Las empresas fósiles no lideran la transición energética: sólo controlan el 1,42% de los proyectos renovables

Un estudio de dos investigadores españoles contradice el discurso oficial ‘verde’ de las compañías de petróleo y gas: solo el 0,13% de la energía primaria que extraen es renovable. Repsol está entre las empresas señaladas.
Las empresas fósiles no lideran la transición energética: sólo controlan el 1,42% de los proyectos renovables
Foto: Jon Josu Imaz (CEO) y Antonio Brufau (presidente) durante la Junta General de Accionistas de Repsol.

A empresas fósiles como BP, Repsol y Shell (entre otras) les importa el planeta. Les preocupa el presente y el futuro. Les interesa proteger el clima y la biodiversidad… o eso es lo que suelen pregonar a través de sus anuncios y comunicaciones. Sin embargo, los datos ponen esas afirmaciones en entredicho. Su pasado fue fósil, su presente es fósil y, a menos que cambie mucho la situación, su futuro apunta a seguir siendo fósil. La transición energética, si la está liderando alguien, no son ellas.

Si juntamos a las 250 mayores compañías de petróleo y gas según su producción de hidrocarburos (que representan el 88,3% de la producción global en 2022), entre todas poseen únicamente el 1,42% de la potencia instalada operativa de energías renovables. Para poner esto en perspectiva: del total de energía primaria que extraen, las renovables suponen solo un 0,13% del total. El resto, combustibles fósiles. Son datos recopilados en un estudio realizado por el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB).

“[El 0,13%] puede ser muy sorprendente para mucha gente. De hecho, cuando obtuvimos este resultado, no me lo pude creer. Yo esperaba un número muy bajo, del 2 al 5% aproximadamente, pero no tan ínfimo. Estuve calculando comprobaciones durante un día entero. Pero la conclusión es esta, no hay duda”, cuenta a Climática Antonio Bontempi, investigador de la UAB. Él y Marcel Llavero Pasquina, investigador del ICTA-UAB, son los autores del estudio que ha puesto en evidencia el papel insignificante de la industria fósil respecto a las energías renovables.

Repsol, la única española entre las 250

A principios de verano, Repsol anunciaba una “evolución” de su marca que consistía en una nueva identidad visual y un nuevo eslogan (‘Con toda la energía’). El objetivo era transmitir que son una empresa multienergética. Sin embargo, «su contribución al despliegue de renovables es insignificante», como detalla Bontempi.

La petrolera española posee –acorde al estudio– una capacidad renovable de 3,209 gigavatios (GW), siendo la sexta empresa con mayor capacidad renovable tras TotalEnergies, BP, Abu Dhabi National Energy Company, PJSC (TAQA), Shell y Eni. No obstante, en base a la cuota de energía primaria procedente de fuentes renovables, Repsol es la 14ª, ya que las energías limpias extraídas solo representan en su cartera el 1,28%. En primer lugar se encuentra TAQA con casi un 10%.

Solo el 20% de las empresas tiene proyectos renovables en marcha

Para la investigación, publicada en la revista científica Nature Sustainability, han usado los datos de la ONG Global Energy Monitor. En total, han identificado 3.166 proyectos únicos de energía eólica, solar, hidroeléctrica y geotérmica en los que estas empresas tienen participación, ya sea de forma directa, a través de filiales o mediante adquisiciones.

De las 250, solo 49 de las empresas tienen algún proyecto de energía renovable en marcha. Esto significa que gran parte de las compañías de petróleo y gas aún no han dado el paso hacia la inversión en energías limpias, o lo han hecho de una manera tan exigua que no se registra como «significativa» en el contexto global. Incluso entre las que sí invierten, como TotalEnergies, que posee la mayor capacidad instalada (casi 14,6 GW), su generación renovable apenas representa el 1,59% de su extracción total de energía primaria. Las únicas excepciones notables, como TAQA y Pampa Energía, con participaciones renovables del 9,02% y 6,68% respectivamente, tienen su negocio principal en el sector eléctrico, no en la extracción de petróleo y gas, lo que las convierte en casos atípicos.

Si se tienen en cuenta los proyectos renovables en construcción, la potencia de renovables por parte de las compañías fósiles pasa del 1,42% al 2,2%. Si se contabilizan los anunciados se llega al 5,9%, y sumando los que están en preconstrucción, al 6,6%. “Anunciar o empezar a gestionar burocracia para un proyecto es muy barato, y ya les permite a las empresas vestir ese discurso de que están contribuyendo a la descarbonización. Construirlo y operarlo no es tan sencillo. De los proyectos anunciados y en preconstrucción solo una parte llegará a estar operativa”, apunta Antonio Bontempi.

No se crea, se compra

Otro de los aspectos reveladores del estudio es que alrededor del 54% de la capacidad renovable operativa de estas empresas proviene de adquisiciones de compañías de energía renovable ya existentes. Los autores del estudio califican esto como una «contribución financiera sin adicionalidad operativa». En otras palabras, estas empresas no están construyendo nueva infraestructura verde desde cero en la medida en que podrían hacerlo, sino que están comprando activos ya desarrollados.

Para la reconocida economista e investigadora Julia Steinberger, ajena al estudio, «este estudio verifica los datos sobre la industria del petróleo, el gas y el carbón, y demuestra que, a pesar de sus eslóganes ecológicos, están fracasando por completo en su transición hacia las energías limpias».

La geografía de la inversión también ofrece un panorama interesante. El 68% de la capacidad operativa en renovables de estas empresas se concentra en Europa, Estados Unidos, India y Brasil. Además, los autores hallaron que ninguna de las empresas estadounidenses analizadas posee «activos renovables significativos». Una situación que se explica, en palabras del investigador Bontempi, porque “las empresas norteamericanas no han encontrado la misma resistencia sociopolítica que se han encontrado sus homólogas europeas. La licencia política de las petroleras estadounidenses nunca ha estado amenazada por la necesidad de acción climática. Nunca han temido perder el acceso a las instituciones o al favor de una mayoría social por cuestiones climáticas”.

En el estudio también se pone el foco en las sister companies (‘compañías hermanas‘), “aquellas que están controladas por el mismo propietario que las empresas petroleras”, explica Antonio Bontempi. Para ilustrarlo pone el ejemplo de ADNOC. Su control lo tiene el fondo soberano de Emiratos Árabes, que a su vez tiene en su poder la empresa de renovables Masdar. Por tanto, Masdar es una empresa hermana de ADNOC.

Si se incluyen estas compañías hermanas, la contribución a la energía renovable global operativa asciende al 10%, con un abrumador 94% de esta cifra atribuible a empresas estatales chinas. Esto subraya que, aunque las empresas de petróleo y gas por sí solas muestran un desinterés patente, los grandes conglomerados energéticos controlados por Estados pueden estar diversificando sus carteras a través de diferentes filiales, sin que esto se traduzca directamente en una «transición» de las operaciones de petróleo y gas.

“Las empresas fósiles llevan una década machacando el mensaje de que se están volviendo en ‘empresas multienergéticas’, de que están diversificando con renovables, que ya no son empresas fósiles. Pero los datos desenmascaran esta narrativa. Siguen siendo empresas fósiles, y lo seguirán siendo. Su modelo de negocio, sus beneficios, el retorno de sus inversiones, están íntimamente ligados a la explotación de petróleo y carbón”, concluye el investigador y coautor del estudio Antonio Bontempi.

Un llamado al aislamiento y boicot de las compañías fósiles

“Esperamos que el estudio sirva para rebatir finalmente el último argumento que les quedaba a las instituciones legislativas, académicas, culturales y deportivas para seguir colaborando con las empresas petroleras. Repsol y sus iguales no son parte de la solución a la crisis climática; son un actor insignificante en la transición energética mientras siguen invirtiendo miles de millones desarrollando nuevas reservas de petróleo y gas”, cuenta tajante Antonio Bontempi. En este sentido, el investigador pide a “universidades, instituciones culturales y deportivas” que cancelen “los patrocinios y colaboraciones con empresas fósiles, mientras que el Congreso y el Gobierno deberían entender que el lobby fósil tiene un claro conflicto de intereses”.

“La crisis climática nos exige acciones inmediatas para dejar el petróleo, el gas y el carbón sin extraer, necesitamos legislación y ejecución para reducir y redistribuir justamente el consumo de energía. Nada de esto es posible con una industria fósil en las instituciones que solo busca retrasar lo máximo posible el abandono de la era de los combustibles fósiles”, concluye.

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