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Este lunes 13 de octubre, y tras muchos meses de espera, el ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, se reunirá con representantes del Proyecto Gran Simio y la Fundación Animal Guardians para abordar el retraso en la ley de grandes simios, cuyo proyecto tenía que haber sido presentado como máximo tres meses después de la entrada en vigor de la Ley 7/2023 de Protección de los Derechos y el Bienestar de los Animales de Compañía. Hasta ahora, todo lo que ha habido es una consulta pública previa al anteproyecto que fue presentada hace más de un año.
En las últimas semanas, sin embargo, las presiones para hacer avanzar esta nueva normativa, que sería la primera de su tipo en el mundo, han aumentado. Unas 140 organizaciones, incluyendo el Instituto Jane Goodall, firmaron una carta enviada al ministerio pidiendo un impulso a la ley y se recogieron más de 71.000 firmas de apoyo a la iniciativa.
La situación de los grande simios en España
El trabajo de la recientemente fallecida primatóloga británica Jane Goodall durante los últimos 60 años, así como el de muchos otros investigadores que siguieron sus pasos, nos ha enseñado hasta qué punto los seres humanos formamos parte de la familia de los grandes simios. Al igual que nosotros, los gorilas, los chimpancés, los bonobos o los orangutanes son capaces de cooperar, compartir y mostrar compasión, crean herramientas, tienen personalidades individuales y sistemas de comunicación complejos, y se pasan el conocimiento de unos a otros a través de una cultura propia.
A pesar de ello, en todas las partes del mundo se siguen manteniendo grandes simios encerrados en zoológicos y en centros de rescate o santuarios. En España, según datos del Proyecto Gran Simio, hay medio centenar de gorilas occidentales de llanura, entre 60 y 80 chimpancés y alrededor de una veintena de orangutanes de Borneo viviendo en cautividad. Todos ellos se reparten en zoos y centros ubicados en Andalucía, Canarias, Cantabria, Cataluña, la Comunitat Valenciana y Madrid.
La situación de estos animales es diferente en cada sitio, pero los estudios del Proyecto Gran Simio han detectado algunos problemas comunes, como la ausencia de estándares mínimos para asegurar su bienestar, la creación de grupos sociales inadecuados (por ejemplo, con un exceso de machos), la opacidad de los datos (que dificulta la evaluación independiente de su situación), la gran heterogeneidad de las instalaciones, el mantenimiento de programas de reproducción sin una finalidad clara, los escasos recursos de los santuarios y los refugios y la evidencia de un bajo nivel de bienestar psicológico entre los animales encerrados.
“Esperamos que esta cita con el ministro sirva para desbloquear una deuda histórica, ética y científica con los grandes simios. No se trata solo de cumplir una ley, sino de dar un paso hacia una sociedad más justa con los únicos homínidos no humanos”, señala Pedro Pozas, director del Proyecto Gran Simio. “Confiamos en que suponga el comienzo de un camino legislativo real y comprometido. España tiene la oportunidad histórica de ser el primer país del mundo en proteger por ley a sus parientes evolutivos más cercanos”, añade Marta Esteban Miñano, presidenta de la Fundación Animal Guardians.
¿Qué le piden las organizaciones animalistas a esta ley?
Durante el encuentro, los representante del Proyecto Gran Simio y la Fundación Animal Guardians entregarán al ministro un borrador técnico de la ley, elaborado por especialistas en bienestar animal, conservación y normativa, que recoge medidas como:
- Prohibición del uso de grandes simios en espectáculos, publicidad y actividades comerciales.
- Fin de la cría en cautividad.
- Fin a los traslados entre los zoos.
- Traslado progresivo a santuarios o centros de acogida especializados que respeten su etología y bienestar.
- Revisión de su situación en zoos, con cierre o reconversión de las instalaciones que no cumplan los requisitos.
- Dotación de recursos económicos suficientes a los santuarios y los centros que alberguen grandes simios y cuya titularidad sea del Estado.
- Reconocimiento legal de los grandes simios como personas no humanas y la protección de derechos básicos (vida, libertad, integridad física y emocional).
- Registro y seguimiento estatal de todos los grandes simios en territorio español.
- Cooperación internacional para su protección y su conservación en sus hábitats naturales.
“Confiamos en que el retraso no se deba al desinterés o a la influencia del lobby de los zoológicos por encima del mandato legislativo de la Ley 7/2023”, subraya Pedro Pozas. “España tiene la oportunidad histórica de ser el primer país del mundo en aprobar una ley de derechos para los grandes simios. Esperamos que este encuentro marque el comienzo de un proceso legislativo real, transparente y comprometido”.
¿Qué incluye la consulta presentada por el Ministerio?
La consulta previa al anteproyecto de ley de grandes simios presentada el año pasado por el Ministerio es un documento escueto, de apenas cuatro páginas, en el que se explican la necesidad de la norma y sus objetivos generales. Entre ellos, sin embargo, no aparecen muchas de las aspiraciones de las asociaciones que el lunes se reunirán con Pablo Bustinduy. Así, esta consulta recoge solo cinco objetivos:
- Establecer la prohibición expresa de experimentación o investigación con grandes simios cuando ello pueda producirles daños y no redunde en su beneficio.
- El establecimiento de unas condiciones rigurosas, siempre en ambientes óptimos para su desarrollo, para su tenencia o custodia, y siempre con propósito de conservación.
- Establecer la prohibición de su utilización con fines comerciales o en cualquier tipo de espectáculos que menoscaben su dignidad.
- Impulsar la inclusión en el ordenamiento jurídico de los compromisos adquiridos por España con la firma de la Declaración de Kinshasa y el trabajo decidido junto al Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente.
- Impulsar y emprender las acciones necesarias para proceder con la protección de los grandes simios a nivel internacional.
“Son homínidos no humanos, miembros de nuestra misma familia evolutiva, con quienes compartimos más del 98% del ADN. Aunque todas las especies deberían tener el mismo derecho a tener una vida digna, esta ley de grandes simios es un primer paso en una dirección que salda una deuda moral que tenemos con nuestros hermanos evolutivos”, concluye Marta Esteban Miñano.




