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Quedaban ocho minutos para las 13.00 horas, momento previsto para que 300 kilos de pirotecnia inundaran el cielo de parte de Madrid Río, una zona altamente renaturalizada, cuando un primer cohete ha caldeado los ánimos. Las primeras aves huían del lugar. La cacareada y polémica mascletá impulsada por el Ayuntamiento de Madrid ha durado los siete minutos prometidos y ha causado los daños ambientales advertidos por parte de los expertos. Miles de personas, unas 20.000 según Delegación del Gobierno, se han acercado al lugar para presenciar el acontecimiento, pero sus vítores y aplausos también han tenido respuesta.
Unas 200 personas se han apostado cerca del enclave, el Puente del Rey, para expresar su rechazo a la mascletá desde una hora antes de su inicio. “Menos pólvora, más educación”, “no con mi dinero”, y “no es una fiesta para los animales” son algunos de los cánticos mediante los que han denunciado lo que consideran un “ecocidio” que no ha podido ser evitado desde los tribunales.
La mayoría de estos activistas, que hasta el último momento han aguantado en el lugar portando sus pancartas en contra de la mascletá, saben bien que en esta zona de Madrid Río se han avistado hasta 128 especies animales, varias de ellas incluidas en catálogos de especial protección. María José Agejas ha sido una de ellas: “Nos han traído a un entorno natural una tradición totalmente ajena a Madrid que además atenta contra los animales”, ha comentado cuando todavía quedaba más de media hora para el momento clave.
Esta integrante de la asociación vecinal Manzanares – Casa de Campo también ha criticado el verdadero motivo de la celebración importada desde Valencia. “Todo viene de una apuesta que hizo Almeida en un mitin a la alcaldesa de Valencia [María José Catalá]. Si ganaba las elecciones allí, él traería las fallas a Madrid”, recuerda Agejas, quien lo tiene claro: “Es absurdo lo mires por donde lo mires, además del dineral que nos ha costado a todos”.
Pagar cinco veces más por lo mismo
Los siete minutos de espectáculo pirotécnico, que no ha contado con ningún informe de impacto medioambiental, han costado al erario público madrileño 46.000 euros por 300 kilos de pólvora. Dicha cuantía tampoco está exenta de controversia. La misma empresa, Pirotecnia Valenciana SL, cerró las fallas de Valencia del año pasado con una mascletá similar en la que se utilizaron 260 kilos de pólvora por 8.500 euros, tal y como adelantó eldiario.es.
Luis Suárez Carreño ha sido otro de los vecinos de la ciudad que se ha acercado a la movilización: “Esto es una desvergüenza. El alcalde debería entender que el río no es suyo, y que el dinero que gestiona, tampoco. Si quería celebrar que su amiga ganó las elecciones en Valencia, que la invite a una paella a su casa”, ha criticado.
Cerca de él estaba Juan García, portavoz de Ecologistas en Acción, la organización que, tras mucho batallar, consiguió cerrar al tráfico la Casa de Campo y trabajó de forma estrecha con el Consistorio madrileño en la renaturalización del río Manzanares. “Este es el lugar más inadecuado para hacer un espectáculo de estas características. Para la gente que hemos trabajado en renaturalizar la zona, esto es un insulto”, ha comentado el activista.
Unas pocas palabras emanaban de la megafonía preparada para la ocasión cuando la ciudadanía contraria a la mascletá no dejaba de gritar consignas como “no es una fiesta, es un ecocidio” e, incluso, “primero abuelos, ahora animales”, en referencia a las 7.291 personas mayores que murieron en las residencias madrileñas durante el Covid sin que fueran derivadas a un hospital por orden del gobierno de Isabel Díaz Ayuso.

Dar la espalda a la mascletá
Unos 20 minutos antes de que explotara el primer petardo de la mascletá apenas cabía un alfiler en los alrededores. Una pareja que ha llegado desde la cercana localidad de Alcalá de Henares explicaba que habían ido a pasar el día a Madrid: “Mi hermana vive en Valencia y nos encantan las mascletás”, ha dicho ella. No se les escapaba la polémica en torno al espectáculo. Desde su punto de vista, el elevado coste se debe al traslado de la pólvora. “Pero sí deberían haber presentado los informes de impacto ambiental y, en base a eso, valorar si este era el lugar indicado”, ha añadido él.
Una señora mayor se ha mareado apenas unos diez minutos antes del inicio de la mascletá. A escasos metros de ella, un activista respondía a un espectador que no paraba de increparle. Mientras, otro hombre repartía tapones entre los conocidos para resguardarse del estruendoso sonido que todavía estaba por llegar.
A las 12.52, un primer cohete alerta a las aves de la zona. Muchas de ellas salen volando. Tres minutos después, a las 12.55, sale disparado el segundo cohete. Caras de tristeza, impotencia y rabia de quienes deciden permanecer en el lugar a pesar de que saben que esa batalla está perdida.
A las 13.00 exactas, comienza la mascletá. Algunos no quieren mirar, otros tantos, con lágrimas en los ojos y desconsolados, ni siquiera pueden. Mientras, miles de personas a su alrededor intentan inmortalizar el acontecimiento desde sus móviles. Siete minutos después, los aplausos se conjugan con los abucheos. Una nube blanca inunda el cielo vacío de aves y de nubes. La ceniza llueve sobre las cabezas.
La Sociedad Española de Ornitología SEO/Bird Life ha realizado varios monitoreos en la zona en las horas previas al espectáculo y seguirá haciéndolos después para evaluar el impacto que ha tenido la mascletá de Almeida.