Etiquetas:
Este artículo se publicó originalmente en The Conversation.
Las concentraciones de dióxido de carbono (CO₂) atmosférico alcanzaron una nueva plusmarca en el 2024, según el último informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Las concentraciones medias mundiales en superficie de los principales gases de efecto invernadero alcanzaron máximos sin precedentes el año pasado, con el dióxido de carbono en 423,9 partes por millón (o ppm), el metano en 1942 partes por billón (ppb) y el óxido nitroso en 338 ppb.
En la década de 1960, el CO₂ se acumulaba en la atmósfera a razón de 0,8 partes por millón cada año (esto es, aumentos anuales del 0,00008 %). Este crecimiento se triplicó entre 2011 y 2020, situándose en los 2,4 ppm anuales. Y la tasa de crecimiento de dióxido de carbono entre 2023 y 2024 ha ascendido hasta los 3,5 ppm, el mayor incremento anual desde que comenzaron las mediciones modernas en 1957.
Antes de dejarnos arrastrar por el tremendismo, vale la pena sumergirse en estos datos y bucear hasta entender las causas de estos incrementos. Nos encontraremos con varias sorpresas gratas que nos recordarán que todavía podemos mitigar el cambio climático y aunar el crecimiento económico con la descarbonización.
La economía se está descarbonizando
El aumento en las concentraciones de CO₂ depende del balance entre las emisiones y las absorciones de este gas (los “sumideros”). Esto es, las concentraciones pueden aumentar si lo hacen las emisiones, o si disminuye la capacidad de absorción, o de almacenaje, por parte de los sumideros. Aunque parezca difícil de creer, lo cierto es que la economía mundial se está descarbonizando: cada vez producimos con menos emisiones de CO₂.
La intensidad del carbono, esto es, las emisiones de CO₂ por dólar de PIB, alcanzaron su pico en 1920, y llevan cayendo de manera casi lineal desde 1968. Esto nos indica, por un lado, que las políticas destinadas a disminuir las emisiones han fracasado: las emisiones empezaron a disminuir décadas antes de conferencias como la de Río de Janeiro (1992) y del Protocolo de Kyoto (1997), y ese descenso no se ha acelerado a pesar de las incontables cumbres climáticas. Pero también cabe una lectura positiva: la descarbonización de la economía es una realidad imparable, a pesar de las zancadillas que tratan de imponer gobiernos y multinacionales negacionistas.
Por otro lado, estos datos muestran que los países emergentes pueden crecer con muchas menos emisiones que hace unas décadas. Estados Unidos, que siempre ha sido el principal emisor, llegó a generar 1,6 kg de CO₂ por cada dólar de PIB en 1917, cuando alcanzó su pico de intensidad de carbono. Sin embargo, el récord de emisiones en China se quedó en 1,1 kg CO₂ por dólar en 1960, cuando llegó a su máximo. India, que parece haber alcanzado su techo de crecimiento de emisiones por ahora, mostró una intensidad de carbono máxima de 0,73 kg por dólar en 1992.
Este resultado es muy importante porque nos indica que el crecimiento económico es cada vez más independiente de las emisiones, y que los países del sur global podrán mejorar sus estándares de vida con menos emisiones de las que requirieron los Estados ricos.
Por qué han subido las emisiones
Bajo esta realidad, cabe preguntarse por qué se han incrementado entonces las emisiones de dióxido de carbono. Las bajadas en la intensidad del carbono no impactarán sobre las emisiones si el PIB aumenta muy rápido. Esto es, de poco sirve que emitamos menos CO₂ por unidad de PIB, si el PIB no para de crecer. Las emisiones solo disminuirán si la descarbonización de la economía avanza más rápidamente que el crecimiento económico. Y aunque es cierto que la descarbonización sigue un ritmo más tibio de lo que a muchos nos gustaría, no es menos cierto que llevamos décadas en la imparable senda de la descarbonización económica.
Ahora bien, el fenómeno que está pulverizando los récords de crecimiento de emisiones, según el informe de la OMM, no lo encontramos en la actividad económica, sino en la actividad de los incendios. En 2023, Canadá sufrió la peor epidemia pírica de su historia, con 15 millones de hectáreas abrasadas: las emisiones asociadas a estos incendios fueron mayores a las de cualquier otro país (excepto las de los tres superemisores: EE. UU., China e India).
En 2024 nos encontramos nuevamente con unas emisiones desproporcionadas por los muchos incendios que afectaron a zonas tropicales como Brasil y Bolivia.
Los incendios en este 2025 también nos ha dejado con unas emisiones de récord en países como España que, con una estimación de 19 millones de toneladas de CO₂ emitido, se acerca peligrosamente a las emisiones por generación eléctrica (25 Mt).
Los incendios afectan al balance de dióxido de carbono de distintas formas. La más conocida es la liberación del carbono almacenado en los ecosistemas. Pero los efectos de los megaincendios se dejan notar durante muchos años porque dejan tras de sí amplias zonas con vegetación rala y, en consecuencia, áreas donde apenas hay fotosíntesis (el proceso por el que las plantas absorben CO₂ de la atmósfera).
La conjunción entre cambio climático e incendios forestales, por tanto, está creando un bucle peligroso: el cambio climático favorece a los megaincendios que, a su vez, liberan cantidades colosales de dióxido de carbono a la atmósfera, lo que aumenta la intensidad del cambio climático en un círculo vicioso.
La buena noticia
La buena noticia es que los incendios se pueden prevenir. Hace años advertíamos del advenimiento de la era de los fuegos que no se pueden apagar, debido a la intensidad creciente de los incendios. Este fenómeno se agrava año tras año, pero se puede evitar.
Para ello, necesitamos gestionar en torno al 5 % del territorio forestal. La ciencia e ingeniería forestal nos ha mostrado el camino, que ha demostrado su eficiencia en muchas regiones del mundo.
La descarbonización de la economía es un paso imprescindible para disminuir las emisiones, pero el esfuerzo resultará fútil si no viene acompañada de una gestión a gran escala del territorio. Las emisiones inducidas por megaincendios están contrarrestando las mejoras en la intensidad de carbono que ha desarrollado la economía mundial durante las últimas décadas. Ahora necesitamos ponernos manos a la obra desde la concordia y la evidencia, sustituyendo la ideología por el método científico, la ingeniería y el humanismo.





Recurren la orden que permite la extracción de madera quemada en los incendios forestales de Castilla y León.
Ecologistas en Acción de Castilla y León denuncia que la Junta utiliza la excusa de las plagas para favorecer la explotación de madera en los montes incendiados, agravando los daños ecológicos y frenando la regeneración natural.
Ecologistas en Acción de Castilla y León ha presentado un recurso de reposición contra la Orden MAV/1018/2025, de 15 de septiembre, de la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio, que autoriza la extracción de madera quemada en las zonas afectadas por los incendios forestales de 2025.
La organización ecologista considera que esta medida no responde a criterios científicos ni ecológicos, y denuncia que su verdadera finalidad es facilitar la explotación económica de la madera, más que prevenir plagas forestales, tal y como argumenta la Junta. “Detrás del discurso de prevención de plagas se esconde una operación de aprovechamiento forestal que agrava los daños del incendio y compromete la recuperación natural del bosque”, afirma Ecologistas en Acción Castilla y León.
Las masas forestales quemadas no deben arrasarse
Ecologistas en Acción recuerda que la corta y extracción masiva de árboles tras un incendio supone una perturbación añadida que agrava los impactos ecológicos, comprometiendo la regeneración natural del bosque, aumentando la erosión del suelo y destruyendo hábitats clave para la biodiversidad. Recuerdan que los árboles muertos cumplen funciones esenciales en los ecosistemas:
Son fuente de alimento y refugio para una gran variedad de especies.
Contribuyen al reciclado de nutrientes y a la fertilidad del suelo.
Ayudan a reducir la erosión y a mantener la humedad.
Facilitan la regeneración natural mediante la dispersión de semillas y la protección frente a depredadores….
POR SI LOS ARBOLES, LAS CRIATURAS MAS GENEROSAS DE LA CREACION, NO TUVIERAN BASTANTE CON LOS INCENDIOS:
La UE no debería traicionar sus propios compromisos contra la deforestación
La Comisión Europea pretende retrasar y vaciar de contenido su principal norma contra la deforestación (EUDR), claudicando ante la presión de los lobbies y traicionando sus promesas climáticas. Lo que presenta como un “ajuste técnico” es, en realidad, un paso atrás catastrófico que dinamita la protección de los bosques del planeta.
Cada día de retraso en la aplicación del reglamento EUDR se mide en hectáreas de bosque taladas y especies extinguidas. Ante esta emergencia, la Comisión Europea planea debilitar y retrasar la norma, un golpe devastador para la biodiversidad y una claudicación indignante ante quienes se lucran con la destrucción de los ecosistemas.
Ecologistas en Acción denuncia los retrasos y recortes del Reglamento europeo contra la deforestación y exige a la UE que mantenga la fecha de 2026 y restablezca los controles, llamando a la ciudadanía a movilizarse contra este desmantelamiento encubierto.
Los intentos de la Comisión Europea para retrasar y recortar el reglamento EUDR son un golpe devastador a los bosques del planeta y una claudicación indignante ante los lobbies de las multinacionales que se benefician de la destrucción de los ecosistemas y la biodiversidad.
Ecologistas en Acción observa con profunda decepción el anuncio de la Comisión Europea de retrasar de forma parcial y, lo que es más grave, vaciar de contenido la esencia del Reglamento contra la Deforestación (EUDR). Lo que se presenta como un ajuste logístico es, en realidad, una rendición cobarde ante las presiones de lobbies agroindustriales y gobiernos de países terceros, que desoyen las llamadas de la ciudadanía para ampliar el compromiso con la vida en el planeta. Es un paso atrás catastrófico en un momento de emergencia planetaria.
La Comisión, en su comunicado del 21 de octubre, intenta vender esta claudicación como una “solución informática”. Nosotras lo llamamos por su nombre: una traición a las promesas verdes de la UE y una burla a la ciudadanía que exige acción climática real.
Según el propio informe de la FAO sobre la Evaluación de los Recursos Forestales Mundiales, el mundo perdió 420 millones de hectáreas de bosque entre 1990 y 2020, un área más grande que la Unión Europea. La UE es, por su consumo, el segundo mayor importador de deforestación tropical vinculada a productos básicos como la soja, el aceite de palma y la carne de vacuno. Cada producto vinculado a la deforestación que llega a nuestros mercados es un clavo más en el ataúd de la biodiversidad y la estabilidad climática…
https://www.ecologistasenaccion.org/350235/la-ue-no-deberia-traicionar-sus-propios-compromisos-contra-la-deforestacion/