El cambio climático las confunde: cada vez más plantas florecen cuando no les toca

Entre julio de 2023 y junio de 2024, más de 200 especies de plantas han florecido cuando no les tocaba en Cataluña a causa del calentamiento global.
El cambio climático las confunde: cada vez más plantas florecen cuando no les toca
Foto: Tim Mossholder.

El papamoscas cerrojillo es un pájaro pequeño, un clásico de los veranos europeos. Los inviernos los pasa, normalmente, en el oeste de África, alrededor del golfo de Guinea, donde las temperaturas son más suaves. Cuando su reloj interno (y solar) se lo marca, vuelve a Europa, listo para reproducirse en primavera, coincidiendo con el nacimiento de millones de pequeñas orugas que le sirven de alimento. Sin embargo, en las últimas décadas, los papamoscas cerrojillos están llegando demasiado tarde a su festín.

En realidad, estas aves no han variado apenas sus fechas de viaje, pero la llegada de la primavera, con sus flores y sus insectos, sí se ha adelantado en Europa (especialmente en el norte). Cuando los papamoscas llegan, las orugas ya no están y el éxito de su temporada de cría disminuye. Un estudio publicado en Nature en 2006 ya señalaba cómo las poblaciones de papamoscas cerrojillo habían caído en picado en los Países Bajos. La culpa, concluían, era del aumento de las temperaturas y del cambio climático provocado por los seres humanos.

La realidad descrita por los autores del paper le valió al papamoscas el título de refugiado climático. Pero su caso está lejos de ser único. Los cambios en la fenología (la relación entre los factores climáticos y los ciclos y los comportamientos de los seres vivos) son cada vez más habituales. Las huellas del cambio climático en la vida de plantas y animales son cada vez más evidentes.

De acuerdo a los datos del observatorio ciudadano RitmeNatura del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) de la Universitat Autònoma de Barcelona, con apoyo del Servei Meteorològic de Catalunya (SMC), 214 especies de plantas han florecido cuando no les tocaba en Catalunya entre julio de 2023 y junio de 2024 a causa del calentamiento global. Solo durante el último otoño, más de 120 especies han hecho el esfuerzo de florecer, sintiendo que estaban en primavera a pesar de que se dirigían hacia el invierno.

Las flores del cambio climático

“Las plantas tienen una época de floración marcada, así lo reflejan los datos históricos acumulados durante muchos años. Pero últimamente florecen fuera de esos periodos habituales. No estamos hablando de unos pocos días. No estamos hablando de que deberían florecer en abril y lo hacen el 20 de marzo, lo cual podría entrar dentro de la variabilidad natural. Estamos hablando de que lo hacen más de un mes antes o un mes después de lo normal o de que lo hacen completamente fuera de estación”, explica Gerard Gaya, técnico del observatorio RitmeNatura del CREAF.

Los datos, recopilados por más de 1.000 voluntarios que han registrado información de cerca de 6.000 especies, muestran desajustes importantes en todo tipo de plantas, desde árboles frutales o vides hasta jaras, amapolas o zarzas. Muchas experimentan adelantos florales y también son habituales las segundas floraciones fuera de la estación que corresponde. Además, aunque los cambios en la fenología se registran por todo el territorio catalán, son mucho más habituales en la zona del litoral. En el Baix Empordà, el Montsià y el Tarragonès, una de cada diez observaciones recogidas mostraba una floración fuera de época.

“La confusión de estación, los casos de segundas floraciones o floraciones anómalas, es lo más habitual. El otoño es una estación de transición que no es ni muy cálida ni muy fría, sino intermedia, y es más fácil que las plantas la confundan con la primavera”, añade Gaya. “La temperatura es uno de los factores determinantes de la floración. Si es más alta, florecen. Pero el régimen de precipitaciones también influye. Por ejemplo, que este año haya llovido más tras años de mucha sequía puede haber provocado que las plantas hayan tenido más energía y más recursos para poder florecer”.

Las consecuencias del desajuste entre especies

Cada especie de planta experimenta diferentes cambios fenológicos. Además, estas alteraciones no solo se producen con la floración, sino también con la salida y la caída de las hojas en las especies caducifolias. La principal consecuencia para las plantas es el malgasto energético. Por ejemplo, si florecen antes de tiempo, es probable que esas flores se malogren y no se conviertan en fruto porque no hace suficiente calor o porque los insectos que deberían polinizarlas no están activos todavía. Si esto pasa, cuando llega el momento habitual de florecer, quizá no tengan energía suficiente para hacerlo.

“En el caso de la salida de las hojas, por ejemplo, no solo se desperdicia energía, sino también agua. Mantener estas estructuras conlleva un gasto hídrico importante, lo que en un contexto general de reducción de las precipitaciones les puede complicar la vida”, añade el técnico del CREAF. “Puede incluso llegar a darse el caso de que las plantas queden tan debilitadas que luego no tengan recursos para afrontar otros imprevistos y acaben muriendo”.

Además, en los ecosistemas está todo conectado, incluidos nosotros, por lo que los efectos de las alteraciones en la fenología de las plantas no se quedan aislados. Si la flor sale cuando el polinizador no está, la planta se queda sin polinizar, pero también es probable que, cuando el polinizador entre en escena, no se encuentre con tanta comida como esperaría. Y si hay un pájaro que se alimenta de ese insecto o de sus larvas, sufrirá también las consecuencias. Así, el malgasto de energía y agua de una especie puede ir extendiéndose a lo largo de toda la cadena trófica.

“A los seres humanos también nos afecta. Si hay una floración pobre en primavera porque la planta floreció también en otoño, la producción de frutos también descenderá. Muchas especies agrícolas, como los frutales o los almendros y los castaños, pueden experimentar una caída importante de la productividad. Además, también se ven alteradas las épocas de recolección de frutos, como sucede con la vid y la vendimia, que cada vez se hace antes”, explica Gerard Gaya.

Para entender la profundidad de estos cambios fenológicos y sus impactos, la labor de la ciencia ciudadana es fundamental, ya que permite multiplicar la recogida de datos y extenderla por territorios muy amplios. De hecho, el observatorio RitmeNatura del CREAF y la red FenoCat del SMC están impulsando el proyecto FenoRural, una iniciativa financiada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) para promover la participación ciudadana en el medio rural para estudiar los efectos del cambio climático en la fenología de las plantas.

“Nosotros podemos decir que más de 200 especies han florecido de forma anómala, pero estas son solo de las que tenemos datos, probablemente sean muchas más. Nuestro objetivo es tener cada vez más visión en el terreno y llegar a zonas donde hasta ahora no hemos tenido apenas voluntarios activos”, concluye el técnico del CREAF.

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  1. Uno de los cambios más evidentes que yo he observado son los espárragos silvestres. Hasta hace pocos años salían en primavera y ahora los hay todo el año.
    También he visto nísperos florecidos en pleno invierno.

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