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Las redes, espejo de la desesperación y la solidaridad en las inundaciones

Las imágenes que la ciudadanía ha difundido en las redes sociales muestra los momentos complicados que se vivieron ayer en varios puntos del país a causa de la DANA.
Las redes, espejo de la desesperación y la solidaridad en las inundaciones
Rescate en helicóptero de una mujer y sus dos perros en Utiel, Valencia. Foto: Captura de vídeo difundido por Javier Ballesteros

Las redes, de nuevo más sociales que nunca; han sido espejo de la desesperación y el sufrimiento, pero también de la solidaridad, que están desencadenando las inundaciones durante las últimas horas en varias comunidades autónomas de España.

«07:28 h. Hay un hombre muerto en mi casa. Necesito ayuda. Orba 10-19 de Benetússer. Estoy con dos niños y dos personas mayores. Una de ellas sin movilidad». Es el grito desesperado de una mujer de un pueblo de Valencia (en el este español) que refleja la angustia que se vive en muchos lugares; el vídeo que acompaña su clamor muestra unas calles completamente arrasadas por el paso del agua. Pero el hilo que se sucede a continuación rebosa palabras de ánimo y de solidaridad.

«No estáis solos»; «la ayuda va en camino»; «ánimo, mantened la calma»; responden los ciudadanos, que hasta se ofrecen y piden el teléfono para poder hablar y trasladar verbalmente esos mensajes de apoyo mientras llega la ayuda a decenas de lugares.

Los «hilos» se suceden en las principales redes sociales, inundadas durante toda la noche y las primeras horas de la mañana de escalofriantes imágenes de personas solicitando ayuda, de los servicios de emergencias rescatando a numerosas personas, de calles anegadas y vehículos amontonados y sepultados por el agua y el barro.

La inmediatez de las imágenes que cientos de usuarios van colgando en sus perfiles refleja la furia del agua casi en tiempo real, cómo en apenas unos minutos un punto que aparecía seco quedaba completamente anegado por el agua y la rápida intervención de los bomberos; han podido acceder a una rotonda repentinamente anegada y en pocos minutos no queda nadie atrapado.

En Masanasa (Valencia), en una residencia de ancianos, los mayores se concentran en un comedor completamente inundado; es una imagen que describe la magnitud de la tragedia provocada por esta borrasca profunda, pero también la cascada de apoyo y solidaridad entre vecinos, mientras se abren centros públicos y hoteles en varios pueblos para acoger a quienes no pueden permanecer en sus casas.

«Inundación», «Estado de Alarma», «Aemet» o «Valencia» son tendencia en las redes sociales, que retratan también la indignación de muchos ciudadanos por algunas decisiones políticas de los últimos meses, entre ellas la supresión de la Unidad Valenciana de Emergencias, destinada a mejorar la coordinación entre servicios autonómicos de emergencia ya existentes. 

Pero sobre todo se suceden las fotografías y los vídeos de personas desde sus balcones y terrazas, desde el interior de sus vehículos sacudidos por la violencia del agua y el viento. «Es un huracán, tú, es un huracán. Mare meua» grita el conductor de un camión mientras describe desesperado los daños que sufren numerosos vehículos que ve a su alrededor.

Encaramados a lo más alto de centros comerciales, los ciudadanos han captado imágenes de numerosos ciudadanos que se han echado al agua para ayudar a personas que no conseguían vencer la fuerza del agua o cómo lanzan cuerdas para rescatarlas.

Los vídeos que durante toda la noche y las primeras horas del día pululan por las redes muestran los rescates de personas, y también de animales, y desde algunos refugios se lanzan también mensajes que claman por la ayuda urgente después de que el temporal haya destrozado sus instalaciones y dejado sin protección a muchos animales. Ya hay mensajes de personas que comunican que, en cuanto puedan acceder, acogerán a alguno.

Son numerosos también los mensajes de alivio por el valor que adquiere que fuera desviado el río Turia por fuera de la ciudad de Valencia, ante las consecuencias que hubiera podido tener en la capital la entrada de una de las cantidades de agua más extraordinarias de las últimas décadas.

Pero sobre todo se suceden las imágenes de la devastación, de los daños causados en muchas localidades, de puentes partidos por la mitad, de gigantescos torrentes atravesando pueblos y arrastrando vehículos como si fueran de juguete hasta quedar amontonados, y los testimonios de terror y de desgarro por el inmenso dolor que este episodio está causando.

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