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Vivimos rodeados de fugas de metano y no lo sabemos

Cada vez hay más muestreos satelitales que identifican grandes fugas de metano en sectores industriales y de residuos. Estas fugas muchas veces no están contabilizadas ni forman parte de inventarios de emisiones.
Vivimos rodeados de fugas de metano y no lo sabemos
Fuga de metano en la estación de compresión de Chelmsford, Reino Unido, el 15 de octubre de 2021, captada por una cámara especial Foto: Clean Air Task Force/ James Turitto.

Ismael Morales, responsable de políticas climáticas de Fundación Renovables.

Entre los principales acelerantes de los efectos del cambio climático (los trigger o gatillos), el metano es uno de los más preocupantes y de los que somos menos conscientes. Una de las causas, más allá del poder calorífico, es que convive con nosotros y forma parte de diferentes sectores productivos y, por tanto, muchas veces se le ignora. La Agencia Internacional de la Energía ha intentado cuantificarlo, y en 2023 se emitieron un total de 580 millones de toneladas, 120 millones pertenecientes al sector de los combustibles fósiles y 71 millones a los residuos.

No obstante, la tecnología está a nuestra disposición para lanzar las señales de alarma. Recientemente, están saliendo a la luz muestreos satelitales que están identificando grandes fugas de metano a lo largo de sectores industriales como el del petróleo, gas, carbón y algo tan rutinario y común como el de los residuos. Estas fugas muchas veces no están contabilizadas ni forman parte de inventarios de emisiones. Es decir, se escapan a nuestro control.

Una reciente investigación de la Fundación Renovables –gracias al análisis de la base de datos pública del sistema IMEO-UNEP de detección por satélite– ha recopilado las fugas de metano encontradas desde 2022 hasta el abril de 2024. Por un lado, ha localizado y contabilizado el número de fugas en países de los cuales España es importador de hidrocarburos. Hay que destacar que la inexistencia de fugas no quiere decir que no las haya, sino que no han sido mapeadas por los proyectos satelitales o bien que tiene un flujo de metano tan bajo y difuso que no pueden ser captado por los sensores.

Entre los resultados más evidentes destacan las fugas de Argelia, el mayor importador de gas de España. Se identificaron 354 fugas del sector petróleo y gas, y 5 también de plantas asociadas a residuos de este país. Además, más de 250 de esas fugas se concentraban en el entorno de Hassi R’Mel, el mayor yacimiento de gas argelino y uno de los mayores del mundo.

Si miramos al crudo, el mayor importador de España en 2023 fue Estados Unidos. Allí, en total, se identificaron 366 fugas de metano del sector de petróleo y gas, 32 relacionadas con la extracción de carbón, y 18 con la gestión de residuos. Alrededor de 320 se encontraban en la cuenca del Pérmico, el gran yacimiento norteamericano. Además, no es sólo cuántas, sino el cómo. Hay que recordar que Estados Unidos es considerada la meca del fracking, ya que posee el 81% de todas las operaciones de fracking a nivel mundial. Cabe recordar que esta es una de las formas más peligrosas de llegar a los yacimientos de petróleo y gas, y que se ha relacionado con agua contaminada, fugas de metano e incluso terremotos.

Otro de los más destacados, a pesar de los anuncios de reducción de importaciones, es Rusia. Aunque hemos cerrado el grifo del crudo, a Moscú le seguimos importando ingentes cantidades de gas natural licuado (GNL). Más motivo para resaltar que en este país se han identificado 63 fugas metaneras en el sector del petróleo y del gas, y otras 26 en sus minas de carbón. La mayoría de ellas tienen flujos de emisión estimados superiores a las 15 toneladas de metano a cada hora. No en vano, a nivel internacional el gran problema es Turkmenistán. En este país, del que España no importa combustibles fósiles, se han detectado 1.460 fugas, el 39,5 % de todas las que han sido muestreadas a nivel mundial entre 2022 y abril de 2024. Es un coladero.

No obstante, no hace falta cruzar la frontera para encontrar grandes fugas de este gas. Otra de las partes más interesantes de la investigación son las fugas encontradas en España. Al no ser productor de gas o petróleo, las 29 fugas que se han logrado identificar proceden de plantas o instalaciones pertenecientes a la gestión de residuos. Muchas de ellas se encuentran en los grandes vertederos de nuestro país. Por ejemplo, en la Comunidad de Madrid está el vertedero de Pinto y el de Las Dehesas de Valdemingómez, dos de los mayores de España. También se encontraron fugas importantes en Murcia, en el vertedero de la Cañada Hermosa, y en la Comunidad Valenciana, en el vertedero de Dos Aguas. 

Las causas de las fugas son múltiples, al igual que las soluciones, y en gran medida dependen de la actividad humana porque van desde el mal diseño inicial hasta la falta de monitoreo o de mantenimiento de las instalaciones. ¿Os imagináis que España tuviera una ley o un plan que intentara controlar los contratos de importación según el volumen de metano fugado en las instalaciones de sus países de origen? Así, se obligaría a los propietarios gasistas y petrolero a realizar un mantenimiento más exigente, en toda la cadena de valor, si quieren vender su producto en los mercados internacionales de gas. 

Ese podría ser uno de los siguientes pasos para acabar con las fugas de metano, algo que ya debería estar agregado en un Plan Nacional para la Reducción de las Emisiones de Metano. Muchas de estas medidas serán imperativas por el Reglamento del Metano aprobado a inicios de este 2024. La duda es si España –y el resto de países– pueden permitirse que algunas fugas continúen activas, emitiendo toneladas de metano cada hora que pasa, mientras se transpone al marco jurídico. Quizás, por primera vez, podamos ser pioneros y tener cierto margen de anticipación. La anticipación soluciona tanto nuestros problemas como los del planeta. 

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