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Adiós al mundial (no tan ‘verde’ como venden) de Catar

La FIFA y Catar han puesto todos sus esfuerzos en vender lo histórico de este campeonato. También desde el aspecto medioambiental. Sin embargo, la realidad es otra.
Adiós al mundial (no tan ‘verde’ como venden) de Catar
El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, durante una rueda de prensa. Foto: Heuler Andrey / SPP / Sipa USA

Punto final al primer mundial de fútbol masculino invernal. Este domingo termina, tras más de un mes de competición, el mundial más caro de la historia (entre 220 y 300 mil millones de dólares) y el primero en ser autoproclamado como neutro en carbono y obtener la certificación ISO 20121, una norma estándar internacional que establece las condiciones para desarrollar la organización de un evento sostenible.

A medida que se aproximaba la fecha de inicio del mundial, aumentaban las protestas y denuncias por corrupción, sobornos, violación de los derechos humanos, muertes de trabajadores (más de 6.500, según The Guardian) y violencia hacia las mujeres. Sin embargo, el greenwashing (lavado verde) de la FIFA y de la organización del Mundial de Catar ha pasado más desapercibido.

¿Por qué Catar es tan rico?

Catar es una pequeña península situada en el Golfo Pérsico de apenas 185 kilómetros de largo y 85 de ancho. Cuenta con una población inferior a 3.000.000 de habitantes -de los cuales se estima que el 80% son extranjeros- y que poseen uno de los PIB per cápita más altos del mundo. 

El Estado árabe es de los mayores exportadores de gas licuado del mundo. Cuentan con la tercera reserva de gas más grande del planeta y con la decimotercera de petróleo. El descubrimiento y la explotación de estos grandes yacimientos han hecho que Catar pase de emitir 0,2 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) hace 60 años a los más de 96 millones de toneladas en la actualidad. En cuanto a su economía y mix energético, ambos son esencialmente fósiles: los hidrocarburos representaron en 2019 el 88% de sus exportaciones, y su mix energético está basado al 100% en combustibles fósiles. Esto ha convertido a Qatar en el país del mundo con mayores emisiones per cápita: 25 toneladas de CO2 al año. Por comparar: en España son 5 y en Estados Unidos 16.

El mundial según la FIFA y Catar

Si ya es complicado organizar una Copa del Mundo de forma sostenible, hacerlo en Catar lo es todavía más. Aun así, la FIFA estaba decidida a anunciar que este mundial sería el primero en ser totalmente neutro en carbono. Para ello desarrollaron toda una «estrategia de sostenibilidad». En un informe detallaban que la estimación de las emisiones provocadas por el evento futbolístico serían 3,6 millones de toneladas de CO2. Estos quedaban desglosados de la siguiente manera: desplazamientos, 51,7%; construcción de infraestructuras, 24,2%; alojamiento, 20,1%; y otros, 4%. Para compensar dichas emisiones y dejar el cómputo final en cero se comprometieron a emitir 1,8 millones de créditos de CO2 (neutra en carbono no significa que no vayan a emitir, sino que tienen que compensar de alguna forma las emisiones para quedarse a 0).

Además de las emisiones, pusieron en valor otras medidas para reducir el impacto ambiental y climático. Entre ellas: ser un torneo compacto, no tener ninguna sede a más de 75 km de distancia, evitar vuelos internos, tener estadios construidos de forma sostenible y con materiales reciclados, estándares mínimos para patrocinios y proveedores, alojamiento verde para aficionados y plantación de árboles para reverdecer el país.

La realidad: puro lavado verde

Recurriendo a los datos de la FIFA, y según el informe Playing Against the Clock (Rapid Transition Alliance, 2020), la organización de este mundial ya producirá 1,5 millones de toneladas de CO2 más que el último (Rusia 2018) y lo mismo o menos que los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro (2016) y Londres (2012), que no solo albergan la construcción de campos de fútbol sino de más infraestructuras.

En un informe reciente, la organización internacional Carbon Market Watch advertía que «parece probable que se haya subestimado la huella total prevista del acontecimiento, al igual que los créditos de carbono que se barajan para compensar las emisiones y su nivel de integridad medioambiental». Además, destacaba que de los 1,8 millones de créditos de carbono tan solo se han emitido 200.000. Sobre los propios programas de compensación, la revista Scientific American publicaba un artículo en el que señala que «permiten a personas y empresas comprar créditos de carbono que pagan proyectos ambientales en todo el mundo a cambio de cancelar su propia huella de carbono, no solo son notorios por ser ineficaces sino también por impulsar el ‘colonialismo del carbono’, en el que los países en el sur global están encargados de ejecutar proyectos de compensación de carbono que solo terminan beneficiando a los libros de contabilidad ambientales del norte global».

Por el momento, parece ser que ni las emisiones son las que estimaban, ni la compensación –que aún no están llevando a cabo– es eficiente. Pero, ¿qué hay de las otras medidas?

  • Sobre el torneo compacto, la ausencia de vuelos internos y el alojamiento verde. Ante el pequeño tamaño de Catar, no tener ninguna sede a más de 75 km o evitar vuelos internos no parece ningún sacrificio en pro del medio ambiente. Los esfuerzos del «alojamiento verde» se esfuman cuando tres grandes cruceros de MSC (World Europa, Poesia y Opera) llevan más de un mes atracados en el puerto para dar apoyo al alojamiento; o cuando se ha visto aumentado el número de vuelos diarios (más de 90) a Doha, la capital de Qatar, y hay más de 160 vuelos de países vecinos debido a las escasas plazas de alojamiento del país. Tan solo desde Madrid, la frecuencia de vuelos a Doha se ha quintuplicado.
  • Sobre los estadios, el propio Carbon Market Watch comentó la posibilidad de errores de cálculo en cuanto a las emisiones derivadas de su construcción, lo que significaría en realidad que esa cifra es hasta ocho veces mayor. Y aunque un estadio se desmontará con el tiempo, quedarán otros siete para un país de menos de 3 millones de habitantes y sin tradición futbolística.
  • A todo esto, hay un elemento clave que no se puede escapar: el fútbol se juega sobre césped, y para ello tiene que estar en buenas condiciones. Según Reuters, se estima que se necesitan 10.000 litros de agua al día para regar los estadios, a lo que hay que sumarle los más de 40 campos de entrenamiento. El problema ya no es tanto el uso de agua para el riego sino la manera de obtenerla, mediante plantas desalinizadoras. Estas plantas hacen un uso muy intensivo de la energía y están alimentadas a base de combustibles fósiles. A todo esto se le suma que debido a la desalinización se obtiene salmuera caliente, la cual se devuelve al mar y perjudica la vida marina.
  • Otra de las grandes promesas medioambientales de Catar, «estándares mínimos para patrocinios y proveedores«, también deja mucho que desear. Durante los partidos se ha podido comprobar la publicidad a pie de campo de McDonalds, CatarAirways, Crypto.com, Coca Cola y CatarEnergy. Sobre los cuatro primeros está casi todo dicho. Sin embargo, CatarEnergy puede despistar a alguien, ya que el año pasado se llamaba CatarPetroleum y decidió cambiarse el nombre a modo de greenwashing. La energética estatal fue en 2021 la quinta empresa de gas más grande del mundo y en los próximos ocho años invertirá 56.000 millones de euros en la producción de gas, cifra solo superada por la inversión del gigante ruso Gazprom (124.000 millones). 
  • Por último, en lo que respecta a la plantación de árboles, además de lo anteriormente señalados por Scientific American y el colonialismo de carbono, Carbon Market Watch destaca la ineficiencia de este tipo de acciones: “para que sea realmente beneficioso para el clima, este carbono tiene que ser almacenado durante siglos, al menos 200-300 años, antes de que se pueda afirmar de forma creíble que esta eliminación de carbono contribuye a mitigar el cambio climático”.

Todo esto ha hecho que la Copa Mundial de la FIFA Qatar 2022 haya ganado el premio Bad Sport Awards 2022 al mayor evento deportivo de greenwashing.

Más allá del greenwashing, un escaparate mundial

Los conocedores de la geopolítica y las relaciones institucionales saben la importancia de organizar un evento de esta magnitud. Es un escaparate en el que durante un mes secuestras la atención de todo el mundo. Nadie espera que Catar gane dinero con la organización de este mundial, pero sí posicionarse y promocionarse como una opción fiable en un momento en el que, tras el veto a Rusia, medio mundo busca un socio para continuar con su adicción a los combustibles fósiles.

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COMENTARIOS

  1. Muy interesante la información que recoge este artículo.
    Aunque Europa no es Catar también tiene vergüenzas que esconde.
    Una de las muchas su adicción a los pesticidas tóxicos.
    Los cultivos de todo el continente se rocían de forma sistemática con estos mortíferos productos químicos. Año tras año, devastan frágiles ecosistemas y envenenan a 385 millones de personas.
    Se había conseguido que la Unión Europea anunciara un ambicioso plan para reducir a la mitad el uso de los pesticidas para 2030; pero se han filtrado informes que revelan que la Comisión Europea, esa Comisión que dicta sin que les haya votado nadie, se está echando atrás. La presión de las megacorporaciones agroalimentarias podría tumbar esta prohibición y acabar con los planes para limitar el uso de los pesticidas.
    Todo apunta a que estos gigantes agroalimentarios se saldrán con la suya. Al sabotear este debate, condenan a Europa a décadas de agricultura destructiva a base de pesticidas.

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