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Un estudio liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha concluido que las especies invasoras se expanden veinte veces más rápido que las nativas y que los humanos contribuyen a la expansión de las primeras dentro del área de distribución introducida.
La falta de adaptación de las áreas de distribución de la flora y la fauna al ritmo al que avanza el cambio climático supone una gran preocupación ambiental, ya que aumenta la probabilidad de extinción de especies; esto se une al hecho de que las especies no nativas, muchas de ellas invasoras, están consiguiendo ventajas sobre las autóctonas, lo que pone en evidencia que también puedan tener ventajas frente al cambio climático, ha informado el CSIC en un comunicado.
Para investigarlo, un grupo de científicas españolas y estadounidenses ha revisado estudios de más de 6.000 especies nativas y no nativas de flora y fauna, incluyendo cambios observados (682 especies de estudio) y modelados (5.571 especies de estudio) de su rango de expansión.
Este estudio, que cuenta con la participación de dos institutos del CSIC, organismo dependiente del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (MICIU), concluye que las especies no nativas, en promedio, están expandiendo sus áreas de distribución mucho más rápido que las especies nativas, lo que refleja que los humanos contribuyen a la expansión de las especies invasoras favoreciendo introducciones repetidas dentro de su nueva área de distribución.
«Las tasas de dispersión provocadas por el hombre son tres órdenes de magnitud mayores que las tasas de dispersión natural de las especies nativas. En el área de distribución introducida, las especies no nativas pueden expandirse a una velocidad dos órdenes de magnitud mayor que las especies nativas», ha indicado Montserrat Vilà, profesora de investigación de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC).
Además, han demostrado que, con el cambio climático, las especies no nativas tienen áreas de distribución potenciales más grandes y expansiones de distribución más rápidas, probablemente debido a una combinación de múltiples focos de introducción y tolerancias climáticas más amplias.
Con tasas de propagación más rápidas y un mayor potencial para persistir o expandirse, las poblaciones de especies no nativas tienen una ventaja decisiva en un clima cambiante, lo que supone «una alarma medioambiental, ya que muchas de estas especies causan impactos ambientales y socioeconómicos en los ecosistemas receptores».
«Como sociedad, a menudo nos resistimos a los riesgos asociados con el traslado de especies nativas más allá de sus áreas de distribución en respuesta al cambio climático, mientras trasladamos sin miramientos especies no nativas por todo el mundo», ha indicado Belinda Gallardo, científica titular del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC).