Leer con peques y mayores otros mundos posibles

Tomando la referencia del libro de Santiago Alba Rico Leer con niños, y justo porque se trata de tener a esos niños cerca y así no perder ni las razones por las que seguir luchando, ni las fuerzas para hacerlo, ni los límites para no perderse, hemos pensado con cuatro manos y dos cabezas estas recomendaciones.

Enzo es un entusiasta lector de cómic y aporta la que es una de sus historias de cabecera, Hilda, y también el manga que ahora mismo le tiene totalmente enganchado: Dr Stone. Por mi parte, he recordado la cantidad de horas que pasamos descubriendo con Real o imaginario lo increíble del mundo animal –y lo poco que sabemos–, y luego me zambullí en una distopía con contexto de competición, Mecánica celeste, que va muy acorde con un mes de agosto marcado entre otras cosas por los Juegos Olímpicos de París.

Hilda y el trol, de Luke Pearson (Barbara Fiore Editora)

Aunque quizás te suene porque es una serie que puedes ver en Netflix, empezó como una colección de libros. El primer libro, Hilda y el trol, empieza en un bioma bastante bonito donde hay criaturas fantásticas: un cuervo enorme o gigantes con cuernos blancos y cuerpo azul, y, como bien dice el título, troles. Pero no esos troles malvados que salen en las películas o los que se dedican a criticar por Internet, no. Estos son unos incomprendidos y también muy amables.

¿Que por qué recomiendo los libros de Hilda? Porque no se trata sólo de hablar del ecosistema, de las plantas o los hongos. También debemos hablar de los animales porque, como los troles, pueden ser incomprendidos, y esto es bastante triste. Hilda tiene una criatura de compañía que es un cruce entre un reno y un zorro, le encanta leer sobre seres peligrosos y uno de sus pocos amigos es un chico de madera. Su madre es arquitecta pero vive muy bien en el campo.

Real o imaginario. Un libro juego con animales increíbles (Hittouch)

El murciélago yoda o el tiburón duende, ambos con nombres elocuentes con respecto a su aspecto, son reales aunque tengamos el impulso de creer que son imaginarios. Y como el propio título indica, es un libro con el que jugar y comprobar la existencia de lo inimaginable. La propuesta que nos hacen es la de adivinar qué animal de la página doble no existe. Y avisamos: rara vez vais a acertar, porque los que parecen más estrafalarios habitan, al menos todavía, nuestro planeta.

Además de un juego y un aprendizaje de lo desconocido, es también una eficaz manera de tomar conciencia sobre todas aquellas especies que se encuentran en peligro de extinción, y cómo desde el conocimiento podemos desarrollar el cuidado y la protección de todos los seres increíbles que habitan la tierra y el mar, cosa que normalmente sólo suele requerir que dejemos de esquilmar los recursos donde tienen sus hábitats. Sin duda, es el asombro uno de los mejores puntos de partida para no dejar de participar de unas dinámicas que ponen en peligro un mundo tan maravilloso como es el que nos rodea.

Dr. Stone, de Riichiro Inagaki y Boichi (Editorial Ivrea)

Dr Stone es un manga que lleva publicándose desde 2017 y que traducido ya lleva veinticinco tomos. El argumento consiste en que una luz verde deslumbra a todo el planeta y lo detiene, convirtiendo en piedra a las golondrinas y a los humanos. Y resulta que hay un humano muy listo, llamado Senku, que ha contado cada segundo de los 3.700 años que han pasado y sabe qué ocurrió porque estuvo consciente mientras el resto seguía durmiendo. En ese tiempo, con las personas convertidas en piedra, la vegetación se apoderó de las calles, que ya son calles llenas de verde y maleza. Vemos que, después de milenios enteros, el ser humano (o mono brillante, como se menciona en la historia) ha vuelto después de ser una estatua de piedra maciza y ya no es el centro de atención, más bien parecen leones que se han quedado en las jaulas o que han escapado de ellas y no saben bien qué hacer.

Mecánica celeste, de Merwan (Nuevo Nueve)

En un futuro mucho más próximo, con las temperaturas, la humedad y la radioactividad completamente disparadas, algunas ciudades como Pan pueden ser un refugio, aunque no para todo el mundo. La discriminación, la desigualdad y el extractivismo también se han incrementado ante una realidad tan invivible. En medio de ese contexto, y ante la exigencia por parte de una ciudad enemiga de convertir Pan en proveedora de arroz a cambio de nada o la guerra, surge una tercera vía que es la mecánica celeste, un juego que recuerda al balón prisionero en su origen y al fútbol en las pasiones irracionales que desata. En medio de la dinámica de competición prospera la mirada colaborativa, el sentimiento comunitario y el conocimiento del entorno, no como amenaza, sino como lugar al que adaptarse (tras el destrozo desolador que dejaron las generaciones anteriores). Volvemos a estar frente a un relato distópico que aprovecha, sin adelantar el final, para cuestionar la épica y el sentido de algunas leyendas que no sirven más que para hacernos creer que no estamos tan mal.