WWF, un esfuerzo conjunto de toda la red que tiene como objetivo la conservación de los valiosos ecosistemas marinos y costeros griegos y la promoción de una economía azul sostenible para la región. Es licenciado en Biología Marina por la Universidad Queen Mary y tiene un máster en Biología y Gestión Pesquera de la Universidad de Bangor. Atiende a Climática por videollamada.
Hace un par de semanas se celebró en Atenas la novena Conferencia ‘Nuestro Océano’. Como suele suceder en este tipo de eventos, se acordaron muchos compromisos, aunque luego muchos de ellos no se pongan en práctica. ¿Qué valoración hacen en WWF Grecia de la conferencia?
Este tipo de eventos siempre son una buena oportunidad para reactivar y recoger apoyos, en este caso, para los océanos. Los compromisos suelen ser voluntarios, pero los consideramos un primer paso para lograr avances en temas en los que hemos quedado atrasados. La cuestión de los compromisos en lo que respecta a la financiación también son muy importantes porque para sacar los compromisos adelante se necesita dinero.
En todo esto, el seguimiento resulta clave: ver si se produce o no la implementación de esos acuerdos. Lo importante es convertir esos compromisos en acciones y que los gobiernos y las corporaciones privadas se hagan cargo de las promesas que hacen. Es importante que la organización de la conferencia establezca mecanismos de monitoreo sobe el desarrollo [de esos compromisos]: una especie de mecanismo de rendición de cuentas que permita a la ciudadanía y a las ONG ver cómo va todo. ¿Este Gobierno se comprometió a tal cosa? Vamos a comprobar seis meses después, un año después, qué ha sucedido. En esta Conferencia, en concreto, hubo algunos compromisos internacionales importantes. También hubo promesas numerosas y relevantes por parte del Ejecutivo griego.
De hecho, unos días antes de que tuviera lugar la Conferencia, el Gobierno griego ya anunció que ampliaría la Red de Zonas Protegidas en el mar Jónico y en el Egeo.
Así es. [El Gobierno del primer ministro Mitsotakis] ha asegurado que establecerá dos parques marinos nuevos: uno en el Jónico y otro en el Egeo. Esto, junto con las Áreas Marinas Protegidas (AMP) que ya tenemos actualmente, nos permitiría alcanzar el 30% de objetivo de protección que tenemos. Por eso se trata de un anuncio importante, pero aún es una propuesta sobre el papel.
El segundo compromiso importante tiene que ver con la prohibición de la pesca de arrastre hasta 2030 en las zonas protegidas. Grecia es uno de los primeros países en asumir este compromiso, así que lo consideramos un paso importante. Ahora bien, como decía, es fundamental que se convierta en acción: el gran desafío radica en convertir los compromisos en acciones, pero la valoración en general de la Conferencia es positiva. En WWF Grecia hemos estado trabajando codo con codo con Greenpeace y otras organizaciones para promover el objetivo 30×30 en Grecia [la protección del 30% del océano para 2030] Al mismo tiempo, hemos estado trabajando con la Unión Europea, porque no queremos que todo esto se quede en promesas.
«Grecia es un país que acumula mucho retraso en lo que respecta a planificación marítima»
¿Cuáles son los desafíos en Grecia en cuanto a la protección del Mediterráneo?
En Grecia actualmente hay entre un 18% y un 19% de zonas marinas protegidas que están dentro de la red marina de Natura 2000. Es un porcentaje que consideramos alto y que refleja la importante biodiversidad que tenemos en las aguas griegas. [La protección de estas zonas] no procede de una decisión política, sino científica: si hay hábitats o especies valiosas en una zona, se requiere que los Gobiernos los protejan. Es importante, como digo, tener en cuenta que no se trata de decisiones de los gobiernos: lo hacen porque tienen que hacerlo, no porque quieran.
El problema en Grecia es que estas zonas tan solo están protegidas teóricamente. Te pongo un ejemplo: se supone que en Grecia tenemos un centenar de áreas marinas protegidas. Pues bien, solo cuatro de este centenar cuentan con una zona bien delimitada, reglas y un marco legal claro. El resto, las otras 96, solo están protegidas en el papel. Por eso [en WWF Grecia], estamos en el proceso de establecer estas áreas, implementar las reglas y crear el marco legal apropiado. Pero se trata de un proceso complejo porque implica la intervención de diferentes ministerios que no siempre están en la misma sintonía. Es más, la coordinación entre ellos resulta sumamente complicada y la integración de políticas no es la ideal en este país.
Y esto me lleva a hablar del elefante en la habitación de este país: el petróleo y el gas. El 72% de las aguas griegas está sujeto a concesiones para la exploración de petróleo y gas. En la zona marítima que el Gobierno dijo que protegería en el Jónico hay concesiones offshore, así que el Gobierno tiene que decidir porque las Áreas Marinas Protegidas y el petróleo y el gas no son compatibles.
Y esto es tan solo la punta del iceberg. Lo que estoy señalando es que los ministerios deben poder establecer zonas que sean realmente significativas para la protección tanto de la biodiversidad como de las comunidades locales y su economía. Y, para ello, es necesario que las políticas estén integradas. No se puede establecer un área marina protegida y decir: «Oh, vayamos a tener una zona de acuicultura intensiva aquí, tengamos petróleo y gas aquí, etcétera». Este es un problema que necesita ser resuelto. Otra de las dificultades que tenemos tiene que ver con la vigilancia y el control. ¿Cómo se protegen esas áreas y cómo se vigilan? ¿Quién se hace responsable? ¿Cómo nos aseguramos de que se aplican las reglas? Por último, es importante destacar que Grecia es un país que acumula mucho retraso por lo que respecta a planificación marítima.
En diciembre de 2023, su organización, junto con muchas otras, presentó una denuncia formal a la Comisión Europea sobre violaciones sistemáticas de la legislación europea en materia de protección marítima por parte del Ejecutivo griego. Se referían a la exploración y explotación de hidrocarburos en alta mar y aseguraban que: «La República Helénica permite su realización sin haber evaluado previamente apropiadamente sus impactos sobre el medio ambiente y, especialmente, sobre la muy sensible biodiversidad marina endémica de los numerosos lugares Natura 2000 como exige la legislación europea».
Sí, también presentamos una denuncia en diciembre de 2021 en referencia a la protección de hábitats y la que comentas, de diciembre de 2023. La Comisión Europea afeó a Grecia porque no había conseguido establecer un plan de protección marítimo. Tenemos un camino largo por recorrer.
Otro de los anuncios que hizo recientemente el Gobierno griego tiene que ver con el establecimiento de nuevas áreas restringidas de pesca.
Parte del proceso de protección de las aguas griegas consiste en tratar de establecer zonas de prohibición de pesca o áreas restringidas para la pesca. Una de las áreas que se propuso se encuentra en la isla de Amorgos. La iniciativa lleva el nombre de Amorgorama y fue apoyada por el Fondo de Conservación de las Cicladas [Cyclades Preservation Fund]. Sería fantástico si el Gobierno mantiene esto, pero hemos oído que se trata de un compromiso que aún no se ha cumplido sobre el terreno. Lamentablemente, estas cosas toman un tiempo.
Yo te puedo contar sobre la isla de Giaros, en el mar Egeo. Funcionó como isla de exilio durante el Imperio Romano y como prisión durante la dictadura de los Coroneles, pero sobre todo destaca por su biodiversidad porque hay una colonia muy importante de focas monje y varias especies de aves, como las pardelas mediterráneas. En WWF hemos estado trabajado allí durante diez años porque es una de las cuatro áreas protegidas de las que he hablado al inicio. Ahora estamos felices de saber que las investigaciones indican que, gracias a la protección de esta zona contra la pesca, hemos obtenido una mayor diversidad de especies. Giaros y Amorgos son un buen ejemplo de lo que se puede hacer. En el caso de Amorgos, ha habido una implicación muy grande por parte de la población local y los pescadores, así como de las ONG. De hecho, hemos tomado como ejemplo la actuación de algunas cofradías españolas de pescadores.
¿Y cuál es el siguiente paso ahora?
Que estos ejemplos se reproduzcan y podamos aprender de ellos.
«La gente de las islas tiene que decidir si quiere mantener su identidad, su paisaje y su relación con la naturaleza o si se quiere convertir en un monocultivo del turismo de masas»
Ha mencionado el poder de la población y las comunidades locales.
Precisamente, cuando empezamos a trabajar en la campaña en contra de las exploraciones de petróleo y gas, nos fijamos en las islas Baleares. Según tengo entendido, y por lo que me han comentado mis colegas de allí, la industria del turismo empezó a ver el petróleo y el gas como una amenaza para los negocios. Esto no lo hemos visto en Grecia y creo que estamos en una etapa muy crítica, especialmente en las región de las Cícladas. La gente de las islas necesita tomar algunas decisiones acerca de su futuro. Tienen que decidir si quieren mantener su identidad, su paisaje y su relación con la naturaleza o si se quieren convertir en un monocultivo del turismo de masas, renunciar y sucumbir a los cruceros masivos. Despojar a estas islas de los recursos naturales amenaza su propia existencia y la de su identidad. La pregunta aquí es: ¿pueden las comunidades locales hacer esto solas? Evidentemente, no. Esto dependerá de las políticas que se lleven a cabo y de las decisiones que se tomen en el Gobierno. De hecho, establecer Áreas Marinas Protegidas puede ser una herramienta fantástica para promover la sostenibilidad y atraer a un tipo de turismo adecuado: gente que no solo viene a tomar el sol, sino que vienen a a apreciar la biodiversidad de esa parte del mundo. ¡Por algo las Cícladas se consideran las Islas Galápagos de Europa! Y no son solo importantes para Grecia, sino para todo el Mediterráneo.
Incendios desatados cada verano, inundaciones que se llevan por delante hectáreas y hectáreas de cultivos, temperaturas extremas… Grecia es uno de los países de Europa más expuestos a la crisis climática. ¿Está la sociedad griega concienciada del peligro que corre su país?
Para la sociedad griega, la crisis climática ya no es un concepto teórico. Es algo que vivimos y presenciamos de forma muy dolorosa, ya sea a través de los incendios forestales cada verano o mediante inundaciones que están costando vidas y medios de vida. La sociedad se está volviendo dolorosamente consciente de la realidad de la crisis climática. Lo que espero es que pronto empiece a darse cuenta de que todo depende de las decisiones políticas que se tomen en el futuro. Tenemos que convertirnos en un país resiliente, porque la crisis climática ya está aquí, ha llegado para quedarse y debemos adaptarnos a ella, pero al mismo tiempo, como ciudadanos y ciudadanas, debemos presionar activamente a los partidos políticos para que hagan de esto una prioridad.