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“Sin una mitigación suficiente, el cambio climático seguirá progresando y nuestra capacidad adaptativa se verá irremediablemente desbordada”. Así explica el biólogo Paco Heras, de la Oficina Española de Cambio Climático del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, cómo estos dos conceptos, confundidos con frecuencia, están íntimamente relacionados y son, además, sinérgicos. Porque hay muchas iniciativas de mitigación que tienen un componente adaptativo y viceversa.
La explicación viene a resumir cómo deben ser, desde su punto de vista, las políticas públicas: “Sin políticas ambiciosas, es muy difícil evitar los peores efectos que se derivan del cambio climático. Y en ello, la adaptación puede marcar la diferencia”, sostiene en su ponencia dentro de La Uni Climática V.
No es lo mismo pasar calor en Asturias que en Andalucía. Las temperaturas a partir de las cuales se dispara la mortalidad por calor en el norte no llega los 26,5º. En Sevilla, sin embargo, ese riesgo comienza a los 40,5º. Las personas se adaptan al clima en el que viven: diferentes formas de ocio, de vivienda, de consumo… El problema viene cuando los cambios se producen demasiado rápido, como está ocurriendo ahora. En este contexto, el experto analiza las principales características que deben tener las políticas públicas de adaptación al cambio climático, en las que la transversalidad debe ser el primer objetivo.
Siguiendo con el calor, Heras pone un ejemplo claro: “Para hacer frente a una política de prevención adecuada a las altas temperaturas, necesitamos el concurso de los servicios meteorológicos, porque son los que nos pueden aportar las predicciones de las olas de calor. Necesitamos a Protección Civil, que es el organismo que dispara las alertas. Por supuesto, necesitamos a los servicios sanitarios, porque son los responsables de elaborar los planes y los protocolos y de dar la atención sanitaria. Pero es muy importante también el papel de los servicios sociales, porque atienden a sectores vulnerables, como las personas mayores”.
En esta larga cadena de coordinación, Heras añade, además, el ámbito laboral: “Las personas, por ejemplo, que trabajan al aire libre, en espacios soleados o que trabajan con fuentes de calor, son más vulnerables y, por tanto, hay un papel también para Trabajo y, en concreto, para la Inspección de Trabajo”. Y, por supuesto, el sector científico: “Hace falta un seguimiento científico de cuáles son los impactos, el seguimiento de la mortalidad por calor, etc.”.
Acciones coordinadas de adaptabilidad
En su ponencia, Heras aporta claves del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC) 2021-2030, que constituye el instrumento de planificación básico para promover la acción coordinada frente a los efectos del cambio climático en España. Su principal objetivo es evitar o reducir los daños presentes y futuros derivados del cambio climático y construir una economía y una sociedad más resilientes.
“La adaptación al cambio climático se plantea en diversas escalas y sectores. Por ello, la coordinación entre instituciones es un factor estratégico para definir respuestas eficaces y sinérgicas”, sostiene el documento, que otorga también una importancia fundamental a la transparencia: “La información sobre los impactos, la vulnerabilidad y las políticas y medidas de adaptación debe ser facilitada a las personas y organizaciones interesadas de forma ágil y efectiva”.
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