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Las concentraciones de gases de efecto invernadero volvieron a romper todos los récords en 2023, lo que «condena el planeta a muchos años de aumento de las temperaturas». En las últimas dos décadas, los niveles de dióxido de carbono (CO2), el principal responsable del calentamiento global, aumentaron un 11,4%, según el Boletín sobre los Gases de Efecto Invernadero que publica cada año la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y que llega a dos semanas de que se inicie la Cumbre del Clima (COP29) en Bakú.
El año pasado, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera alcanzó las 420 partes por millón (ppm), lo que supone un aumento del 151% respecto a niveles preindustriales (antes de 1750). Asimismo, se registraron unas concentraciones de 1.934 partes por mil millones de metano (CH4) y 336,9 partes por mil millones de óxido nitroso (N2O) –los otros dos gases que más contribuyen al cambio climático–, lo que supone una subida del 265% y del 125%, respectivamente, respecto a la era preindustrial. Desde el organismo internacional avisan, además, que no puede darse por sentada la eficacia de ecosistemas como los bosques para absorber CO2.
«Otro año, otro récord. Esto debería hacer saltar todas las alarmas ante las instancias decisorias, no cabe duda de que estamos muy lejos de cumplir el objetivo del Acuerdo de París de mantener el calentamiento global muy por debajo de 2 grados con respecto a los niveles preindustriales», subrayaba al presentarse los datos la secretaria general de la OMM, la argentina Celeste Saulo.
El dióxido de carbono, que se calcula que contribuye en un 64% al calentamiento global y procede principalmente de la quema de combustibles fósiles y la producción de cemento, aumentó en 2023 hasta 2,3 partes por millón con respecto a 2022, una cifra superior al año anterior aunque inferior a los tres ejercicios anteriores.
Séptimo año con más emisiones por incendios desde 2003
Influyó en ese aumento la transición del fenómeno de La Niña al de El Niño (ligado este último a un aumento de las temperaturas en el Océano Pacífico) y la funesta temporada de incendios, cuyas emisiones de CO2 fueron un 16% superiores a la media de años anteriores, con grandes fuegos forestales en países como Canadá o Australia.
El metano es el causante de cerca del 16% del efecto de calentamiento provocado por los gases de efecto invernadero de larga duración. Alrededor del 40% del metano que se emite a la atmósfera procede de fuentes naturales (como humedales y termitas), mientras que cerca del 60% proviene de fuentes humanas (como ganadería de rumiantes, cultivo de arroz, explotación de combustibles fósiles, vertederos y quema de biomasa).
En cuanto al óxido nitroso, se trata de un potente gas de efecto invernadero y, a la vez, de una sustancia química que agota la capa de ozono. Es el causante de cerca del 6% del forzamiento radiativo provocado por los gases de efecto invernadero de larga duración. El origen de sus emisiones es un 60% de fuentes naturales y un 40% de fuentes antropogénicas. En el caso de ambos gases, experimentaron aumentos de concentración menores a los de 2022.
La última vez que se registró en la Tierra una concentración de dióxido de carbono comparable a la actual fue entre tres y cinco millones de años atrás, cuando la temperatura era entre 2 y 3 grados más cálida y el nivel del mar entre 10 y 20 centímetros superior al actual.
La agencia meteorológica de Naciones Unidas advierte de que aunque las emisiones se redujeran rápidamente hasta alcanzar un nivel cero neto (es decir, que fueran paliadas por fenómenos de absorción como los que ejercen los bosques) se tardaría décadas en reducir los actuales niveles de temperatura, por la larga permanencia del CO2 en la atmósfera.
Un fenómeno que puede acelerarse
La OMM alerta, además, del riesgo de que el aumento de las concentraciones de los gases causantes del calentamiento global sea cada vez más intenso.
«Los incendios forestales podrían liberar más emisiones de carbono a la atmósfera, mientras que el aumento de la temperatura de los océanos podría reducir su capacidad de absorción de CO2, por lo que se podría acumular más este gas en la atmósfera y acelerar el calentamiento global», señaló en este sentido la secretaria general adjunta de la OMM, Ko Barrett.
Algo menos de la mitad de las emisiones de dióxido de carbono permanecen en la atmósfera, el océano absorbe aproximadamente la cuarta parte, y los ecosistemas terrestres en torno al 30%, aunque estos porcentajes varían debido a fenómenos como La Niña o El Niño.
Planes climáticos insuficientes
Este lunes, ONU Cambio Climático también ha publicado un análisis de los planes climáticos de los países, conocidos como Contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés). Para Simon Stiell, secretario ejecutivo del organismo, “las conclusiones del informe son duras, pero no sorprendentes”.
Señala que “los actuales planes nacionales de acción climática están muy por debajo de lo necesario para impedir que el calentamiento global paralice todas las economías y arruine millones de vidas y medios de subsistencia en todos los países”.
La combinación de todos los planes climáticos actuales –en un supuesto donde todos se llevan a la práctica– supondría una reducción de emisiones de 51,5 gigatoneladas de dióxido de carbono en 2030, una reducción de solo el 2,6% respecto a 2019.
El IPCC ha señalado en varias ocasiones que es necesario que las emisiones que causan el calentamiento global se reduzcan un 43% para final de esta década en comparación con los niveles de 2019. “Cada fracción de grado es importante, ya que los desastres por eventos climáticos empeoran rápidamente”, insiste Stiell, que pide que la próxima ronda de planes nacionales suponga “un gran paso adelante en la acción y ambición por el clima”.
Con información de EFE.